miércoles, 28 de agosto de 2013

Matar al gigante

El Liverpool pasó a la siguiente ronda a costa del Notts County. Y fue una pena, porque el equipo profesional más antiguo del mundo estuvo a punto de dar la campanada en Anfield. Llegó a la prórroga, y hasta el último minuto de la primera mitad de esta, los de Brendan Rodgers no pudieron decantar definitivamente la balanza. Estuvo tan cerca… Pero los magpies hicieron un partido dignísimo. Aprovecharon al máximo sus escasos recursos y, cargados de orgullo y honra, tuvieron contra las cuerdas a los reds en su mítico estadio durante buena parte del partido. Acabaron perdiendo porque Sturridge, Sterling, Coutinho, Gerrard y Henderson son demasiado para casi cualquier equipo de la Premier. Pero su hazaña, bajo la atónita mirada de The Kop, fue increíble.


Los hombres de Chris Kiwomya no salieron a especular. Salir compactos atrás y con las líneas juntísimas. Tanto que por momentos se perdía el dibujo táctica: no se sabía bien si estaban jugando con un 4-4-2, con un 5-4-1, con un 6-3-1… De hecho, muchas veces acumulaban a los once futbolistas de campo por detrás del balón. El gol de Sterling a los cuatro minutos no trastocó los planes del Notts ni un ápice. Sabían la única manera de tener opciones era estar cerrados atrás y salir con fiereza a la contra. McGregor y Labadie serían los elegidos para lanzar los contragolpes del County. Ambos firmaron un partido estupendo y en cada arrancada suya se podía palpar el peligro. Ni un metro recorrido de más, ni un metro de menos. Siempre el esfuerzo justo y con mucho criterio. En especial brilló el partido del escocés, cedido al equipo de Nottingham por el Celtic, el mejor de los magpies también en la distribución del balón.

Porque el Notts County, equipo humilde como pocos, tenía un empeño en Anfield: salir jugando siempre. Laterales abiertos y centrales con la cabeza levantada, como en los mejores equipos de Europa. La jugada no se masticaba demasiado y abundaban los pases verticales. Pero se iniciaba la jugada moviendo el balón, como debe ser para crear las situaciones más ventajosas posibles. Esto tiene un mérito añadido si tenemos en cuenta que el equipo compite en la League One, la tercera división del fútbol inglés, en la que el pelotazo es el modelo a seguir.

A la media hora de juego llegó el segundo del Liverpool. Fue obra de Sturridge, que reventó sin piedad a Bialkowski, pero bien podían habérselo dado a Gerrard. El eterno capitán red sacó el tiralíneas y le dio a su compañero un preciso pase de veinte metros para que sólo tuviera que chutar. Ese gol, más que desanimar al Notts lo desató. En la segunda mitad devoró lentamente al Liverpool hasta arrinconarlo en su campo. Primero fue el gol de Arquin, que hizo creer a la multitud de fans de Nottingham que se desplazaron a la ciudad de los Beatles. Y a partir de ahí se construyó el sueño. Un sueño perfectamente cimentado por Kiwomya, que nunca perdió la compostura. El equipo se mantuvo fiel a sus ideas: firme atrás y con rápidas salidas a la contra, pero cada vez era más difícil de controlar para el Liverpool. Nunca se fueron a lo loco. Al contrario, mientras más presión tenían, más ordenados salían. Ni siquiera los tres tiros al poste que lanzaron los de Rodgers –primero Agger, luego Gerrard y después Touré– hicieron claudicar al County.

Y al borde del final del partido, llegó el éxtasis. Adam Coombes acababa de entrar al terreno de juego sustituyendo a Bell. Y en ese momento, el Community manager tuiteó una frase premonitoria. “¡Adam, conviértete en una leyenda del Notts!”. Ni siquiera le dio tiempo a aclimatarse al ritmo del juego, al ambiente de Anfield, cuando ya le apuntaban los focos. Es más, era el primer balón que tocaba. Pero con coraje, acompañando la jugada hasta el final, Coombes hacía el empate para el Notts County y la afición se volvía completamente loca. Literalmente. Nos iríamos a la prórroga. Sí; el 27 de agosto de 2013, el Notts County jugaría la prórroga frente al Liverpool en Anfield porque le había empatado el partido durante los noventa minutos.


