martes, 22 de octubre de 2013

Messi, un gigante en cuerpo enano

En un partido en el que el Barcelona continuó viviendo el síndrome de Pamplona, sólo la luz que aportó Messi –ni muchísimo menos a su mejor nivel– le permitió seguir en el partido. Sin espacios, el argentino hizo un gol y regaló varios balones de ensueño. Es increíble.


Por momentos, el aficionado culé que puso el Milan-Barça en la pantalla de su televisor tuvo miedo de que los que iban de rayas negras y rojas fuesen los jugadores de Osasuna disfrazados. Después descubrieron que no, que esto era mucho peor: estos eran italianos. Con el paso de los minutos, el Milan se iba cerrando cada vez más, para no dejar solo al pobre Amelia. Y para no dejar ni un huequecito al Barça, que necesita muy poco para fabricar un gol. Porque aparte de los Iniesta, Xavi, Neymar y compañía, tiene a Messi.

Al argentino le importa muy poco la táctica o la técnica del equipo rival, él sólo conoce del balón porque con él es el mejor. No está a su mejor nivel, porque últimamente las lesiones se han cebado con él como en los viejos tiempos. Pero aun así sigue siendo el más determinante, decisivo para el devenir del partido. Hoy aprovechó un error del Milan y un acierto de Iniesta para hacer un gol que pocos hubieran logrado. No había espacio y si dos gigantes que chocaron con él, pero consiguió mantener la verticalidad, armar la pierna y darle al Barcelona un poco más de tranquilidad.

Lo que hace Messi parece simple pero no lo es. Resiste cualquier tipo de impacto con una armadura que, en teoría, no está preparada para ello. Con 1, 69 metros de altura y 67 kilogramos de peso, Messi es imparable. Primero porque lleva la pelota siempre pegada al pie; después, porque sus piernas son tan fuertes que lo mantienen siempre arriba, sin importar la dureza del impacto o la envergadura del que impacta. Es algo sobrenatural. Hay muchos jugadores con esa extraña habilidad hoy en día: Agüero, Isco, Wilshere, Ribèry… pero ninguno le saca tanto partido como la Pulga.

Pero Messi no sólo marca goles y resiste contactos incluso cuando su estado físico no es óptimo. También sigue siendo bueno en lo que desde pequeñito fue su mejor virtud: ver la rendija que nadie más es capaz de percibir. Así estuvo a punto de llegar el desempate, pero Adriano falló en el último instante. Y es que Messi no sólo remata los partidos con pinceladas magistrales; su dibujo de las jugadas es académico.

Sus habilidades y su juego son únicos y es un privilegio ver jugar a este futbolista, porque es irrepetible. Ahora es el tiempo de Messi, como en su momento lo fue de Cruyff, de Maradona, de Beckenbauer, de Di Stéfano o de Pelé. Lo que hace sobre el césped es magia, pura fantasía al servicio del fútbol. Y nuestros ojos son testigos de algo tan inmenso que se escapa a las palabras.

Todo ello lo hizo enmarcado dentro de una tela de araña roja y negra, a años luz de su mejor nivel físico y en uno de los campos más complicados del mundo. Todo, en un partido en el que el Barça fue menos Barça que nunca. Leo, ¿hasta dónde eres capaz de llegar?

PabloG.

La Juve, un monstruo dormido

Hubo un tiempo en el que la liga italiana estuvo dominada por el equipo menos italiano de todos. La Juventus que diseñó Conte era un equipo excelso: dominaba a través del balón con claridad y aportaba ese puntito de superioridad física cuando era necesario. Pero sobre todo, tenía una capacidad extraordinaria para competir. Y ganar.


Conte estructuró su equipo a partir de ese 3-5-2 que permaneció inmutable desde su implantación: funcionó de maravilla. Confió en una idea y en unos hombres que repetían una y otra vez en la alineación titular, unos futbolistas que asimilaron la idea y la elevaron a su máxima potencia. Ahora, con la llegada de otro animal competitivo como Tévez, el mejor once posible de la Juve es el siguiente: Buffon; Barzagli, Bonucci, Chiellini; Lichtsteiner, Vidal, Pirlo, Marchisio, Asamoah; Tévez y Vucinic. Tres centrales que además de defender bien saben iniciar la jugada desde atrás, dos carrileros profundos y peligrosos, dos interiores de ida y vuelta y unos puntas asociativos, solidarios y con gol. Y Pirlo, claro.

¿Por qué hablar en pasado de un equipo tan brillante? Porque esta temporada no termina de carburar. Domina, aunque sin la misma suficiencia que antes, y de repente se atasca y se va del partido. Donde mejor se vio fue en el partido del pasado fin de semana contra la Fiorentina. Hasta el minuto sesenta, los bianconeri dominaban el balón y el partido. Pero era un dominio estéril, más allá de sus dos goles de ventaja. Poco ritmo, pocas dudas en el equipo rival y un dominio más táctico que técnico. Ese es el principal problema de la Juve este año: su circulación de balón es demasiado lenta. Tanto, que no consigue sorprender al rival. Y en un cuarto de hora, ¡plof!, cuatro goles en contra y tres puntos que parecían asegurados se esfuman.

La del Artemio Franchi fue la derrota más dura de la era Conte y el equipo llega al Bernabéu con el ánimo por los suelos. Pero cuidado: nunca se puede dar por muerto a un equipo que ha sido capaz de revolucionar el calcio y dominarlo con un estilo diametralmente diferente al que se venía viendo en los últimos años. Estas son las claves del juego de la Juve:

La importancia de los centrales

En la idea de Conte la línea defensiva cobra una importancia capital. No en vano, hasta que no introdujo a tres hombres en la línea defensiva, su equipo no adquirió la libertad de movimientos que lo convirtió en una máquina de sorpresas continuas para el rival.

Barzagli, Bonucci y Chiellini juegan muy adelantados. Tanto, que en muchas jugadas envuelven a Pirlo y se colocan a su altura. Esto permite una salida de balón eficaz y limpia, fuente inagotable de ocasiones y dominio del partido. En corto, el que lidera la salida es Chiellini, pero si el plan falla, recurren al guante en la bota de Bonucci. El número ‘19’ juega en el centro y más retrasado que sus dos compañeros, por lo que tiene más tiempo para armar la pierna en busca de un pase largo que casi siempre llega al lugar deseado. En el partido frente a la Lazio, repartió dos asistencias de gol desde más de 40 metros de este modo. Arma peligrosísima y muy a tener en cuenta.

Además, en defensa es un factor importante que jueguen tan arriba: suelen abandonar su posición para ayudar a los mediocentros en la recuperación del balón. Pero que esta posición tan adelantada de la línea defensiva tiene también un gran inconveniente. Cualquier error en un pase deja al equipo al descubierto. Esto convierte a los bianconeri en un equipo frágil al contragolpe, algo que el Real Madrid puede aprovechar de maravilla.

Pirlo, la virtud y el defecto

Un factor marcó las diferencias entre la Juve y el resto: el fichaje de Pirlo permitió a Conte articular el equipo a su alrededor y darle libertad sobre el césped. La Vecchia Signora jugó bien y ganó dos Scudettos y Pirlo se consagró como el enorme futbolista que es. Pero también se creó una dependencia de su fútbol para el buen funcionamiento del equipo. Una dependencia que, ahora que Pirlo afronta el final de su carrera, comienza a preocupar, porque no se le encuentra solución.


