domingo, 30 de septiembre de 2012

El Málaga se lo merece; el Betis no


Que el Málaga despliega uno de los mejores juegos de la Liga, si no el mejor, es un hecho. Que el Betis está teniendo una suerte nefasta con los árbitros, también. Pero si se juntan las dos cosas, el resultado puede ser de campeonato. Eso fue lo que sucedió ayer en La Rosaleda, donde el Málaga pasó por encima del Betis sin el menor esfuerzo y dando auténticos recitales de juego por momentos, pero nada hubiera sido igual si a los diez minutos Eliseu no se hubiera plantado solo frente a Casto. El portugués salió como un rayo y trató de driblar al portero verdiblanco, que se lo llevó por delante. El árbitro aplicó correctamente el reglamento y mandó al meta bético a la caseta. Otra vez se enfrentaba el Betis a un partido con diez hombres, otra vez le azotaba la desgracia. Joaquín puso el balón en el punto de penalti y no perdonó al equipo de su vida. Lo puso fuera del alcance de Adrián y, a pesar de todo, no lo celebró, porque Joaquín todo un caballero. Aguantó durante los noventa minutos los silbidos de los aficionados béticos que se desplazaron hasta Martiricos, pero en ningún momento realizó un mal gesto. Sólo habló en el campo, donde fue una auténtica pesadilla para el Betis. Y es que el momento de forma que atraviesa el crack del Puerto de Santamaría es impresionante. Le falta la velocidad de antaño, pero es capaz de desbordar por fuera y de arrasar por dentro. Es un verdadero ciclón cuando sale a la contra, pero su mayor virtud es la implicación que demuestra a cada minuto.


El Betis pagó muy cara la expulsión de su portero. Y no precisamente porque Adrián le hiciera mal, al contrario. El joven guardameta hizo un partido soberbio, resultando decisivo por momentos. Pero jugar otro partido con diez hombres después del sobrehumano esfuerzo realizado el miércoles ante el Atlético es demasiado para cualquier equipo. Eso provocó que el Málaga se creciera y se gustara. Comenzó el rondo blanquiazul y el Betis sólo pudo correr tras el balón. El segundo gol se mascaba. Lo tuvieron cerca entre Demichelis y Camacho tras un centro de Joaquín de falta, pero su remate al alimón se estrelló en el poste. Pero poco después ocurrió lo inevitable: Saviola y Portillo se pusieron a fantasear en la frontal del área y la defensa se echó a temblar. Una pared entre los dos dejó al paleño solo frente a Adrián, y no le tembló el pulso a la hora de buscar al Conejo con un pase de la muerte para que finalizara una jugada de ensueño. El gol no debió subir al marcador por fuera de juego de Portillo, pero la jugada fue una auténtica obra de arte.


Trató de reaccionar el Betis al comienzo de la segunda mitad con la entrada de Rubén Castro, y durante unos minutos en los que el Málaga anduvo sin rumbo, fue capaz de incomodar, aunque con escaso peligro para la meta de Caballero. Tuvo poco trabajo el Zamora el día de su cumpleaños. Pero tras la tregua, volvió a aparecer el Málaga. Lo hizo con la entrada de Recio y Santa Cruz, que le dieron un nuevo aire al equipo. Se nota que ha escocido mucho en Heliópolis la llegada del paraguayo a la Costa del Sol, pero el jugador no pudo desquitarse de los desagradables cánticos recibidos con un gol. Y no porque no lo intentara, pero las mieles de la gloria estaban destinadas a otros. A Monreal por ejemplo, que puso el broche de oro a un partido sensacional –uno más– con una internada por la línea de fondo que Amaya se encargó de introducir en su portería al intentar despejar. Pero el Málaga no se conformaba con un tres a cero, quería un poco más. En especial, Joaquín e Isco, que idearon una rápida acción tras una magistral recuperación del gaditano en la frontal para que el arroyero la pusiese al palo contrario con suavidad. Fueron cuatro, pero pudieron ser muchos más si no llega a ser por las manos salvadoras que Adrián sacó a Seba, o por la providencial actuación de Nacho para evitar el gol de Demichelis en la línea de gol. El Betis no lo mereció, pero volvió a salir goleado. Ojalá que pronto cambie su suerte. El equipo lo merece. Mientras tanto, el Málaga mira al Barcelona desde el segundo puesto.