Lo que sucedió en la prórroga fue lo esperado. A pesar de que el Liverpool la disputó con diez futbolistas debido a la lesión de Kolo Touré cuando los cambios ya habían sido agotados –fue la tercera lesión de los reds en el partido tras la de Cissokho y Allen–, se impuso por el físico. No fue tanto una cuestión técnica, sino de cansancio. Entre Sturridge y Henderson destrozaron al Notts. Y fue una pena, porque el gigante estuvo a punto de morir a manos del enano. Pero se marchó vivo, aunque malherido: la guerra que le dio el pequeño Notts County fue absolutamente memorable.


PabloG.

lunes, 26 de agosto de 2013

La increíble historia de Fabian Spiess


El Notts County es historia viva del fútbol. Cuando uno habla de él, lo hace también de ese juego con el que se entretenían los obreros después de sus interminables jornadas de trabajo a mediados del siglo XIX. No obstante, el equipo de Nottingham es el tercer club de fútbol más antiguo del mundo, fundado en 1862, y sólo superado por el Sheffield Football Club (1857) y el TSV 1860 München (1860). Hoy sobreviven en la dura League One, la tercera categoría del fútbol inglés. Pero es innegable que el Notts County fue un pilar fundamental para que ese deporte que tanto amamos se convirtiera en lo que hoy es. Mañana, el equipo que dio origen a los colores de la Juventus visitará Anfield para enfrentarse al Liverpool en la League Cup. El partido promete ser toda una fiesta del fútbol en la que el viejo juego y el nuevo macronegocio vuelvan a darse la mano. Y, por qué no, una oportunidad histórica para los magpies de volver a ser lo que fueron y dar la campanada en uno de los mejores y más místicos escenarios posibles.


En la plantilla del Notts County hay un futbolista con una curiosa historia: un portero alemán criado en España que tuvo que marcharse a Dubái para ser profesional en Inglaterra. Cuando el pequeño Fabian Spiess (Wesel, Alemania, 22/02/1994) llegó a Arroyo de la Miel no era consciente de la aventura que acababa de comenzar. Era un fanático del Schalke 04 y, aunque le gustaba jugar al fútbol con sus amigos, jamás se planteó llegar a ser futbolista profesional. Sus estudios siempre fueron lo primero. De repente un día y casi por casualidad, el entrenador del equipo infantil del Atlético Benamiel lo vio jugar. Quedó prendado de su planta y de su fuerza y lo reclutó para el equipo. Nadie pensaba que ese portero que no tenía ni la más mínima noción técnica podía llegar tan alto. Fabian siempre solía jugar arriba, de delantero. Sus condiciones hacían pensar que ese era su lugar natural: alto, con una fuerza y una potencia descomunales para su edad, agresivo, insistente… Estar bajo palos no era más que una eventualidad.

Pero con el paso del tiempo, Fabian se fue afianzando. A base de trabajo, esfuerzo y sacrificio fue madurando bajo palos y callando a sus detractores. Pasó de ser un gigante algo obtuso a convertirse en uno de los porteros más depurados técnicamente de Málaga y de Andalucía. Por increíble que parezca, tenía influencia en las dos áreas: ágil y con muy buenos reflejos en área propia, retenía muchos puntos con sus paradas; su poderoso saque de pies, que llegaba hasta el borde del área rival con sólo 13 años, ofrecía una infinidad de posibilidades en el juego directo. Quizá a esto último ayudara su sorprendente talla 46 de zapatos.