No es casualidad que el mejor partido de la temporada de la Juventus haya coincidido con el mejor partido de Pirlo. La Lazio le dejó campar a sus anchas por el centro del campo y el resultado final fue de 4-1. Su visión de juego y su talento siguen intactos, a pesar de los años. Pero los problemas comienzan cuando los equipos enciman a Pirlo. Entonces, la Juve debe buscar otra vía para iniciar la jugada con la que no se siente cómoda.

Tener a Pirlo como hombre más retrasado implica poner a su lado a dos mediocentros fuertes que le tapen las carencias defensivas. Ese, además de aparecer constantemente en el área, es el papel de Vidal y Marchisio, jugadores de mucho corazón y poderío que, sin embargo, no reúnen las cualidades necesarias para iniciar las jugadas de ataque cuando Pirlo no puede.

Sin Lichtsteiner, la Juve respira con un pulmón menos

En los años 70, Brasil revolucionó el fútbol alterando una de sus posiciones tradicionales. Transformó al clásico defensor lateral en una peligrosa arma ofensiva que llegaba hasta la línea de fondo cuando nadie lo esperaba y la llamó carrilero. Ahora, en el siglo XXI, muchos equipos beben de esta idea, pero pocos tienen hombres capaces de desarrollarla a la perfección. Lichtsteiner es el que mejor lo hace del mundo. El suizo defiende como un lateral, se asocia como un interior y ataca como un extremo. Además, su capacidad de sacrificio es imprescindible para hacer lo que Conte exige a sus hombres de banda asfixiar al rival con la ayuda de los mediocentros y obligarlo a entrar por el centro.

Lichtsteiner, junto a Vidal es el hombre más importante de la Juventus, Pirlo aparte. El problema es que el ex de la Lazio no estará en el Bernabéu salvo sorpresa de ultimísima hora y la Vecchia Signora no tiene a ningún futbolista capaz de relevarlo en sus funciones con las mismas garantías. Una baja sensibilísima.


Variedad en la delantera

Los fichajes de Carlos Tévez y Fernando Llorente han dado a la Juventus multitud de posibilidades y matices en la punta del ataque. Ahora, a los goles de Quagliarella y al tremendo talento de Vucinic se une la pelea de Tévez y el juego de espaldas de Llorente. Es interesante, sobre todo, la variante del riojano, que rompe con la armonía de jugadores de movilidad del equipo: cuando está en el campo, su cometido es bajar los balones que le llegan de los pies de Bonucci o Pirlo y dejarlo en condiciones óptimas para que Vidal o Marchisio puedan sorprender con sus llegadas.

Pero, independientemente de quién juegue, la labor que desempeñan los delanteros en defensa es vital para el buen funcionamiento del bloque. Son los que inician la presión altísima y escalonada que propone la Juve y que le permite envolver a su rival.

En el Bernabéu, la Juventus se enfrenta al reto más grande desde su renacer como gran potencia futbolística de Italia. Debe ganar para no descolgarse en un grupo aparentemente sencillo, pero sobre todo debe recuperar las sensaciones perdidas en este inicio de curso. El potencial es igual o mayor que el año pasado. Simplemente están dormidos.

PabloG.

jueves, 17 de octubre de 2013

El resurgir de Bosnia

La tierra que la locura nacionalista del ser humano devastó está hoy de fiesta. Bosnia-Herzegovina, cuya sociedad y cultura vuelven a florecer sobre la hierba quemada, estará en la primera cita mundialista de su historia. Tras el horror, la barbarie, 100.000 muertos y casi 2 millones de desplazados, sólo fútbol y alegría.


Cuando uno habla de Bosnia-Herzegovina, lo primero que se le viene a la cabeza son guerras, masacres y genocidios. Lo que ocurrió allí durante la primera mitad de la década de los 90 fue algo tan atroz que ha quedado en el subconsciente de las personas para siempre. Se enfrentaron en combates fratricidas las cuatro etnias y las tres comunidades religiosas que daban a Bosnia una riqueza cultural envidiable. Serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios musulmanes no tuvieron piedad entre ellos. Que la Biblioteca Nacional de Sarajevo fuese devastada por las llamas era un angustioso símbolo de que la razón había pasado a un segundo plano: sólo importaba pasar por encima de ese enemigo que antes era hermano.

Uno de los episodios más monstruosos de toda la guerra tuvo lugar en la región de Srebrenica. Allí, el Ejército de la República de Srpska (o Ejército de los serbios de Bosnia), dirigido por Ratko Mladić, y el grupo paramilitar de “Los Escorpiones” llevaron a cabo una limpieza étnica en la que murieron más de 8.000 bosnios de religión musulmana. En el genocidio de Srebrenica también fueron fusilados niños, mujeres y ancianos, a pesar de que el objetivo inicial era eliminar únicamente a los hombres de la zona. Todo ello en nombre del nacionalismo serbio. Srebrenica es una de las heridas más profundas las Guerras Yugoslavas. Una herida que ni siquiera hoy en día, veinte años después, ha logrado cicatrizar.

Sarajevo jamás volverá a ser lo que fue hasta 1992. Aquella ciudad cosmopolita en la que coexistían de forma pacífica las comunidades católicas, ortodoxas, musulmanas y judías. La visualización de sus respectivos templos perfectamente integrados en el paisaje de la ciudad llenaba de paz y tranquilidad a la ingente cantidad de turistas que visitaba cada año la capital bosnia. Ahora que el terror ya se ha esfumado de esa bella tierra, Sarajevo, y Bosnia en general, quieren recuperar la esencia que el odio humano les arrebató. Una empresa complicada y constantemente zancadilleada por unas instituciones profundamente marcadas por la tragedia que sacudió al país. Por eso nunca volverá a ser lo que fue; porque aunque su gente quiere y consigue pasar página, su Estado se empeña en seguir estancado en el pasado.

Es curioso: cuando uno piensa en Bosnia, piensa en guerras, masacres y genocidios, pero no piensa en fútbol.

Bosnia logró ayer la clasificación para el primer mundial de su historia con una fantástica generación de futbolistas. Los Spahić, Misimović, Pjanić, Džeko o Ibisević serán recordados para siempre como héroes. Liderados desde el banquillo por Safet Sušić, certificaron su clasificación para Brasil gracias a una gran jugada del ‘10’ del Manchester City rematada en boca de gol por el delantero del Stuttgart. Se clasificaron como primeros de grupo después de alcanzar los 25 puntos, los mismos que Grecia, aunque con un gol más a su favor.

El fútbol, reflejo del cambio

En los últimos años, el progreso del fútbol bosnio ha sido meteórico. Tras una dura transición después de la desintegración de Yugoslavia y, por consiguiente, de su selección, los bosnios han encontrado por fin su identidad. Una identidad que, curiosamente, no se encuentra muy alejada de lo que mostraba cita tras cita la selección plavi: talento a raudales y mucho corazón sobre el césped, pero muy poca organización. Sin embargo –o por eso, más bien– se han convertido en el combinado nacional más potente de los Balcanes.