PabloG.

jueves, 27 de septiembre de 2012

En Blanco y Negro: Una raza única (Parte I)


Se ha extinguido una raza. Esa es a la conclusión que podemos llegar al comienzo de esta temporada. Una raza de grandes delanteros. De garra, de lucha y, sobre todo, de gol. Hombres que se dejaron la piel por unos colores que sintieron en todo momento. Hombres que, en su mayoría, rechazaron grandes sumas de dinero para luchar por el equipo de su vida –al menos hasta que les fue posible–. Jugadores de los que ya no quedan y que se han extinguido para siempre. Por eso, en esta edición de En Blanco y Negro, que estarádividida en dos partes, vamos a rendir tributo y a “conocer” en profundidad a los héroes que nos hicieron soñar la década pasada.


Alessandro Del Piero

No se puede entender la carrera deportiva de Alessandro Del Piero con otra camiseta que no sea la bianconera de la Juventus. Pero, tras toda una vida defendiendo los colores de la Vecchia Signora, así deberá ser. Este mes de junio finalizó la penúltima gran historia de amor entre una superestrella y su equipo de toda la vida. Una historia plagada de fidelidad y lealtad, entrega, dedicación, sufrimiento, y, sobre todo, muchísimos éxitos. Alessandro se marchó del Juventus Stadium rumbo al Sydney F.C. con un impresionante reguero de títulos: seis campeonatos de la Serie A, una Copa italiana, una Liga de Campeones, una Intercontinental, una Supercopa de Europa, una Supercopa de Italia, una Intertoto y un campeonato de la Serie B. Porque sí, ni siquiera tras el descenso de la Juventus por el escándalo del “Calciopoli” en el año 2006 Del Piero abandonó al equipo de sus amores. Es más, lo devolvió a la élite como campeón y se convirtió en el máximo realizador de la categoría con veinte tantos.

A pesar de que siempre fue cuestionado, Pinturicchio siempre tuvo en su talento su mejor aval para hacer que todos y cada uno de los inquilinos del banquillo juventino se rindieran a sus pies. Mortal en el regate corto aunque no excesivamente rápido, era un pesadilla constante para los defensas rivales. Además, a esto le sumaba una puntería privilegiada, que le hacía igual de efectivo tanto a larga como a corta distancia. También poseía un exquisito golpeo a balón parado que convertía cada disparo a puerta en una obra de arte. Sin duda alguna, uno de los jugadores más talentosos que ha salido de Italia.

Thierry Henry

Cuando Arsène Wenger le rescató de la Juventus para convertirlo en el jugador franquicia de su Arsenal, sabía por qué lo hacía. Y es que ningún entrenador supo entender mejor a Henry que su mentor, el que le hizo debutar en la élite en el Mónaco hace dieciocho años. Henry supo responder a la perfección a la confianza depositada en él por Wenger, liderando al mejor Arsenal de la historia. Los títulos le avalan: dos Premier Leagues –una de ellas ganada sin perder un solo partido–, tres FA Cups, y dos Community Shield como jugador gunner, además de un amargo subcampeonato de la Liga de Campeones tras caer en la final contra el Barça de Rijkaard, equipo que lo contrataría dos temporadas más tarde. Allí y con Guardiola ya a los mandos, Henry fue pieza clave en la temporada más brillante de la historia del equipo azulgrana, culminada con la consecución del “sextete” que le hizo completar un palmarés envidiable y conseguir su ansiada Copa de Europa. Tras su insuperable epílogo en el Viejo Continente, el campeón del mundo y de Europa con la selección francesa decidió poner rumbo a la MLS, enrolándose en las filas de los New York Red Bulls, donde todavía sigue deleitando a los aficionados con su deslumbrante talento.