Por motivos familiares, Fabian tuvo que dejar la Costa del Sol para mudarse a los Emiratos Árabes. Dubái le esperaba. Pero al llegar allí se llevó una gran sorpresa: en un Dubái no existían las ligas regionales. Había ligas amateurs, sí, pero ni mucho menos al nivel de organización de las españolas. Allí los muchachos se formaban sus equipos y se enfrentaban los unos con los otros. Fabian, como era de esperar, sobresalía ampliamente por encima del resto. Y era una auténtica pena: parecía que un brillantísimo talento como el suyo se iba a desperdiciar oculto en las costas del golfo Pérsico.

Entonces, la fortuna hizo de las suyas. Mick Leonard, exportero y leyenda del Notts County llevaba un tiempo residiendo en Dubái. Leonard, amante del fútbol, no dejaba de ver a los muchachos dubaitíes jugar en aquellos pintorescos campos del Centre of Excellence, el lugar en el que trabajaba. Y uno le llamó poderosamente la atención. No era de extrañar que se enamorara del juego de ese chaval: con una agilidad pasmosa para su casi metro noventa de altura, un temple bajo palos admirable y una potencia descomunal tanto en el juego aéreo como en el saque, sabía que Fabian Spiess tendría un gran futuro. Corría el año 2008 y en ese momento Leonard no era más que un simple residente de Dubái. Pero una llamada procedente de Meadow Lane lo cambió todo. Leonard pasó a ser el director de la academia del Notts County y no dudó en llevarse a Fabian a Nottingham consigo.


Sus inicios en las categorías inferiores fueron bonitos pero duros. Tuvo que trabajar muchísimo en la academia para ponerse a la altura de sus compañeros en el aspecto físico; técnicamente iba sobrado. Pronto se ganó el cartel de la mayor promesa de la cantera del Notts County, un papel que desempeñó con orgullo y sin defraudar jamás a nadie. Llegó a debutar con el primer equipo a los 17 años. La academia se le quedó pequeña, pero en el County aún no tenía sitio. Tuvo que marcharse cedido en dos ocasiones, primero al Lewes y después al Corby Town. Dos enriquecedoras experiencias, trufadas de buenas actuaciones, que hicieron que Fabian pasara de ser aquel dulce niño que llegó a Benalmádena al hombre que es hoy en día. Un portero maduro sobre el que ya han puesto sus ojos los equipos más grandes de Inglaterra, como el Manchester United, Manchester City, Tottenham y Arsenal. Su respuesta a esos cantos de sirena no pudo ser más clara: el mes pasado renovó con los magpies hasta 2014, convirtiéndose de este modo en futbolista profesional. Mañana estará en Anfield. Puede que no salga de titular. Es más, puede que ni siquiera juegue. Pero sabrá que está un pasito más cerca de su sueño. Que dejar Wesler para acabar en Nottingham tras pasar por Arroyo de la Miel y Dubái habrá merecido la pena.


PabloG.

sábado, 17 de agosto de 2013

Previa de la Premier League 2013/14

Hoy se da el pistoletazo de salida a la mejor liga del planeta. Da comienzo el espectáculo de una Premier que sufrirá esta temporada multitud de cambios, sobre todo en los banquillos, pero que promete mantener la emoción que han hecho del campeonato inglés una referencia mundial. Al menos tres equipos parten como serios aspirantes a alzarse con el cetro de campeones de Inglaterra, aunque deben tener cuidado con las sorpresas. Pero donde la lucha se hará más crudo será en los puestos europeos y de descenso. Unos delimitan la gloria; los otros el fracaso. Todos quieren lo primero; nadie lo segundo. Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo:


Manchester United: Dos poderosos argumentos hace al United favorito para llevarse el título. El primero y más evidente es que son los vigentes campeones. El segundo, que cuentan en su plantilla con el mejor y más determinante futbolista de toda la Premier League, Robin van Persie. Pero si echamos un vistazo al resto de la plantilla no encontramos muchas más señales que nos indiquen que los red devils son tan superiores al resto. Después de veinticinco años, habrá cambio en el banquillo de Old Trafford. Ferguson deja tras de sí un inmenso legado y un equipo fuerte en las áreas pero con un agujero tremendo en el centro del campo. Aun así, a él le sirvió para sembrar el pánico en las islas y fuera de ellas. Está por ver cómo lo gestiona su compatriota David Moyes y si es capaz de pescar algún pez gordo –se habla de un posible reencuentro con sus expupilos Fellaini y Baines– de aquí al final de un mercado en el que el United ha sido incapaz de mover ficha.