Los once elegidos para escribir con letras de oro el nombre de Bosnia-Herzegovina en la historia del fútbol fueron: Begović; Vršajević, Bičakčić, Spahić, Salihović; Pjanić, Medunjanin, Misimović, Lulić; Ibišević y Džeko. Dos datos hablan con claridad de lo que ha sufrido el pueblo bosnio: ocho de estos futbolistas se criaron fuera de las fronteras del país; de los once, sólo Misimović no es hijo de movilizados por la guerra.

Pero también es el reflejo de lo que está ocurriendo en un territorio que mira al futuro con optimismo. Bosnia, como el ave fénix, está renaciendo de sus cenizas, y que su selección de fútbol esté presente en la primera cita mundialista de su historia no es más que un reflejo de que las cosas se están haciendo bien. La explosión de júbilo que ayer comenzó en Kaunas con un gol de Ibisević y que se extendió por todo el territorio bosnio es un argumento más para solidificar una nación que quiere ser plural, abierta y, ante todo, digna.

Bosnia estará en Brasil y el fútbol sonríe. Sigue tirando barreras.

PabloG.

martes, 15 de octubre de 2013

Las dentelladas de Negredo, el tiburón de Vallecas

Como en la película de Spielberg, aparece cuando menos se le espera. Se acerca con sigilo, calcula las distancias y sale a flote para asestar un mortal mordisco a su presa. Su apodo le delata: es un tiburón del área. Es su hábitat natural y el gol, su medio de vida.


Mientras su equipo la toca se encuentra ausente. No se deja ver, no aparece. No quiere saber nada del balón ni de su esférica forma. Parece como si le importara un bledo lo que ocurre en sus narices. Pero la realidad es otra. Bajo el agua, Negredo no deja de aletear en todo el partido. Pelea con los centrales, los mueve para abrir espacios y eso le permite estar siempre en el espacio y tiempo adecuados para hacer el gol. Lo que se ve tan fácil desde fuera, ese toque que sólo empuja el balón para meterlo en la portería georgiana, requiere de minutos y minutos de lucha, de brega. Y en eso Negredo es el mejor.

A la sombra de Diego Costa –de su futuro, más bien–, Negredo se ha hecho fuerte a base de efectividad y entrega. Sale a gol y derroche físico por partido, un arma de la que la España preciosista de Del Bosque no puede prescindir de ninguna manera. Es un delantero centro de los de verdad, de los de siempre. De esos que te fabrican un gol resolutivo de la nada. Esa especie de futbolista en peligro de extinción capaz de marcar con la oreja o con el ombligo ese tanto que el resto de sus compañeros no puede ni con el más ortodoxo y ajustado de los tiros.  O con una chilena, le da lo mismo. Pero además, Negredo es de los buenos. De los mejores, para ser más concretos.

Este tiburón tiene un extra del que pocos más pueden presumir: es vallecano. Y como buen vallecano, es combativo. Despreciado por el Real Madrid, se tomó la justicia por su mano en Almería hasta transformarse en uno de los mejores delanteros del país. Le llegó la oportunidad de formar parte de una escuadra mítica como la del Sevilla y no desaprovechó la ocasión: goles, goles y más goles; goles de todos los colores para ser tenido en cuenta, para poder formar parte de ese grupo mágico que arrasaba en Europa y el mundo. Le costó lo suyo, a pesar de que siempre cumplía. Pero por fin lo ha conseguido. Ya es miembro de pleno derecho de esta histórica selección.

Se ha montado un gran revuelo a raíz de su partido ante Bielorrusia. Gente muy entendida, o que al menos lo aparenta, en esto del fútbol que se tira de los pelos y se pregunta que qué le hace falta a Negredo para ser considerado un futbolista de referencia mundial en su posición. La respuesta es fácil: goles son amores, pero sin un buen altavoz mediático que difunda ese querer por los cinco continentes, la cosa está complicada. En Manchester se encuentra ahora mucho más cerca de esa posición que cuando goleaba en Nervión o en el Juegos del Mediterráneo. Pero todavía le falta el peso que te da jugar en el Madrid, en el Barcelona o en el Bayern.

Pero mientras se fijan o no en él; mientras se preocupan o no de dedicarle las portadas y titulares que merece, el tiburón de Vallecas seguirá buceando en busca de nuevos retos, de nuevos desafíos. Continuará destrozando a mordiscos todo lo que se le cruce en su camino. No cree en la suerte. No espera que nadie lo agarre un día de los brazos y lo lleve volando hasta el paraíso que se gana día a día con su fútbol: sabe que sin trabajo nada es posible. Sabe que la suerte se busca y se conquista, no se merece ni se espera. En eso es más vallecano que nadie.


Un segundo. ¿No oyes esa musiquilla irritante? Cada vez es más intensa y estridente. ¡Ya viene! ¡Cuidado con el tiburón!

PabloG.

lunes, 14 de octubre de 2013

Iniesta pondrá el punto

En un lugar de la Mancha, cuyo nombre es conocido por todos, Fuentealbilla, no ha mucho tiempo que vivía el futbolista más importante de la historia de España. Concretamente diecisiete años hace que un chiquillo de doce partió a Barcelona para cumplir sus sueños.


Ahora es el fútbol quien va a su casa a buscarlo. “Toc toc. ¿Está Andrés? Necesito que me eche una manilla… No, no es nada; simplemente se trata de hacer un grafiti con su nombre en los muros de la historia”. Chico –como lo llaman en casa–, que es un muchacho humilde, sencillo y generoso, llegará puntual a la cita. En Albacete, junto a los suyos; en el Carlos Belmonte, el estadio que lo vio debutar con la Roja y aquel en el que tantas veces soñó con triunfar cuando aún vivía en el pueblo, estará presente para sellar el pasaporte de España rumbo a Brasil para la defensa de su corona mundial. Sí, aquella que en la agradable noche del 11 de julio de 2010 regaló a su país con un derechazo nacido en lo más profundo de su alma.

A las 21.00 horas, Andrés no saltará solo al césped en lo que se presume una fiesta del fútbol español, aunque en teoría vayan a ser él y diez más. Con él estará ese inigualable grupo de futbolistas que tantas alegrías ha dado a los amantes del fútbol y del deporte en general, pero sobre todo a los españoles. Él, que se sabe el anfitrión será el encargado de liderarlos y organizarlos para la victoria. Dará un paso al frente y se erigirá de nuevo en el héroe.

Existen muchas incógnitas alrededor de los once elegidos para el partido final. No es de extrañar; en un grupo tan talentoso y competitivo debe ser difícil elegir sólo a unos pocos. Ante las cuestiones más complejas, el seleccionador fue salomónico en el partido anterior: en el asunto Monreal-Moreno dio prioridad a los galones para sacrificar el rodaje y el estado de forma; en el que atañía a Valdés y a Casillas –y a Reina, ese gran olvidado…–, hizo justamente lo contrario, dar prioridad al nivel mostrado en las últimas semanas. Lo que está por ver ahora es si Del Bosque considera que este encuentro pertenece a los que no estuvieron frente a los rusos blancos o si decide seguir con su apuesta.