Si algo ha definido a Henry a lo largo de su trayectoria, eso ha sido su increíble potencia en carrera. La combinación de velocidad, manejo del balón, inteligencia, y su amplísima zancada lo convertían en imparable, especialmente al contragolpe. Otra de sus grandes virtudes reside en su facilidad para ganar la espalda a la línea defensiva rival, siempre al borde del fuera de juego. Pero lo que realmente le ha llevado a ser uno de los delanteros más determinantes de la pasada década ha sido su magnífico acierto de cara al gol, que le hizo ganar dos Botas de Oro consecutivas. Poco le importaba si el remate era dentro o fuera del área, Henry siempre resolvía la jugada de la manera más elegante posible. Míticas son ya sus definiciones con el interior al palo largo, así como sus sensacionales goles a balón parado con carrera corta. No cabe duda de que Henry ha sido uno de los más grandes.

Raúl

El debut de Raúl en el Real Madrid en la temporada 1994/95 de la mano de Jorge Valdano supuso una bocanada de aire fresco para la afición merengue, que vio en él al sucesor de la exitosa Quinta del Buitre, que se hallaba ya en su ocaso. Desde el momento de su debut, Raúl se convirtió en el ídolo de la afición, y en la bandera del Madrid y del madridismo. Siempre lideró a su equipo con orgullo, garra y sacrificio, tanto en los buenos momentos como en los malos. Considerado por muchos como el mejor jugador español de la historia, fue uno de los grandes responsables de que el Real Madrid se alzara campeón de la Copa de Europa en 1998 –título que no lograba desde que se hiciera con seis campeonatos entre 1956 y 1966–, capitaneó a la galaxia blanca, y fue la pieza angular de la restructuración del Real Madrid hasta lo que es hoy en día. Tras dieciséis años en el equipo blanco, en 2010 tuvo que abandonar el club y firmó por el Schalke 04 alemán, dejando a su paso una carrera plagada de éxitos: tres Ligas de Campeones, seis Ligas, dos Intercontinentales, una Supercopa de Europa y cuatro Supercopas de España. Una vez en Alemania, el “señor Raúl” continuó haciendo gala de su profesionalidad y entrega, que llevaron al Schalke a proclamarse campeón de la Copa de Alemania, de la Supercopa alemana y a alcanzar las semifinales de la Champions League. Actualmente milita en el Al Sadd de Qatar.

Raúl es la inteligencia hecha jugador de fútbol. Siempre está bien posicionado; siempre alerta a un posible rechace del portero o a un error de la defensa. Tanto dentro del área como fuera de ella, Raúl se mueve con sigilo en busca de la ocasión perfecta. Hizo de sus remates de primeras al palo corto su sello de identidad, al igual que su clásica cuchara, imparable para los porteros. Y es que Raúl es el gol por definición. No en vano es el máximo goleador de la historia de las competiciones europeas. Eso fue lo que le llevó a liderar también a la selección española mientras el físico aguantó, con el único pero de no haber logrado ningún campeonato internacional con La Roja.

Andriy Shevchenko

Hablar de Shevchenko es hablar de uno de los delanteros que mayor impacto han causado en la pasada década. Nadie que vio jugar a Shevchenko puede olvidar sus increíbles actuaciones con la elástica rossonera del Milan, con el que lo ganó casi todo: una Serie A, un Copa italiana, una Champions League, una Supercopa de Europa y una Supercopa de Italia. El único título que se le resistió fue el Mundialito de Clubes –antigua Intercontinental–, que su equipo perdió en 2003 frente a Boca Juniors. Pero lo que mejor habla de Sheva es su espíritu competitivo, su afán de superación y su mentalidad ganadora. Esa fue la clave que le llevó a convertirse en el mejor jugador del mundo en 2004 tras alzarse con el Balón de Oro. Aunque, a pesar de sus innumerables logros tanto en el Dinamo de Kiev como en el Milan, no todo fueron éxitos en la carrera del ucraniano. El Chelsea le sedujo para abandonar San Siro, pero su rendimiento no fue el esperado y acabó naufragando en el Támesis. Trató de volver a casa para recuperar viejas sensaciones, pero ya fue demasiado tarde: el final de su carrera se aproximaba. Fue por eso que decidió regresar al club de sus amores, el Dinamo. Allí exprimió las últimas gotas de su fútbol hasta retirarse este pasado verano para dedicarse a la política. Pero no fue su fracaso en Stamford Bridge su trago más amargo. Ese es el recuerdo de aquel penalti fallado en la fatídica tanda frente al Liverpool, que hizo que el equipo inglés se proclamara campeón de Europa tras un partido inolvidable.