Manchester City: Por fin Manuel Pellegrini podrá demostrar su valía en un equipo grande. Tras su terrible experiencia en Madrid, el Ingeniero llega a un City en el que tendrá a su disposición todos los recursos para hacer una plantilla acorde a su fútbol. La llegada de Navas, Negredo, Jovetic y Fernandinho elevará aún más el nivel de los citizens. De momento ya ha sido capaz de darlo algo al equipo que Mancini no pudo durante su estancia en Manchester: una identidad. Silva, Agüero y Touré ya se frotan las manos pensando en el exquisito fútbol que desarrollarán a las órdenes del chileno. Y esta vez sí, por primera vez desde que entrena en Europa, puede verse recompensado con títulos.

Chelsea: La sola presencia de José Mourinho como técnico eleva el nivel competitivo del equipo de manera increíble. El Chelsea, con el portugués a los mandos, pasa de luchar por la tercera plaza a ser uno de los más firmes candidatos al título. Mou contará en Stamford Bridge con una plantilla poderosa físicamente y de muchísimas garantías: viejos conocidos como Lampard, que volverá a ser vital; especialistas del contragolpe como Moses o Hazard; futbolistas talentosos como Juan Mata, el alma del Chelsea; depredadores del área como Lukaku. A ellos se les unirán otros talentos como Van Ginkel, De Bruyne y, sobre todo, Schürrle, que promete ganarse un puesto en el once titular. En definitiva, Mourinho volverá a contar con once soldados sobre el césped cada semana para pelear por la Premier League.


Arsenal: La situación del Arsenal comienza a ser preocupante. Totalmente descartado de la lucha por el título, está por ver si logrará mantener su codiciada cuarta plaza, la que da acceso a la Champions. Y es que mientras el resto de equipos se refuerzan con buenos futbolistas, el Arsenal fracasa en cada operación que intenta acometer. Fracasó con Higuaín, fracasó con Rooney y volvió a fracasar con Luis Suárez. Y la afición se desespera. Ni siquiera el núcleo duro del wengerismo sabe bien hacia dónde se dirige el equipo. Sin dar el salto de calidad que necesita la plantilla con al menos un fichaje de relumbrón, el Arsenal corre el riesgo de abandonar la nobleza de la Premier. Todo por ser legales, por no querer inflar los precios en esa jungla llamada mercado. Pero la realidad es muy dolorosa. Los gunners necesitan un golpe de timón que los lleve de nuevo a ser los que fueron.

Tottenham: Debe ser la temporada de confirmación de Villas-Boas. Tras una primera toma de contacto con el Tottenham la pasada campaña, esta debe ser la que defina a dónde va su proyecto. Y para eso ha aterrizado Paulinho en White Hart Lane. El futbolista brasileño, que destaca mucho más por su físico que por su técnica, será el faro de los spurs. Compartirá centro del campo con el recién incorporado Capoué y con Dembélé, que parece haber terminado de asimilar los conceptos de su entrenador. Holtby deberá dar un paso al frente en su carrera por pasar de promesa a realidad. También serán muy importantes los goles de Soldado, fichado con el cartel de estrella. Pero sobre todo, lo que marcará las aspiraciones del Tottenham es la continuidad o no de Gareth Bale.

Everton: Llega a Goodison Park el hombre milagro. Roberto Martínez, ingeniero del primer Swansea y héroe del último Wigan, tiene la difícil misión de continuar la obra que creó y perfeccionó durante una década David Moyes. De momento contará con la columna vertebral de la plantilla que el escocés estuvo a un suspiro de meter en Europa, reforzada por hombres de su confianza como Koné, Alcaraz o Joel, y por futbolistas de muchos quilates como Deulofeu o Barkley. Pero cuidado, el mercado sigue abierto y futbolistas vitales como Fellaini o Baines podrían volar en cualquier momento. Si se quedan con los toffees, el objetivo es la Europa League.