También está el tema de los nueves, que tanto dan que hablar últimamente. Por los que no están, por los que están y por los que estarán. De momento, el que parte con ligera ventaja es Negredo. El delantero del Manchester City ha enamorado al gol en este inicio de temporada y le está sacando un buen provecho: sale a un tanto cada 84 minutos disputados, ya sea con su equipo o con la selección. El último partido fue un ejemplo: veni, vidi, vici. Hizo en media hora lo que Michu no logró hacer en tres cuartos. Ahora mismo es el delantero español más en forma.

Todos ellos saben que el objetivo está cerca, qué después de la tormenta, ha llegado por fin la calma. Atrás quedaron los sufrimientos frente a Francia, la impotencia frente a Bielorrusia y los amargos lamentos tras el empate rascado por Finlandia. También quedaron atrás las dudas, los murmullos y los dedos acusadores. Sólo falta un punto. Un punto que legitimará a España para batirse en duelo con cualquiera que intente birlarle su tesoro más preciado sobre suelo carioco.


Un punto que sin embargo habrá que arrancar de sus garras a la orgullosa Georgia, que ya espera con el autobús plantado sobre el verde. Que estos molinos de viento nos serán gigantes, pero opondrán la misma resistencia. Para combatir este mal sobradamente conocido, Del Bosque deberá emplear el mismo remedio de siempre: paciencia, confianza en el talento y alguna que otra ruptura al espacio, que tampoco viene mal de vez en cuando. Y unas gotas de heroicidad, las que aportará don Andrés cuando se dirija a la batalla a lomos de su fútbol guiando al ejército del tiki taka.

PabloG.

domingo, 13 de octubre de 2013

Grandes esperanzas e ilusiones rotas rumbo a Brasil

A falta de lo que ocurra en la última jornada de las eliminatorias europeas y americanas, de los decisivos partidos africanos y de las posteriores repescas, ya se conoce a buena parte de las selecciones que competirán en Brasil por clavar su bandera en la cima del mundo. Y como siempre, las sorpresas están a la orden del día.


Con Estados Unidos, Costa Rica, Argentina, Colombia, Holanda, Italia, Alemania, Bélgica, Suiza, Japón, Corea del Sur, Irán y Australia, además de la anfitriona Brasil, ya clasificados de iure; y España, Rusia, Honduras, de facto, la cita mundialista del próximo mes de junio va tomando forma. Algunas de las grandes selecciones de siempre están en la piel de Rómulo Augústolo. Ven como sus imperios son asaltados por grupos sorprendentemente jóvenes y ambiciosos que quieren reafirmar en Brasil lo que llevan mucho tiempo destilando en la fase de clasificación: pueden ser alternativas reales al campeonato.

Es el caso de explosiones futbolísticas tales como la belga o la suiza, que ya tienen su pasaporte. Sus situaciones son muy similares: cuentan con jugadores de mucho talento, muy jóvenes y la gran mayoría de ellos, o bien ha nacido en otro país, o es de descendientes extranjeros. En Bélgica destaca por encima de todos el gran héroe de la clasificación, Romelu Lukaku, de ascendencia congoleña y autor de los dos goles ante Croacia que sellaron la clasificación de los diablos rojos. El jugador del Chelsea, ahora cedido en el Everton, es uno de los estandartes de Bélgica junto a Fellaini, Kompany, Benteke, Courtois, De Bruyne o Hazard, por citar algunos de los grandísimos futbolistas que forman esta selección.

En Suiza, la inmigración tiene su punto de partida en los primeros años 90. En esa época tan turbulenta para Europa del Este, con la desintegración definitiva del bloque comunista y el inicio de la guerra de los Balcanes, muchos ciudadanos yugoslavos decidieron partir hacia Suiza en busca de refugio. Una situación que aparentemente no tendría casi ninguna trascendencia en el mundo del deporte ha deparado a Suiza un grupo muy competitivo formado por numerosos jugadores de origen balcánico, como Xhaka, Bunjaku, Behrami, Mehmedi o la gran estrella del equipo, el jugador del Bayern Xherdan Shaqiri.

Mientras, Portugal navega sin rumbo. Los hombres de Paulo Bento vieron como un error de Rui Patricio en los minutos finales del partido frente a Israel les complicaba la existencia. Y de qué modo: salvo milagro de la virgen de Fátima están condenados a la repesca. Cristiano Ronaldo, la gran estrella lusa, era consciente del riesgo que corrían de no estar en Brasil y comentó que no quiere como rival a Francia por ser “teóricamente la más fuerte” y porque puede haber “muchos intereses”.

Entre los grupos europeos que quedan por decidir quién pasará directamente a la fase final del mundial destaca uno por encima del resto, el G. A falta de una jornada, Bosnia y Grecia se encuentran empatadas a veintidós puntos, aunque los eslavos cuentan con la ventaja del goal average. En el resto, un empate valdría a Rusia y a España para estar en el mundial. Sin embargo, Inglaterra necesitaría de los tres puntos en Wembley contra Polonia ante una hipotética victoria de Ucrania.

Raúl Jiménez, héroe mexicano

Al otro lado del charco, México logró espantar, al menos por ahora, a ese fantasma irritante que le susurraba al oído que no estaría en Brasil. Un golazo de chilena casi al final del tiempo reglamentario acabó con el sueño mundialista de la Panamá de Dely Valdés y metió a los aztecas, como mínimo, en la repesca, a expensas de lo que pueda ocurrir en la última jornada. Es una carambola complicada, pero México todavía podría conseguir el pase directo en detrimento de Honduras. Sea quien sea finalmente el cuarto clasificado de la Concacaf, deberá jugarse su presencia en el mundial a doble partido frente a Nueva Zelanda, el campeón de Oceanía.

No hace falta decir que Raúl Jiménez, el autor de la obra de arte que devolvió la esperanza a México, ya es considerado héroe nacional.

Sin sorpresas en Sudamérica

En la zona sur del continente no hubo sorpresas. Argentina aprovechó la ausencia de Brasil para hacer aún más grande su dominio y la estupenda selección colombiana de Falcao se destapó como gran potencia futbolística. Los cafeteros certificaron su pase en un partido demencial contra Chile en el que llegaron a ponerse 0-3 abajo en el marcador y que terminaron enmendando. Finalizaron 3-3 y lograron el punto que les faltaba.


No hubo sorpresas, aunque sí grandes decepciones. Es el caso de Venezuela, que contaba con el que probablemente sea el mejor equipo de su historia y todo el país tenía depositadas sus esperanzas en que la vinotinto pudiera realizar en Brasil la primera intervención mundialista de su historia. Aunque su trabajo está siendo impecable y la mejoría es evidente, el premio deberá esperar, al menos, cuatro años más.

Salvo milagro, Uruguay tendrá que superar a doble partido a la sorprendente Jordania, que eliminó a una a priori superior Uzbekistán en el playoff asiático para llegar a Brasil. Un empate entre Chile y Ecuador, que se enfrentan en la última jornada, serviría a ambas para confirmar su presencia en el país carioca y enviar a los charrúas a la repesca. Pero claro, son eliminatorias mundialistas: cualquier cosa puede pasar.

PabloG.

Cesc Fàbregas, el multiusos

El catalán es un futbolista con problemas de identidad. No sabe muy bien si es centrocampista o delantero. Y además tiende a la desconexión. Pero en forma deja a la vista su naturaleza: incontrolable, como su fútbol, que sirve lo mismo para un roto que para un descosido.