La mayor virtud de Sheva fue su enorme movilidad en el frente de ataque. Incontrolable en el intercambio de posiciones, su gran talento le permitía definir la jugada de mil maneras diferentes. Podía asociarse, driblar, asistir, o, por supuesto, disparar a portería. Formó durante años una sociedad altamente peligrosa junto a la mejor versión de Kaká en un Milan que cautivaba a cada minuto de juego. En él, Shevchenko era el rey del gol. No le temblaba el pulso a la hora de definir en el área y tampoco si tenía que buscar un disparo lejano. El objetivo era siempre el mismo: el gol. El precio no importaba. Eso y su espíritu competitivo, su afán de superación y su mentalidad ganadora le llevaron a convertirse en el mejor jugador del mundo en 2004 tras alzarse con el Balón de Oro. El ansia de triunfo fue una constante en la carrera del mejor jugador ucraniano de la historia.

Ruud Van Nistelrooy

Nadie puede negar que Van Nistelrooy lleva el gol en las venas. El mejor rematador de la década colgó las botas el pasado mes de junio tras una gris temporada en el Málaga, que no hizo justicia a su brillante carrera en los clubes más grandes del continente. Ruud hizo goles allá donde fue: logró dos veces ser el máximo goleador de la Eredivisie holandesa con el PSV, una vez ser el máximo goleador de la Premier League y de la Primera División española con el Manchester United y el Real Madrid respectivamente, y tres veces ser el máximo goleador de la Champions League, todas ellas con el Manchester. Además, fue nombrado este mismo año como el máximo goleador de la pasada década. Fue de la mano de Sir Alex Ferguson donde Van Nistelrooy demostró todo su potencial, hasta el punto de convertirse en la referencia ofensiva del equipo. En Manchester formó un peligroso tándem con Beckham, que puso a su disposición un ingente número de pases medidos que Ruud no desaprovechó. Este tándem se volvería a repetir años más tarde en el Real Madrid, después de abandonar el United por varios enfrentamientos con Ferguson. En Madrid dio todo lo que le quedaba dentro, y dos Ligas y una Supercopa de España después, puso rumbo a Hamburgo para después finalizar su carrera de blanquiazul en la Costa del Sol. A pesar de que Ruud lo ganó casi todo en cuanto a campeonatos domésticos se refiere, nunca pudo levantar un campeonato a nivel internacional.

Van the Man ha sido el nueve de área por definición. Un futbolista imparable dentro de la caja capaz de rematar al primer toque cualquier balón servido, por difícil que fuera. Su variedad de remates era completísima, siendo igual de efectivo tanto con ambas piernas, como con la cabeza, con la que era un auténtico especialista a balón parado, sacando el máximo partido a su envergadura. Pero todas sus virtudes no hubieran sido aprovechadas si no llega a ser por su gran facilidad para el desmarque. Sus inteligentes movimientos le permitían encontrar siempre la situación ideal para el remate. Ese fue el gran secreto del mejor nueve de la década.

PabloG.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Rudy es un supercampeón


No cabe duda que el factor que marcó la diferencia ayer entre el Real Madrid y el Barça fue la presencia en la pista de Rudy Fernández. Todo lo que se pueda decir del mallorquín se queda corto. Y no sólo por sus impresionantes veintidós puntos, que hablan muy bien de la capacidad ofensiva de un jugador capaz de encontrar un tiro donde no lo hay y encima encestar con facilidad, sino también por su capacidad para hacer de todo con unos resultados más que excelentes. En defensa, Rudy se dedica a su labor de una manera asombrosa para un jugador como él, campeón de casi todo con la selección española y que procede de la NBA. Su esfuerzo y dedicación aportan mucho al equipo por sí solos, pero multiplican su valor por el hecho de que contagian al resto, que ven en Rudy el camino a seguir. Pero es que en el apartado ofensivo este jugador es para quitarse el sombrero: juega y hace jugar, rebotea, asiste y es capaz de dirigir como un base, se hace fuerte en los palmeos en carrera, es casi imparable en las penetraciones y tiene una mano sensacional desde la línea de triples. Es un jugador total, una pieza básica a la que se echaba de menos en Europa.