Liverpool: Brendan Rodgers afronta su segunda temporada en Anfield con el objetivo de devolver al Liverpool al lugar del que nunca debieron salir. Para ello se ha movido en el mercado en busca de jugadores que pudieran dar un salto cualitativo importante a la plantilla. De este modo han llegado a la ciudad de los Beatles Iago Aspas, Kolo Touré, Luis Alberto o Simon Mignolet, que acompañarán a Gerrard en su enésima cruzada con los reds. Pero sin lugar a dudas, el mejor fichaje que ha podido hacer el Liverpool ha sido mantener en la plantilla a Luis Suárez. El uruguayo es uno de los futbolistas más determinantes de la liga y seguirá escuchando el You’ll Never Walk Alone antes de cada partido en casa, al menos durante una temporada más. Es el factor que hace que el Liverpool pueda ser considerado como un serio aspirante a entrar en Europa la próxima campaña.

West Bromwich Albion: Steve Clarke, el entrenador revelación de la pasada Premier, no debe estar muy contento: esta temporada no podrá contar en su plantilla con Lukaku, autor de diecisiete tantos en la anterior campaña. Para suplir esta sensibilísima baja han llegado dos jugadores de nivel. Al primero lo avala su nombre: Nicolás Anelka. Al segundo, sus veintidós goles en el Watford el año pasado. Y es que la pólvora de Matej Vydra, junto a la de Shane Long, está destinada a otorgar al West Brom la mayor tranquilidad posible. El resto ya lo pone el talento de Clarke.

Swansea: La nueva temporada del Spanish Swansea –siete jugadores españoles integran su plantilla– tiene tres nombres clave: Laudrup, Michu y Bony. Laudrup seguirá al frente de la nave una vez superadas sus diferencias con la directiva y continuará dotando a los cisnes de su excepcional estilo de juego. Michu será de nuevo la estrella, esta vez sin el cartel de revelación colgado de su cuello. Y el marfileño Wilfred Bony, el nuevo delantero centro de los galeses, dará sentido al sistema del primero y liberará mucho más al segundo. Sin duda, el nivel de la plantilla es superior al de la temporada pasada. Pero repetir los éxitos dependerá de cómo asimile la plantilla el reto de jugar dos veces por semana. La participación en la Europa League puede ser un lastre para la Premier.


West Ham: El proyecto de Sam Allardyce seguirá teniendo continuidad una temporada más. Y todo gracias a que la directiva del club del este de Londres colmó sus expectativas firmando a Andy Carroll en propiedad. El delantero seguirá siendo la referencia de los hammers con el objetivo de resucitar al gran delantero que asombró a Inglaterra con la elástica del Newcastle. Además, esta temporada tendrá a sus órdenes a un futbolista tan acorde a su filosofía como Stewart Downing, que también llega procedente del Liverpool. Con el poderío físico de Diamé en el centro del campo y a la espera de que Joe Cole vuelva a ser el que fue, el objetivo, como mínimo, es repetir la hazaña de la temporada anterior.

Norwich: Las buenas sensaciones que transmitió el Norwich de Chris Hughton la pasada campaña deberán prolongarse este año. Quizá no se vuelva a repetir el undécimo puesto de la temporada pasada, quizá sea necesario sufrir un poquito más, pero los fichajes realizados por los canaries invitan al optimismo. Ricky van Wolfswinkel y Gary Hooper vienen a aportar dinamita en la delantera. Mientras, los prometedores Leroy Fer y Nathan Redmond darán una mayor variedad de recursos a uno de los bloques más sólidos de la Premier.  