Hasta pocas horas antes del comienzo del partido iba a ser la referencia ofensiva de España. Después, durante el transcurso del partido, fue el que trató de encender las luces en la oscuridad que propuso Bielorrusia desde el centro del campo. Ese es el sino de Cesc Fàbregas, un futbolista que  hace de todo y todo lo hace bien. Un multiusos al que muy pocas veces se le reconoce su esfuerzo: rinde muy bien arriba sin ser delantero pero se le achaca que le falta gol; crea y llega al área con frecuencia jugando como interior pero se habla de su fragilidad defensiva. Y mientras tanto, Cesc sigue a lo suyo.

Es propenso a la desconexión. Se nubla, aparecen nubarrones sobre su cabeza y nada le sale bien. Prácticamente se deprime sobre el césped. Durante ciertos tramos de la temporada no existe Cesc Fàbregas. Su cabeza sigue procesando a cien mil revoluciones por segundo, pero sus piernas no le responden, no ejecutan los planes que maquina con esmero. Le ocurre desde que era pequeño y un genio alsaciano decidió llevárselo a Londres. Y es increíble que aún le siga ocurriendo: ha progresado tantísimo como futbolista en tan poco tiempo que sorprende que aún no haya pulido ese aspecto.

Cuando se fue al Arsenal, Fàbregas era un diamante en bruto. Un constructor de juego excelente con una visión de juego privilegiada pero con graves problemas de mentalidad. Partidos brillantes y desastrosos a partes iguales, pero su talento estaba ahí. El Barça no se atrevió a conservarlo y acabó en la city.
Fue subiendo peldaños de cinco en cinco. Pronto se convirtió en la mayor promesa del club gunner y su debut en el primer equipo no se hizo esperar: se produjo con 16 años y 177 días. La marcha de Vieira le dio las llaves de la titularidad y la eliminatoria de Champions frente al Real Madrid de la temporada 2005/06 marcó un antes y un después. El Arsenal perdió la final de ese torneo contra el Barcelona en París y Cesc dio un paso al frente como estandarte del grupo junto a Henry.

En los años siguientes, en medio de la decadencia londinense, Cesc agrandó aún más su figura. Era un futbolista mucho más maduro, más responsable y, a la vez, más arriesgado con el balón. Wenger comprendió la evolución del de Arenys de Mar y lo rescató del inicio de la jugada para acercarlo cada vez más al área. Se destapó como líder y sus registros goleadores se dispararon. Sólo un pero: se desconectaba.
Cesc, que dejó seca la fuente de conocimiento de Wenger, aceptó la oferta que el Barcelona hizo por repatriar a su hijo pródigo en busca de nuevos retos. Y Guardiola revolucionó su manera de jugar. Entendió que su progresión lógica era acabar como delantero, pero no un delantero centro al uso, un delantero móvil y generoso. Fàbregas pasó de mediocentro a delantero en apenas cinco temporadas y con sólo 24 años. Asimiló los conceptos de todas las posiciones que ocupó y se erigió como un futbolista completísimo, pero innegablemente indefinido.

Cuando uno se refiere a Cesc Fàbregas no sabe si habla de un mediapunta, de un interior, de un falso delantero o de un mediocentro. Juega de maravilla en todas esas posiciones, pero no está encasillado en ninguna. Sirve para desatascar arrancando desde atrás o para continuar la jugada apareciendo desde arriba. Es muy útil cuando el ataque posicional se atasca y cuando el partido necesita de un golpe que lo decida.
Hoy mostró muchas de sus virtudes en un partido muy poco propenso al lucimiento. Apareció en el área cada vez que tuvo ocasión y aportó en la elaboración de la interminable jugada. No jugó de falso delantero, sino que lo hizo de Cesc Fàbregas. Porque su fútbol es tan incontrolable como su talento, que lo mismo sirve para golear que para elaborar.

Desde que regresó a España, pocas veces se ha sido justo con Cesc Fàbregas. Se han exagerado sus carencias y empequeñecido sus virtudes. Sobre todo, la más grande que tiene: cuando se desconecta es el que más trabaja del equipo. Lo hace arriba, en el centro o cerca de la banda. Porque Cesc, aunque todavía no sepamos de qué clase de futbolista se trata, es un multiusos. Y no uno cualquiera: su calidad es exquisita.

PabloG.

viernes, 11 de octubre de 2013

A los mejores sólo les vale ganar

España tiene la necesidad de vencer a Bielorrusia si quiere estar en Brasil para defender su cetro de campeón del mundo. No lo tendrá fácil, pero nadie dijo que ser el mejor fuera sencillo. La aportación de los nuevos será clave y la de los veteranos, vital. Sólo vale ganar.


Esta es la historia del mejor equipo del mundo. Un equipo ejemplar, tanto dentro como fuera del césped. Capaz de hacer soñar a millones de personas con solo darle patadas a un balón, capaz de hacerles olvidarse de sus problemas, que hoy en día no son pocos. Y de hacerles disfrutar con un juego exquisito. El Sabio le transmitió sus conocimientos y desde que está el Marqués a los mandos cualquiera le tose. Muchas naciones se rindieron a sus pies: es Virrey de Europa y Emperador del mundo. Todo ello con mano de seda y por las buenas, sometiendo a través de la belleza.

Sin embargo, es la historia de un equipo que no puede descansar ni un instante. Sus soldados defienden la causa de sus ejércitos locales y cuando se reúnen en el mejor equipo de la historia se sienten agotados. Continuos e infinitos viajes alrededor del globo pocas veces agradecidos y mil gotas de sudor derramadas por el camino. No es una tarea fácil ser el mejor del mundo, por eso es necesario turnar y dar descanso a los mejores para dar una oportunidad a los más jóvenes, los que vienen desde atrás para comerse ese mundo que futbolísticamente les pertenece.

Ellos tendrán el mañana en sus pies, pero ahora lo tienen en sus manos. Vienen de Sevilla, de Donostia, de Madrid y hasta del sur Gales con un único objetivo: quedarse ya para siempre en el grupo. Por ello lucharan cada pelota como si fuese la última. Puede serlo.

Junto a los nuevos, los de siempre para aportar galones a un grupo cada vez más multicultural. Antes sólo había preciosismo, ahora también hay mucho trabajo. Esa mezcla de estilos hace del mejor equipo del mundo algo todavía superior. Le da carácter, poderío y agresividad sin perder su identidad. Es como una lírica suave y delicada con el corazón de la prosa más dura y directa. Pega con guante de seda y se defiende con una armadura de acero.

Todo con tal de seguir dominando, porque tampoco puede descansar en cuanto a resultados se refiere. Atrás quedaron los gritos que provocaron los goles de don Fernando y don Andrés que encendieron la llama de la felicidad del país entero. Eso ya es pasado, por eso sólo queda mirar hacia delante. Seguir ganando es lo único que importa. Si no, nada de lo hecho habrá tenido sentido alguno. Brasil es la última frontera, el territorio que albergará la batalla final y ellos han de estar allí para defender su preciada corona que tanto esfuerzo costó.