Pero Rudy no estuvo solo en la tarde de ayer. Estuvo rodeado de un equipo lleno de ambición y de hambre de victoria. Sergio Rodríguez volvió a dar una lección de como dirigir el juego desde la posición de base. No queda ni rastro del jugador que pasó con más pena que gloria por la NBA y que se hallaba sin rumbo. Ahora el “Chacho” demuestra una madurez que le hace elevar su nivel de juego sobre el resto. Y cuando no estaba Sergio en pista, Llull hacía de las suyas. O bien coincidían los dos. La capacidad para penetrar a canasta del balear esta fuera de toda duda, y además sabe sacarle la máxima rentabilidad. Pero aparte de eso, es un jugador con una intensidad asombrosa que le hace destacar en todas las facetas del juego. Sus catorce puntos, cinco rebotes y dos asistencias nos hablan de un pilar fundamental en el esquema de Pablo Laso. Un jugador imprescindible, capaz de ser una amenaza para el rival tanto por dentro como por fuera y de dejarse la piel en defensa. También Mirotic tuvo unos buenos números (once puntos y cuatro rebotes), pero su incidencia en el partido fue menor que en encuentros anteriores. A nadie se le escapó que su duelo con Lorbek acabó en tablas y perjudicando a ambos jugadores. El que nunca se ve perjudicado por nada ni por nadie es Jaycee Carroll. Al americano con pasaporte de Azerbaiyán poco le importa cual sea el rival o cuantos minutos esté en pista, él sólo tiene una cosa en la cabeza: el aro. Anota, anota y vuelve a anotar. Ese es su rol, y lo cumple a la perfección. No existe en la ACB ni, probablemente, en Europa, un jugador con una capacidad mayor para hacer puntos. Cuando un jugador es capaz de anotar diecisiete puntos en tan sólo quince minutos, poco más se puede decir.


Enfrente hubo un Barça deslumbrante, espectacular y lleno de talento, pero al que le falta rodaje. El equipo de Xavi Pascual fue un digno rival para el Real Madrid, pero sólo en la primera parte dio la sensación de poder llevarse el encuentro. La remontada del final del segundo cuarto, con Mickeal e Ingles a la cabeza, que dejaba el partido a un punto después de una diferencia de once, fue el punto más alto del Barcelona ayer. Después de eso, logró empatar el encuentro a cuarenta y seis puntos y comenzó a hundirse. Se atascó en ataque y el Madrid se fue a diecinueve para dejar el partido sentenciado a falta de cuatro minutos del final. Y todo ello a pesar de la lección que dio Nathan Jawai. El australiano es un monstruo, una bestia que domina como nadie la zona pintada. Es enorme, posee una fuerza descomunal y además es ágil y capaz de correr la pista a buen ritmo. No cabe duda de que dará muchísimo que hablar este año en la ACB con su capacidad para taponar y para machacar con una potencia bárbara. Porque además se entiende bien con Marcelinho. Con Felipe Reyes y Slaughter maniatados a la hora de defenderle, Begic le sirvió de merienda. El esloveno se vio incapaz de controlar a esta fuerza de la naturaleza que se fue hasta los veinte puntos y tres rebotes, todos ellos en ataque.


Aunque con Jawai sólo no basta para ganar a un grande de Europa como el Real Madrid. Hace falta algo más. Mickeal tenía ganas al partido. Quizá en exceso, por eso se cargó de faltas demasiado pronto, lo que limitó muchísimo su presencia en un partido en el que debería haber dado un paso al frente para liderar al equipo. Fue entonces cuando Ingles se erigió como líder ofensivo del Barça, con todo lo que ello conlleva. El australiano es un jugador estupendo, pero no es capaz de decidir un partido por sí solo, a pesar de que le puso todo su empeño. El Barça acusó la falta de un líder en pista que acompañara a Jawai. Eso no ocurrirá durante la temporada, cuando Navarro esté en perfectas condiciones y Jasikevicius le acompañe en la labor de mando. Mientras tanto, Rabaseda trató de suplir a Mickeal. El canterano culé firmó once puntos, tres rebotes y dos asistencias fundamentales, pero que finalmente no sirvieron para lograr la victoria. Pero sin duda, al que más se echó de menos fue a Tomic. El ex madridista aportó el morbo al encuentro y poco más. Fue superado constantemente en defensa y se quedó en unos mediocres siete puntos para un jugador que está llamado a poner todo su talento ofensivo al servicio del conjunto blaugrana. Vio como se le escapaba un nuevo título, esta vez desde el otro lado. El Madrid se llevó la supercopa con todas las de la ley. Es un equipo increíble.