Fulham: En la era post-Al Fayed, los cottagers se han reforzado con futbolistas experimentados, como Stekelenburg, Amorebieta o Boateng; futbolistas talentosos, como Abdel Taarabt; y futbolistas que pueden llegar a ser decisivos, como Darren Bent. El veterano punta inglés compartirá muchos minutos dentro del área con Dimitar Berbatov, la verdadera estrella del equipo, que aunque la pasada campaña anotó quince tantos, se le echó en cara un visible falta de regularidad en su juego. La gestión de esta plantilla, que tiene pocas aspiraciones más que lograr una permanencia tranquila, corre a cargo de Martin Jol.

Stoke City: Mark Hughes tiene una difícil misión: modernizar al equipo más primitivo de la Premier League con un presupuesto bastante reducido. Y además salvar la categoría. No sabemos cómo acabará esta aventura, pero con futbolistas en la plantilla como Shawcross o Peter Crouch, el tema de rasear la bola parece complicado. ¿Logrará Hughes transformar a la plantilla de arriba abajo u optará por mantener el patapum parriba que Tony Pulis popularizó y convirtió en la seña de identidad del Stoke? El futuro pinta bastante negro para el equipo del Britannia Stadium.

Southampton: La primera temporada completa de Mauricio Pochettino en Inglaterra no puede presentarse mejor. Posee una plantilla con un alto nivel técnico y libertad de acción para exprimirla al máximo. Teniendo en cuenta la calidad del argentino en el banquillo, no sería de extrañar que los saints fuesen la revelación de la temporada. Y jugando un buen fútbol. Al talento de futbolistas como Rickie Lambert, Luke Shaw o el uruguayo Gastón Ramírez se une ahora el de Dejan Lovren y Víctor Wanyama. Refuerzos de nivel para un equipo cuyo límite marcarán los propios jugadores.

Aston Villa: Las aspiraciones de los villanos dependerán única y exclusivamente del estado de forma de Benteke. Si el belga se muestra como en la segunda vuelta de la pasada campaña, el Aston Villa aspira a estar entre los diez primeros. Si no, el equipo Paul Lambert volverá a coquetear con el descenso, algo inadmisible en Villa Park. Pero lo cierto es que, aunque se sabe que lo que ocurrió la temporada pasada no puede volver a ocurrir, el equipo, en principio, no se ha reforzado con hombres que puedan elevar el nivel de la plantilla. ¿Qué hubiera sido del conjunto de Birmingham si algún equipo puntero hubiera pagado los 25 millones exigidos cuando Benteke pidió el transfer request?


Newcastle: Lo que le sucedió la temporada pasada al equipo de Alan Pardew fue un desgraciado accidente. Coquetear con el descenso con una plantilla integrada por futbolistas tan talentosos como Cabaye, Debuchy o Marveaux, tanto potentes como Tioté o Cissoko, tan decisivos como Ben Arfa y tan letales como Papiss Cissé es casi un pecado. El Newcastle debe mirar por encima de la mitad de la tabla y Loïc Remy viene a ayudar a conseguir ese objetivo. El ex del Marsella, que no tuvo una primera experiencia demasiado agradable en la Premier con el QPR busca redimirse en St. James’ Park. Desde luego, en el norte de Inglaterra no podrá usar como excusa que no conoce el idioma: hasta once franceses integran la plantilla de las urracas. Y eso se traduce en un estilo extremadamente físico con algunas pinceladas de una calidad exquisita.

Sunderland: El empujón que le dio Paolo Di Canio al Sunderland cuando tomó las riendas del equipo en abril fue imprescindible para que los black cats lograran in extremis la permanencia. Este año el controvertido preparador italiano tiene ante sí un reto aún mayor: volver a lograr la salvación del equipo en su primera temporada completa en la élite. Para ello se ha hecho con Jozy Altidore y Emanuele Giaccherini por 18 millones de euros. Pero está por ver cuánto aguanta el efecto Di Canio y cómo lo asimila la plantilla. La fuerte personalidad del técnico puede ser un arma de doble filo: o imprime a sus jugadores un carácter guerrero y ganador, o el vestuario se convierte en un polvorín. Y hay más probabilidades de que ocurra lo segundo que lo primero.