Para ello tendrán que superar a un rival complicado pero ni mucho menos grandioso. Aunque hubo un tiempo que no fue así. Cuando lo que hoy es Bielorrusia lucía en el pecho el famoso CCCP junto a un puñado de países más, la cosa cambiaba bastante. Eran temidos y odiados a partes iguales. Por su fútbol y por matices que trascendían lo meramente deportivo. Eran bravos y aguerridos, representantes de una idea y una forma de ver la vida. Y aunque la antigua Unión Soviética hace ya más de dos décadas que no existe, su espíritu se mantiene intacto aunque repartido por cada una de sus repúblicas. Quizá Bielorrusia, por poco dotada en cuanto a fútbol se refiere, sea de las más guerreras.

El fútbol dictará sentencia cuando el balón eche a rodar a las diez de la noche en el estadio de Son Moix. Sólo vale la victoria.

PabloG.

jueves, 10 de octubre de 2013

Hambre de mundial

España se lo juega todo contra Bielorrusia y el ambiente en la concentración es inmejorable. La tranquilidad reina, pero en el fondo todo está cambiando a un ritmo vertiginoso. Los nuevos aportan agresividad y ganas. Los viejos, serenidad y liderazgo. Y el beneficiado siempre es el grupo.


Experimentos y pruebas en cada entrenamiento. Suplentes con titulares y titulares con suplentes. Petos para acá y para allá. Y una responsabilidad sobre sus hombros: certificar el pase a Brasil 2014 y hacerlo cuanto antes. Para eso, lo mejor es introducir hambre y genes competitivos en el grupo. Del Bosque lo sabe, y por eso prueba y experimenta de cara al decisivo choque contra Bielorrusia. No quiere que nadie se relaje, ya se llame Casillas o Alberto Moreno. No quiere sustos ni sorpresas; no le gustan. Siempre fue un hombre tranquilo.

Las dudas, aunque en apariencia responden a ciertos jugadores para ocupar ciertas posiciones no son tales. Más bien se centran en hacer girar una idea con la agresividad y las ganas de ganar como centro gravitatorio. Es el caso de la punta del ataque, cuyo dueño parece que será de nuevo Cesc Fàbregas. El de Arenys de Mar, que pasó en un pispás de mediocentro a delantero, ha demostrado un gran nivel jugando en esa posición. Pero sobre todo ha exhibido un hambre que no se le veía desde que abandonó las islas británicas para regresar al Barça. Y eso a Del Bosque le encanta. Ve en él un hombre en el que puede confiar para llevar la nave a buen puerto.

Michu deberá esperar. El espigado futbolista del Swansea, que se estrena como absoluto, necesita adaptarse aún a lo que significa la Roja. No es una cuestión de calidad: alto, majestuoso y elegante como un cisne, Michu es un jugador ideal para esta selección, a pesar de no ser brasileño. Lo ha demostrado cada vez que ha tenido ocasión en Gales e Inglaterra. Además, aporta ese carácter competitivo tan necesario en partidos en los que el rival no motiva en exceso. Por eso, cuando entre en la dinámica, será tan importante.

El que no necesita aclimatación es Koke. Su exquisita temporada tendrán como premio minutos de importancia con la absoluta. Deberá cambiar el chip: en la selección el concepto colectivo adquiere unas connotaciones diferentes a las que tiene en el Atlético. Aquí los jugadores se unen a través del trabajo sobre el césped, sí, pero sobre todo lo hacen con el balón en los pies. Construyen a base de toques cortos y posesiones a ese monstruo imparable que conquistó Europa y el mundo. Koke también sirve para eso. Tiene talento para armar el juego y darle sentido. Y un plus que pocos dan: a pesar de ser un jugador ofensivo, su capacidad para trabajar y recuperar balones es sobrenatural.

Iniesta y Piqué, que llegaron con molestias a la concentración, ya están listos para la cita. Dos jugadores vitales en la forma de entender y ejecutar la idea de fútbol de España podrán estar sobre el césped. Suman argumentos y calidad al equipo. Y galones. Si el carácter y la competitividad son importantes en este tipo de citas, es sin duda el momento de los líderes.

Torbellino zurdo

Y entonces irrumpe Alberto. El torbellino zurdo que ha desmontado la Liga con la elástica sevillista está por fin listo para formar parte del grupo. Por fútbol y por madurez. Si su Europeo sub-21 no era un argumento lo suficientemente sólido para tenerlo en cuenta como el lateral del futuro, se ha encargado de construir el armazón de su presencia en Brasil con un inicio de temporada fulgurante. Su presencia no significa minutos, aunque podría; va más allá. Es una declaración de intenciones a cerca de lo que será la España del mañana cimentada en su talento, el de Isco y el de algunos pocos elegidos más. 

Pero el mañana se decide hoy. Todo pasa por el partido contra Bielorrusia. Y después pasará por el de Georgia. Por eso si Alberto quiere liderar a este equipo en el futuro debe, al menos, apretar las tuercas a sus compañeros al máximo. Y disfrutar. También es aplicable a una España experimental en estos días pero que no pierde su identidad. No sólo eso, añade lo que le falta: carácter.

PabloG.

domingo, 6 de octubre de 2013

Lo que rodea al jugador de moda

Diego Costa está en boca de todos. Lo está por su buen hacer en el campo y por sus goles, pero también por un tema que lo persigue donde quiera que va: ¿jugar con España o con Brasil? El debate interminable pronto llegará a su fin. Diego Costa lo apuesta todo al rojo.



Es el delantero centro más en forma de España. Así debe comenzar cualquier texto que verse sobre Diego Costa, autor de diez goles en ocho partidos de liga con el Atlético de Madrid. Su progreso ha sido fulgurante: de vivir a la sombra de Falcao a sostener sobre sus hombros el peso del equipo colchonero. Su buen hacer sobre el césped no ha pasado desapercibido para nadie. Pero eso tiene también sus consecuencias negativas. La selección española lo quiere reclutar pero no puede; la brasileña, con la que ya disputó dos partidos amistosos, en principio no, pero duda. Ahora, Diego Costa vive inmerso en una espiral de debate sin fin. ¿Debe ir convocado con la selección española o con la brasileña?

Las dudas en la selección española en torno a la figura del delantero centro no son nuevas. Ya en la Eurocopa de 2012, disputada en Polonia y Ucrania y ganada precisamente por España, hubo bastante ruido alrededor del tema. Incluso durante la fase de clasificación al torneo. Por aquel entonces se optó por colocar a Cesc Fàbregas en la punta del ataque, haciendo de falso delantero, para paliar la baja de David Villa y el bajo nivel de forma mostrado por Fernando Torres en el Chelsea. También comenzaron a aparecer en las convocatorias los nombres de Soldado y Negredo, gracias a sus buenos registros goleadores con Valencia y Sevilla respectivamente.

Ahora aparece el nombre de Diego Costa por una cuestión meramente futbolística: aporta cosas que el resto, por cualidades técnicas, físicas y mentales, no puede. Costa es un futbolista letal en el área, potentísimo al espacio y sensacional en el juego aéreo, lo que permitiría una salida en largo fiable cuando fuera necesario. Pero sobre todo, es ultracompetitivo. En ese sentido daría a la Roja algo que le falta: carácter para superar las dificultades.

