martes, 7 de agosto de 2012

Las dos caras de la misma moneda


La de ayer, fue una noche de decepciones y desilusiones en el Olympic Stadium de Stratford. Grandes atletas como Marta Domínguez o la genial Yelena Isinbayeva se vieron resignadas a la derrota, cosa a la que están poco acostumbradas. Pero detrás de un gran fracaso, siempre hay una gran victoria, un gran triunfo que recompense todo el esfuerzo realizado, en este caso representado en los nombres de Yuliya Zaripova, Jennifer Suhr, Kirani James y Félix Sánchez.

La afición española estaba entusiasmada con la posibilidad de que la palentina Marta Domínguez pudiera llevar algún metal al maltrecho medallero español. Marta también quería resarcirse, quería que los 3000 obstáculos le devolvieran lo que le quitaron en Pekín 2008, donde se cayó al saltar una valla en la última vuelta, cuando se disponía a disputarle la victoria a la rusa Galkina. Pero esta vez tampoco pudo ser. Marta trató de seguir el ritmo de cabeza a cierta distancia para atacar al final, pero a falta de tres vueltas se vio cortada y se esfumaron todas sus opciones de medalla. El ritmo que impuso la rusa Zaripova fue demasiado para el resto. Incluso para su compatriota Galkina, plusmarquista mundial y campeona olímpica en Pekín 2008, que tuvo que retirarse a falta de tres vueltas por una lesión. Pero Zaripova se encargó de mantener en alto el nombre de Rusia y su hegemonía en la prueba. Desde que se instaurara como prueba olímpica en Pekín 2008, sólo Galkina y Zaripova han podido obtener el oro. Esta vez, el podio lo completaron la etíope Assefa con el bronce, y la tunecina Ghribi, que le disputó la prueba hasta los últimos cien metros a Zaripova, con la plata. Rusia sigue dominando.

La que no pudo sostener su imperio fue la fantástica pertiguista rusa Yelena Isinbayeva. Llegó a Londres con un objetivo claro: lograr el triplete de oros; la tercera victoria de cuatro posibles desde que en Sydney 2000 se convirtiera el salto de pértiga en deporte olímpico. E Isinbayeva peleó su victoria hasta el final, pero finalmente se escapó. De nada sirvieron sus veintiocho récords mundiales, sus dos medallas de oro en los Juegos de Atenas y Pekín. Isinbayeva se vio destronada en una difícil, lluviosa y ventosa noche que coronó a la americana Jennifer Suhr como nueva reina de la pértiga mundial. Sus 4.75 metros le dieron el oro olímpico, y a la cubana Yarisley Silva, la plata. Por extraño que parezca, Isinbayeva, la única mujer capaz de saltar 5.06 metros, sólo logró superar los 4.70 y tuvo que conformarse con el bronce. La zarina perdió su corona.


En la prueba estrella de la noche no hubo sorpresa: Kirani James volvió a demostrar que es un superhombre y logró completar un palmarés envidiable, labrado en sólo cuatro años –de 2009 a 2012–. A sus diecinueve años puede presumir de ser campeón mundial juvenil, campeón mundial junior, campeón mundial sénior y campeón olímpico. No cabe duda de que el granadino es el auténtico rey de la prueba más dura del mundo. Es capaz de aguantar el veneno del ácido láctico como nadie. Jamás desfallece, por eso es el mejor. Pudo imponerse en una final en la que no participaba ningún representante de USA, que venían ganando desde Los Ángeles ’84. Además, bajó de los cuarenta y cuatro segundos, con una marca final de 43.93, lo que a su edad supone una seria amenaza para el récord mundial de Michael Johnson. Mientras los hermanos Borlee tuvieron que conformarse con el quinto y sexto puesto, y el bahameño Chris Brown sólo pudo ser cuarto, el bronce fue para el trinitense Lalonde Gordon, que logró su mejor marca, y la plata para dominicano Luguelin Santos.


Pero no fue Luguelin Santos el mejor atleta dominicano ayer en las pistas del Olympic Stadium. Hubo un hombre que volvió a tocar el cielo después de pasar ocho años en los infiernos. Como ya hiciera en Atenas 2004, Félix Sánchez volvió a subirse a lo más alto del podio en los 400 metros vallas. Su rostro y sus lágrimas al oír el himno de su país hablan por si solos. Tras el calvario pasado, por fin obtuvo la mejor de las recompensas. Y lo hizo en una genial carrera, en la que pasó por encima de sus rivales. Tan sólo el americano Michael Tinsley pudo plantarle cara, pero Félix corrió con un extra: todo el sufrimiento vivido jugó ayer a su favor; si no ganaba él, no podría hacerlo nadie. Al final, la leyenda dominicana volvió al lugar que le corresponde. Triunfó ese atleta que en ocho años le ha tocado vivir las dos caras de la misma moneda.


PabloG.

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