Cardiff: Cincuenta y un años lejos de la máxima categoría del fútbol inglés son demasiados años. En la capital galesa lo saben, y por eso no quieren volver a los infiernos a las primeras de cambio. Ese es el principal motivo por el que el Cardiff City ha decidido poner toda la carne en el asador en este mercado de fichajes –han gastado una cifra cercana a los 32 millones de euros–. Eso, y que ser humillados por el Swansea, el eterno rival, sería imperdonable. El caso es que por ese montante han llegado buenos futbolistas como Steven Caulker, Andreas Cornelius y Gary Medel, que se unirán al bloque que logró el ascenso la pasada campaña, comandado por Craig Bellamy. Tras estas incorporaciones, el conjunto galés ha pasado de ser un firme candidato al descenso a poder lograr una permanencia relativamente holgada.

Hull City: Tom Huddlestone, Danny Graham, Jake Livermore y Ahmed Elmohamady han llegado este verano al KC Stadium. Ni siquiera el potencial de estos futbolistas, que esperan relanzar sus carreras a orillas del Hull, impide que los tigres, junto al Crystal Palace, los más claros candidatos al descenso.

Crystal Palace: Aunque la operación se concretó en el pasado mercado invernal, el traspaso se hizo efectivo el 30 de junio. La marcha al Manchester United de Wilfried Zaha, la estrella del equipo la pasada temporada y principal artífice del ascenso, deja huérfano al conjunto del sur de Londres. Sólo un milagro sería capaz de salvar a la peor plantilla de la Premier de un descenso casi seguro.

PabloG.

jueves, 8 de agosto de 2013

Esclavos

Raymond Kopa, el legendario exjugador del Real Madrid y del Stade de Reims, escribió el 4 de julio de 1963 un artículo en el semanario France Dimanche que hizo que los cimientos del fútbol profesional de su país se tambalearan. Bajo un título tan devastador como “Los jugadores son esclavos”, Kopa expresaba con firmeza la injusta situación que vivían los futbolistas de la época: “hoy, en pleno siglo XX, el futbolista profesional es el único ser humano que puede ser vendido y comprado sin contar con su opinión”. Sin embargo, cincuenta años y una alucinante y desproporcionada revolución mediática después, no parece que la situación haya cambiado demasiado. El club que posee los derechos federativos del jugador ya no es el dueño absoluto de su destino, más bien al revés, pero el futbolista profesional sigue siendo esclavo de un poderoso amo: el dinero.


Sólo de este modo se puede dar explicación a la rebeldía de algunos jugadores,  capaces de arremeter contra el club que aman o que les ha dado la oportunidad de brillar cuando nadie confiaba en ellos únicamente por prosperar en lo económico. Es el caso de Robert Lewandowski, delantero centro del Borussia Dortmund. El polaco llegó a la cuenca del Ruhr siendo un completo desconocido y ahora mismo es uno de los puntas más cotizados del mercado. El problema: su contrato vence el próximo mes de junio y sabe que su sueldo no podrá sobrepasar en ningún caso el tope salarial de la plantilla, cifrado en cinco millones. Es aquí donde aparece la figura del todopoderoso Bayern. El club presidido por Uli Hoeness ofrece al jugador una ficha cercana a los siete millones de euros a partir del momento en el que se haga oficial su traspaso. Ese es el motivo por el que Lewandowski quiere abandonar el barco aurinegro de inmediato en lugar de cumplir ese contrato que nadie le obligó a firmar en su momento. Ese, en definitiva, es el motivo por el que el jugador está dispuesto a echarse a toda su afición encima por querer irse al máximo rival. También es el motivo por el que, hipócritamente, llama estafadores a los dirigentes del BVB. Pero la respuesta de Klopp, su entrenador, no pudo ser más clara: "Para mí lo que hace [en el campo] es mil veces más importante que lo que dice porque eso no necesita interpretación".

