Con
los cinco sentidos puestos en el partido, el Málaga sacó una importantísima
victoria del siempre difícil campo de Vallecas. Fue necesario el esfuerzo de
todos los futbolistas para doblegar al ordenado y serio Rayo de Paco Jémez, un
equipo que a base de buen fútbol incrementa su leyenda con cada paso que da.
Aún sigue en la lucha por los puestos europeos, codeándose con la burguesía de
la Liga. Pero hoy un futbolista sobresalió por encima de todos para dar un duro
golpe a sus aspiraciones. El chileno Pedro Morales demostró por qué se le
reclutó para este ilusionante proyecto: sin intervenir excesivamente en el
juego, cada envío suyo tuvo más sentido que el anterior. Creó peligro cambiando
la lógica de su equipo, enviando en largo lo que siempre suele ir en corto. Con
una precisión absoluta, fue capaz de dar dos brillantes asistencias a balón
parado y de cruzar un latigazo que se hizo imposible para Cobeño. Tiene un
guante en la pierna.
El
partido, hasta el final, no tuvo un dominador claro. Buena culpa de ello recayó
en las ausencias de Trashorras e Isco, física la del primero y emocional la del
segundo. No se halló el arroyero sobre el césped vallecano, encorsetado por un
buen marcaje de Tito y agotado después de su estancia con la Roja. Así, sumergidos
en un partido de ida y vuelta entretenido y con buen criterio, se hicieron
grandes Toulalan, Iturra y Javi Fuego en el robo de balón y Joaquín y un
insospechado Tito a la carrera. Se desfondó el lateral rayista llegando hasta
la línea de fondo cada vez que tenía ocasión. Tanto fue así que diez minutos
después de que Weligton abriera el marcador con un poderoso testarazo a centro
de Morales, Willy Caballero derribó al ‘2’ del Rayo dentro del área, ocasión
que no desperdició Piti para poner la igualada. Hizo daño el Rayo con espacios
y el incisivo Lass estuvo a punto de lograr un premio mayor, pero el Zamora de
la Liga abortó cualquier conato de revuelta franjirroja.
Poco
a poco el Málaga fue ganando terreno. Sin la brillantez de otras ocasiones, las
triangulaciones fueron asomando por el área del Rayo. La clave estuvo en la
alta y ordenada presión que los hombres de Pellegrini comenzaron a realizar
desde bien pronto y que no permitieron al Rayo una salida limpia del balón como
a la que nos tiene acostumbrados. Fue en este punto cuando Baptista, que
apareció desde atrás como un tren de mercancías, remató con el alma un nuevo
centro maestro de Pedro Morales. El brasileño volvía a reencontrarse con el gol
diecisiete meses después de aquella fabulosa chilena que puso en pie a La
Rosaleda y dio tres puntos al Málaga frente al Getafe. Lo merecía, después de
todo lo sufrido. El Málaga también, que volvía a saborear las mieles de la
victoria liguera cinco jornadas después.
Pero
al partido le faltaba un colofón. O mejor dicho, a Pedro Morales, héroe del partido,
le faltaba lo más importante: hacer constar en la historia que en su mejor
partido –hasta el momento– como malaguista, marcó un gol. Porque la historia es
así de desagradecida, se acuerda de los goleadores pero pocas veces de los
asistentes, aunque muchas veces éstos tengan más méritos que los otros. De
cualquier forma y ante las dudas, el chileno hizo las dos cosas. Cogió el balón
en la frontal y la cruzó con una violencia descomunal para dejar el partido
visto para sentencia. Ni siquiera la estirada de Cobeño pudo evitar el bello
tanto. Fue un obús. Ahora, las miradas se centran en el decisivo partido del
miércoles frente al Borussia Dortmund. Todas. Incluida la del propio Morales,
que lo verá desde la grada.
PabloG.