Para jugar con la selección española, Diego Costa debería seguir una serie de trámites entre los que se encuentra su nacionalización (ya la tiene); es decir, sería una especie de fichaje burocrático que adulteraría en cierto modo la naturaleza de las selecciones nacionales. En este punto, es conveniente señalar que el jugador del Atlético aterrizó en Portugal con dieciséis años para jugar en el Sporting de Braga y un año más tarde, en 2007, el club de la capital de España acordó su fichaje, por lo que su formación futbolística en Brasil llegó únicamente hasta la categoría de cadete.

La RFEF, contenta con la actitud del jugador

Uno de los puntos a tener en cuenta es la adaptación del hispano-brasileño al bloque y al vestuario de la campeona del mundo, y ahí juega un papel vital la personalidad del jugador. Costa ha sido señalado en multitud de ocasiones como un futbolista conflictivo y antideportivo, un carácter difícil de contener. Pero en las últimas fechas Diego Costa ha sido capaz de reeducar esos impulsos y adaptarlos a su estilo de juego. El resultado ha sido más que satisfactorio: su competitividad ha alcanzado niveles increíbles.

En ese sentido, la Federación Española de Fútbol (RFEF) se muestra muy satisfecho con el delantero. Incluso Vicente del Bosque está sorprendido con la forma de ser del jugador. Fuentes cercanas al seleccionador cuentan que a Del Bosque le agradó mucho la cercanía de un Diego Costa cuya actitud fuera del campo es diametralmente opuesta a la que muestra dentro. Es un hombre sencillo y cercano.

Pero lo que más gusta en la Federación es la predisposición que muestra para vestirse de rojo. Ya ha dicho por activa y por pasiva a su entorno que su deseo es jugar con España, el país que lo formó como futbolista. Si la Roja desea contar con él, estaría encantado.

Las dudas brasileñas

"Si un jugador quiere jugar aquí o allí, no será nuestra entidad quien diga no. Esta es mi posición y tengo la certeza que es también la posición del presidente (José María Marín)". Esas fueron las palabras del vicepresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) acerca del ‘caso Costa’. Son bastante claras: la CBF no pondrá ninguna traba para que Diego Costa juegue con España si ese es su deseo.

En la práctica, la cosa no ha sido igual. Lo único que impide a Diego Costa jugar con España es un documento sellado por la CBF que indique que el jugador no ha disputado ningún partido oficial en ninguna categoría con la selección brasileña. Un documento que la federación brasileña ha retrasado convenientemente para que no estuviera listo para esta convocatoria de la selección española.

La canarinha, como anfitriona del próximo mundial de 2014, no tiene que disputar partidos de clasificación. O lo que es lo mismo: no tiene ningún compromiso oficial hasta la cita mundialista. El motivo de no entregar el certificado a tiempo esta vez responde a una táctica para ganar tiempo y tratar de convencer a un Costa que sólo quiere jugar con España.

PabloG.

jueves, 3 de octubre de 2013

David Silva, el desatascador

El fútbol que propone Pellegrini requiere de jugadores imaginativos con el balón en los pies capaces de hacer funcionar a un equipo. Su correcto desarrollo pasa por un hombre: David Silva. El canario, como hizo contra el Bayern, será el encargado de hacer que el buen fútbol fluya.


El Manchester City jugó ayer contra el Bayern de Múnich más de setenta minutos a oscuras, justo lo que tardó en entrar al campo David Silva. Pero el canario no apretó el interruptor; más bien tiró de las persianas para dejar entrar la luz del sol: el talento de este equipo siempre estuvo ahí, pero hacía falta alguien que le permitiera sacarlo a la relucir. Y ese encargado, sin duda, es él. Hoy y siempre.

La plantilla del Manchester City es una de las que más calidad reúne del mundo. Pero, a decir verdad, no está todo lo compensada que debería. El centro del campo lo forman de manera habitual Fernandinho y Touré, dos futbolistas de buena técnica pero que destacan especialmente por su capacidad física. No es, a fin de cuentas, lo ideal para un equipo que desea dominar con la pelota en los pies. Pero esa chispa, esa creatividad, tampoco se encuentra más arriba. Ahí aparecen cuatro delanteros que ocupan dos puestos y un extremo puro que es indiscutible en los planes de Pellegrini, porque es muy bueno básicamente. Jovetic, Dzeko, Agüero, Negredo y Navas son unos futbolistas geniales, pero esencialmente directos.

En este contexto se mueve Silva, un futbolista que mira a su alrededor y se ve solo, rodeado por jugadores físicos y con un entrenador que quiere implantar una revolucionaria idea de fútbol asociativo. Su labor: educar al resto. Este cometido también recae en Nasri, otro futbolista alegre con el balón en los pies pero tremendamente irregular. De ahí la soledad del canario. La segunda jornada de la Champions resaltó esta idea y dejó una conclusión rotunda: Silva, en estos momentos, es imprescindible.

No fue casualidad que los mejores minutos del City se jugaran con él en el campo. Empalmó los cables cortados por el fútbol total del Bayern con un soberbio juego entre líneas. Una magistral asistencia a Negredo que el vallecano se encargó de convertir en una obra de arte, un delicioso pase interior para Touré que acabó costándole la expulsión a Boateng, y un tiro de falta que se estrelló en el larguero. Su impacto en el juego fue decisivo. El City tomó las riendas por primera vez en el partido por su culpa y por momentos dio la sensación de que pudo lograr un empate épico. La exhibición de Silva fue escandalosa.

David Silva tiene un toque de futbolista especial en su mirada y en su forma de moverse. Es capaz de sacar del color gris más mate el plateado más brillante de todos con tan sólo un par de contactos con el balón. Justamente los que necesita para ver ese hueco, esa rendija que el resto no consigue ver ni con el pause pulsado. Toma el pulso al partido y lo acelera o lo relaja a su antojo. Pero lo más importante es que hace mejores a sus compañeros ejecutando a la perfección esas ideas malignas –o divinas, según se mire– que se dibujan en su mente. Es un arquitecto del fútbol que hará unas migas fantásticas con el Ingeniero.

Su equipo ha notado mucho en la Premier, en la que se encuentran encasquillados, la falta de su líder, que entre lesiones y un estado de forma dudoso no ha podido aportar demasiado. Pero si así David Silva fue capaz de cambiar la inercia a un partido en el que el mejor equipo del mundo estaba apabullando a su rival, lo que puede hacer cuando su nivel sea óptimo se escapa de momento al entendimiento humano. Será el que desatasque la idea de Pellegrini y la conduzca al mismo lugar que se ganó por derecho propio en Argentina y España: la gloria.

PabloG.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Ribèry comprende el fútbol

Franck Ribèry es el mejor futbolista del Bayern, de eso no hay duda. Es el más eléctrico, el más especial y el más decisivo. Pero ¿cuáles son las causas del estallido de uno de los mejores jugadores del planeta? Hoy lo dejó claro: ha comprendido el juego a la perfección.



¿Qué significa entender el juego? Todo. Es la única manera de que un futbolista sea capaz de sacarse el máximo rendimiento a sí mismo. De otro modo es imposible. Entender el juego ayuda a minimizar los esfuerzos y los errores; consiste en saber cuándo correr, cuándo pasar, cuándo chutar y cuándo presionar. Existen infinidad de futbolistas que aunque son estandartes de sus equipos y se encuentran en el primerísimo escalón mundial, continúan sin comprender el fútbol. Suena estúpido, pero es muy cierto. Tanto como que Ribèry ya no pertenece a ese grupo de jugadores.