PabloG.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Demasiado cansancio para homenajes


Justamente hoy hace cincuenta años del debut del mejor portero de la historia del Athletic de Bilbao. Precisamente en La Rosaleda, el legendario Iribar se enfundó por primera vez la negra equipación del equipo de sus amores, la misma con la que forjó su mito bajo palos. Curiosamente hoy fue el Málaga quien visitó la casa de Iribar. La ocasión era inmejorable para rendir tributo a una leyenda viviente del fútbol español, probablemente el mejor portero que haya dado este país, con permiso de Casillas. La afición de La Catedral se rindió a los pies de su ídolo, porque Iribar, de forma directa o indirecta ha influido en todos los aficionados del Athletic. No hay un solo seguidor rojiblanco, por joven que sea, al que no se le ponga el vello de punta al escuchar su nombre, y eso sólo los grandes mitos pueden lograrlo. Iribar lo es, no cabe duda.


Pero lo cierto es que ninguno de los dos equipos tenía cuerpo para fiestas. La aventura europea pasó factura a los dos equipos, que sintieron que el partido se hacía demasiado largo. El Málaga estuvo irreconocible durante buena parte del encuentro: el balón circulaba a una velocidad muchísimo menor de la habitual, Toulalan y Camacho no lograban hacerse con el centro del campo, a Isco le faltaba la chispa, Joaquín no encandilaba en el regate… En definitiva, el Málaga no era el de siempre. Mientras tanto el Athletic sí fue el de siempre. No el de Bielsa, pero sí el de siempre. Fue un equipo correoso y muy físico. Durante la primera mitad, los leones no acertaban a la hora de llegar tocando, caían demasiado en el fuera de juego y buscaban en exceso a Aduriz arriba, con escaso éxito. Está más que claro que Aduriz no es Llorente, por mucho que se esfuerce. El riojano aporta muchos más intangibles que el vasco, además de ser menos estático y más letal. Durante estos minutos, la pieza clave del Athletic fue Iturraspe, que se adueñó del centro del campo a pesar de la dura competencia que tenía enfrente e hizo jugar a sus compañeros, en especial a De Marcos, al que sirvió un balón magistral de cuchara que ni él ni Susaeta lograron llevar a buen puerto.


El meta Raúl tuvo un inicio de partido que hizo dudar a más de un aficionado local e incluso a él mismo. Algunos fallos en la salida por alto y con el balón en los pies sembraron las dudas en San Mamés. Es normal, debe ser bastante difícil salir de titular el día en que se homenajea al mejor portero de la historia del club. La responsabilidad tiene que ser tremenda. Pero bien sea por talento propio, que no le falta, o porque el espíritu de Iribar se apoderó de él, terminó cuajando una actuación fabulosa. Raúl fue el gran culpable de que el Málaga terminara el encuentro con el marcador a cero. Contra él se estrellaron Jesús Gámez tras una internada, las intentonas de Isco y Monreal, y un soberbio latigazo de Eliseu que hizo levantarse a toda la grada de La Catedral. En definitiva, todo lo que el Málaga lanzó a portería.


Menos trabajo tuvo Caballero, a pesar de que también cuajó una gran actuación, como viene siendo habitual en este inicio de liga. El argentino se está consolidando como uno de los mejores guardametas de la categoría, especialmente cuando tiene que fajarse en las salidas al mano a mano. Ahí demuestra que a lo aprendido en la escuela argentina le ha sumado la entereza de la escuela española. Esta vez le tocó a De Marcos, que tampoco fue capaz de superar a Caballero cuando estuvo frente a él tras un magnífico pase filtrado por Muniain. Y es que el Athletic tuvo un cuarto de hora de dominio intenso sobre el cuadro de Pellegrini, justo cuando salieron a relucir las enseñanzas del maestro Bielsa. El Athletic recuperó su identidad y se impuso al Málaga, pero con escaso acierto de cara a portería, a pesar de contar ya con Llorente en el campo. Siempre que se aproximó al área dio sensación de peligro, pero la realidad muestra que el único disparo a puerta que realizó fue el mano a mano salvado por Caballero, que volvió a dejar a cero su casillero. No hubo goles, pero el espectáculo, especialmente el de los porteros, fue digno del homenaje. A los jugadores de campo Europa les pesó demasiado.