Si el fútbol ya lleva algún tiempo poco cuerdo, este año es el de su locura definitiva. Los precios en el mercado se han disparado de manera alarmante hasta el punto de que un futbolista del montón puede tasarse en alrededor de 25 millones de euros sin ningún tipo de problema. Traspasos desmesurados como el de Cavani (64,5 millones de euros), Falcao (60 millones), Neymar (57 millones) o James Rodríguez (45 millones) tienen la culpa de esta inflación. Pero el golpe definitivo puede asestarse muy pronto: el Real Madrid está dispuesto a pagar alrededor de 120 millones de euros por el traspaso de Gareth Bale. De confirmarse este movimiento, el galés se convertiría en el futbolista más caro de la historia por encima de los también madridistas Cristiano Ronaldo (94 millones) y Zidane (73,5 millones). Y todo ello sin haber conseguido más que una Copa de la Liga en su carrera.


No todos entran al juego. Como casi siempre suele ocurrir, aparece un rayo de luz para avisar de que se ha perdido el rumbo y que seguir en esa dirección puede ser muy peligroso. En esta ocasión no fue Kopa, sino un compatriota suyo que entrena al Arsenal inglés. “[La oferta por Bale] se ríe de las reglas del Fair Play Financiero. Me parece increíble que en el año en que entran en vigor esas reglas, el mundo del fútbol se haya vuelto completamente loco”. Arsène Wenger sabe de lo que habla. En primer lugar porque está graduado en Ciencias Económicas. En segundo lugar porque es el capitán del barco de un club con una política de compra-venta que le exige cuidar hasta el último penique que paga.

El Arsenal se ha caracterizado en los últimos quince años por comprar jugadores jóvenes a bajo precio para convertirlos en estrellas mundiales y sacarle una gran rentabilidad, bien deportiva o bien económica. La inflación del mercado le afecta de manera mucho más especial que al resto de clubes: es un arma de doble filo. Por un lado sabe que puede sacar un mayor beneficio económico en caso de vender a una de sus estrellas; por otro, el precio de las promesas se dispara, un riesgo altísimo teniendo en cuenta que su rendimiento al máximo nivel, al contrario que el de las grandes estrellas, no está aún comprobado. Pero esta es una temporada especial. Parece que el club está dispuesto a realizar una gran operación que eleve definitivamente el nivel de la plantilla y de nuevo nos topamos con la inflación. Por ese motivo se les escaparon Higuaín y Rooney –aunque el Chelsea pretende que su precio se dispare lo mínimo posible–, y por ese motivo está atascada la negociación por Luis Suárez. Es probable que Suárez acabe en Londres, pero ya avisó Mikel Arteta, voz autorizada del vestuario gunner, que deberán negociar hasta el último minuto.

Es tiempo de clubes que nacen de la nada. De jeques, de magnates que mueven el mercado a su antojo sin importarles lo más mínimo que el dinero que pagan no se corresponde con el precio real de los futbolistas firmados. Es tiempo de la supremacía –de momento económica– de clubes como el Manchester City, el PSG o el Mónaco. Pero no es oro todo lo que reluce. No siempre esta manera de coleccionar cromos es sostenible. El Anzhi, el equipo más extremista a la hora de desembolsar dinero actualmente, ha puesto en venta a toda su plantilla tras los últimos resultados adversos cosechados en la recién comenzada liga rusa. Lo que en Majachkalá llaman “nueva estrategia de desarrollo a largo plazo” aquí se conoce como espantada. ¿Qué ocurrirá con esos futbolistas que antepusieron el dinero al proyecto deportivo que les ofrecían sus clubes? ¿Qué será ahora de Willian, estrella del Shakhtar que dejó el equipo durante una Champions League en la que se estaban saliendo cegado por la codicia? Seguramente acabará en algún equipo puntero de la Premier con un sueldo sustancialmente inferior al actual, pero, como ya dijo Kopa en 1963, seguirá siendo un esclavo.


PabloG.