Todo se hace más fácil con grandes maestros como Heynckes y Guardiola al lado, capaces de enseñar el camino correcto al más bruto. Pero sin una actitud positiva, la transformación del francés hubiera sido imposible. El prestigioso técnico alemán le abrió los ojos y le sacó un partido increíble, pero es Guardiola el que ha terminado de ducar al enfant terrible. Ahora Ribèry es un jugador total: corre y dribla sólo cuando el uno contra uno es la única salida, es altamente asociativo y ofrece un gran apoyo en defensa al lateral. Y marca muchísimos goles. Su juego nace por fuera y muere por dentro, de forma que se hace incontrolable. Es una auténtica explosión de fútbol.

Pero hoy, en el Etihad Stadium, Ribèry no sólo demostró que ya entiende el juego de maravilla: junto a Lahm, es el futbolista que mejor representa el nuevo estilo que quiere instaurar Guardiola en Múnich. Jugadas pacientes, elaboradas por dentro que salen hacia fuera para acabar en la portería. Como hacían Messi y Henry en el Barça el año del triplete. Pero, además, su derroche fue total. Con una fulgurante primera parte abrió la puerta a su equipo para matar el partido en la segunda. Desquició a un City impotente ante cada recepción suya.

Ribèry aportó un matiz totalmente diferente al partido. En una batalla en la que Pellegrini decidió apostar por el físico ante el toque del Bayern, encendió las luces y sacó de su casa a unos citizens que estaban durmiendo la siesta. Exhibiciones como la suya son las que gustan ver sobre el césped. Hizo que los bávaros adelantaran un paso sus líneas y jugaran un fútbol mucho más vertical del que acostumbran. Salió genial.

Cuántas diferencias existen entre el Ribèry que salió de Marsella y el que hoy guía al Bayern, campeonísimo de todo. Antes, Scarface era un futbolista anárquico, desordenado dentro del orden que instauraban su equipo y su selección. Siempre se tuvo muchísima confianza en su talento, pero no era capaz de definir qué clase de futbolista iba a ser. Su fuerte carácter casi siempre jugó en su contra. Ahora que es capaz de entender el juego, su acoplamiento al sistema es natural. Sus condiciones le hacen jugar de extremo; su alma le invita a decidir por dentro. Ribèry es un extremo de los de siempre que juega al fútbol como nadie lo ha hecho jamás. Es único en su especie.

Hoy Ribèry sentó cátedra. Pintó y coloreó el fútbol que quiere Guardiola, aunque con estilo propio. Hizo una mezcla entre el Bayern de Pep y el de Jupp. Removió los conceptos que conoce y salió un partido exquisito. Jugó su fútbol de maravilla. Ha madurado intelectualmente y el fútbol lo agradece sobremanera. Si no es el mejor futbolista del planeta en la actualidad, se le parece muchísimo. Es un serio candidato a alzar el próximo balón de oro. Todo por comprender lo que hace. Todo por sentarse y aprender de los que de verdad saben de esto. Sin él, la palabra Bayern no tendría hoy en día las connotaciones que tiene. No sería sinónimo de ritmo, talento y efectividad; de estilo de juego furioso y casi sádico. Es el alma de un equipo de leyenda.

PabloG.

martes, 1 de octubre de 2013

Mesut Özil, puro talento

Irregular e invisible en las situaciones clave. Así comenzaban muchas de las descripciones de Özil cuando jugaba para el Real Madrid. Hoy, cuando más falta hacía, apareció. Fue el hombre más decisivo sobre el césped, sin lugar a dudas. No es de extrañar: su talento es infinito.


El partido que desarrolló Mesut Özil sobre el césped del Emirates frente al Napoli fue algo extraordinario. En la noche de los campeones, el alemán volvió a demostrar que pertenece a la nobleza del fútbol. Y lo hizo porque en Londres ha encontrado el contexto perfecto: un equipo que se articula en torno a él, unos compañeros que trabajan exclusivamente para su talento y un entrenador que le permite brillar dentro de ese inmejorable marco táctico de presión continua para lanzar las ofensivas. Özil es el centro de operaciones de un equipo que arrolla por donde quiera que pasa: líderes de la Premier y del bien llamado grupo de la muerte en Champions.

Hoy era el partido. El equipo que saliera derrotado pagaría enormemente las consecuencias. Y ahí apareció Özil para decidir en favor de su equipo. Cuando más fea estaba la cosa, más brillo su calidad, que no es poca. Al alemán se le criticó muchísimo durante su estancia en Madrid una tendencia a la desaparición en las grandes citas. Tendencia que, estadísticas en la mano, pocas veces fue tal. Pero hoy además hizo un partido visualmente magnífico, rematado con una participación inestimable en los dos tantos del Arsenal: gol y asistencia. ¿Quién dijo irregular? Mesut se ha quitado de un plumazo esa etiqueta que le perseguía sobre el verde.

Pero además, la mejor versión de Özil se vio partiendo desde la banda derecha. Desde ahí tuvo un impacto decisivo en el juego. Un ejemplo fue el segundo gol gunner, en el que llegó a la línea de fondo con mucha facilidad. De pronto, aparecieron las imágenes de aquel futbolista intrascendente y derrotado que naufrago en la orilla derecha del Signal Iduna Park de Dortmund. Se comprobó que lo que afecta a Özil no es jugar escorado, sino hacerlo descontextualizado.

Un contexto que sin la brillante ayuda de sus compañeros sería imposible. Hoy destacaron sobre el resto Ramsey y Giroud. El trabajo sin balón de los dos primeros fue un auténtico espectáculo: se dejaron la piel en el campo para presionar a los centrales rivales. Su esfuerzo liberó sobremanera a Özil, que se sentía en su salsa. El galés le regaló el gol al ‘11’ y el francés remató su asistencia para hacer el segundo.

Sin balón, su trabajo fue brutal; con balón, el factor diferencial del partido. Ramsey y Özil jugaron al escondite por todo el campo. Ahora aparecían por la derecha. Ahora, por la izquierda. Ahora, por el centro. Y gol. El Nápoles fue incapaz de contener la exhibición de Özil, que fue siempre acompañado por escuderos de excepción.

Si el cambio de mentalidad a este equipo se lo aporta Ramsey, el futbolista que ha elevado definitivamente el nivel de una plantilla que aún no conoce su techo es Mesut. Wenger ha hecho realidad su sueño de combinar un equipo alegre y competitivo, algo que no se veía en Londres desde hacía muchísimo tiempo. Su zurda es de seda, su cabeza privilegiada y su fútbol no tiene precio. Özil dibuja con maestría líneas que sólo él es capaz de ver. Y, además, con un índice de acierto elevadísimo. Hoy conecto sesenta y ocho pases de setenta y cinco intentados, un 91% de acierto. La gran mayoría de sus fallos fueron centros a balón parado. Fue el jugador que más veces pasó el balón de su equipo.

El partido de hoy ha ofrecido una estupenda lección: el talento siempre sale a relucir. Poco importa si la situación es o no propicia, si el lugar es o no el adecuado; siempre brilla. Hoy Özil instruyó con su fútbol. Escorado a la banda y en una situación límite apareció por todos lados para decidir el partido. ¿Por qué? Porque es puro talento.

PabloG.