PabloG.

Una gran injusticia



Que injusto es el fútbol a veces. Parecía como si los aficionados del Liverpool supieran la que se les avecinaba, y era por eso que hacían un mosaico antes del comienzo del partido con un mensaje claro: “Justicia”. Pero no, ellos hacían referencia a un asunto mucho más serio, un asunto por el que han tenido que cargar con una pesada losa durante décadas y que hizo que Europa sintiera una especie de odio irracional sobre toda la afición red. La tragedia de Hillsborough en 1989 marcó el fin de una época en el fútbol y el comienzo del espectáculo que hoy se conoce en el mundo entero. Lo triste fue que para ello fue necesaria la muerte de noventa y seis personas inocentes, todos ellos seguidores del Liverpool, que sólo querían disfrutar de la emoción que supone ver a tu equipo en directo. Allí, en la jaula de acero del casi medieval estadio de Hillsborough, la tragedia se desencadenó  con una brutal avalancha humana. Se culpó a los hooligans, causantes de tantos disturbios a lo largo de la historia del fútbol inglés, como en la tragedia de Heysel, en la que murieron treinta y nueve personas, treinta y dos de ellas seguidores de la Juventus, rival aquella noche del Liverpool en la final de la Copa de Europa. Pero, tras años de ocultismo y circunstancias que poco ayudaban a esclarecer la verdad, el Primer Ministro británico, James Cameron, pidió disculpas tras la publicación de un informe que hacía responsables a la policía británica, que permitió el acceso a las gradas a más seguidores de los permitidos. Veintitrés años después, Anfield puede respirar un poco más tranquilo.


Este Liverpool promete. Es un peligro constante con el balón en los pies; tiene mucha velocidad arriba, talento y sacrificio en el medio campo, y a Luis Suárez como líder ofensivo, con todo lo que ello conlleva. Pero de momento poco más. Sigue sin conocer la victoria y se hunde en la penúltima posición de la tabla, sólo por encima del Reading, que cuenta con un partido menos. Además, el equipo dirigido por el norirlandés Brendan Rodgers está firmando el peor arranque de su historia. Hoy le faltó ese puntito de gracia, ese que marca la diferencia entre un equipo grande y otro que no lo es, porque ya no cabe duda de que el club de Anfield abandonó ese selecto grupo hace varios años. Su palmarés es extraordinario, impresionante. Sus cinco Copas de Europa hablan por si solas, pero dentro del campo no juegan las copas, sino unos jugadores que, al parecer, no están acostumbrados a unas exigencias tan enormes. El equipo red es joven y talentoso, a nadie cabe duda de que no tardará en salir a flote. Pronto se verá contagiado por el espíritu de grandes campeones como Gerrard, Carragher o Reina. Además, da un trato excepcional al cuero, teniendo en cuenta el juego tan sumamente físico que se practica en la Premier. Pero mientras llega ese futuro, el Liverpool tendrá que seguir luchando por entrar en Europa, como el año pasado, aunque esperemos que con mejor suerte.


Pero de lo que no cabe duda es de que el partido no defraudó. No importa cual sea la situación del Liverpool y no importa cual sea la situación del United, el derbi del Este siempre cumple las expectativas. Fue un partido intenso, agresivo, aguerrido, lleno de orgullo y, sobre todo, con mucho fútbol. En este sentido fue el Liverpool quien llevó la manija. No dio opción a un Manchester que se tuvo que replegar ante la admirable labor de presión de los scousers, que se dejaron la piel en el campo. Las ocasiones locales no cesaron: primero Luis Suárez desde la línea de fondo, después Gerrard con un seco disparo tras un córner en corto, luego nuevamente Luis Suárez… El Liverpool era una tormenta ofensiva. Pero enfrente había un hombre que quería sacudirse todas las críticas que se han vertido sobre él desde su llegada en el mejor escenario posible. Y es que el partido de Lindegaard fue para enmarcar: no cometió un solo error y salvó a su equipo en cada ocasión de peligro rival. Con él danés y con De Gea, el Manchester United puede presumir de tener una de las mejores parejas de porteros de Europa, si no la mejor. Pero también la más irregular.

A pesar de que los goles no llegaban, todo iba viento en popa para el Liverpool. El Manchester no suponía una amenaza real de peligro porque no conseguía enlazar más de tres pases seguidos, lo que provocó que Van Persie fuera una isla. Tan sólo Giggs y Kagawa ponía el ímpetu suficiente para intentar salvar el entramado defensivo del Liverpool. Pero todo cambió al borde del descanso en una acción que tuvo al joven Shelvey como protagonista. El centrocampista red se comportó como un auténtico hooligan y confundió los conceptos agresividad y violencia. Su espeluznante entrada sobre Jonny Evans le hizo marcharse a la caseta antes de tiempo y dejar a su equipo con diez hombres frente a un lobo con piel de cordero como fue el equipo de Sir Alex Ferguson.


El Liverpool no cesó en su empeño de llevarse el choque. Es más, al inicio de la segunda mitad logró derribar por fin el muro de Lindegaard. Fue Gerrard, quién si no, el autor del bonito tanto. Tras una jugada de acoso y derribo, el símbolo de Anfield bajó el balón con el pecho dentro del área para fusilar al meta de los diablos rojos y dar a su equipo la merecida ventaja. Pero poco duró la alegría en Anfield Road. Seis minutos, para ser más exactos, y todo coincidió con la entrada de Scholes en el campo. El pelirrojo centrocampista sigue siendo un futbolista extraordinario a pesar de los años. Dio serenidad al equipo y permitió abrir las bandas. Esto lo aprovechó a la perfección Rafael, que entró como un rayo y, después de asociarse con Kagawa y Valencia, puso el balón fuera del alcance de Pepe Reina. Fue el primer disparo a puerta del United en el partido, pero entró por la escuadra. Tras el gol el United llevó el peso. Kagawa, Giggs y Scholes movieron el balón de un lado a otro creando peligro siempre y llevando el partido al punto que más interesaba a su equipo. Una vez que se rompió el partido, Valencia aprovechó los espacios para salir imparable a la contra y cayó dentro del área en la jugada más dudosa del encuentro. Glen Johnson aseguró no haber tocado a su rival y las imágenes fueron incapaces de afirmar lo contrario, pero Van Persie no desaprovechó la oportunidad de sacar los tres puntos del fortín de Anfield. Fue injusto, pero el futbol sólo entiende de goles.


PabloG.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Isco como antídoto a la 'Hulkamania'


Deben estar tristes los aficionados del Zenit. Un joven de veinte años, natural de Arroyo de la Miel, acabó con su sueño más dulce. Un sueño de sesenta millones de euros nada menos. Se acabó el desasosiego que provocaba en el equipo rival ver a Hulk con la camiseta celeste. Y se acabó a los tres minutos, cuando el citado joven tomó contacto con el balón en la esquina del área, se metió para dentro como el que dribla conos, y puso el balón lejos del alcance de Malafeev, para que, después de rebotar en el poste, se transformara en el primer tanto del Málaga en la fase final de la Champions. Todavía le quedó fuerza al brasileño para intentar mantener vivo su imperio, pero su impresionante trallazo a los pocos segundos del primer gol fue a parar al larguero. Fue el último aliento de la ‘Hulkamania’. Después llegó el gol de Saviola, tras una gran jugada de toque, de estilo malaguista, que el argentino definió en el área como un nueve a pase de Gámez. Otra vez volvió a hacer acto de presencia el descarado jovencito, moviendo los hilos de su equipo en la Champions, como era de esperar. Pero el éxtasis del estadio llegó ya mediada la segunda parte. Fue con un balón en la frontal del área proveniente de las botas de Joaquín con el que Francisco Román Alarcón Suárez se hizo hombre. Y lo hizo como acostumbra: por la escuadra. Desde ayer, el nombre Isco ondeará por La Rosaleda como si de la bandera del equipo se tratase.


Sobran los calificativos para un futbolista que juega con veinte años con la naturalidad propia de los veteranos. Parece que lleva toda la vida jugando en la élite. Isco maneja el tempo del partido siempre, sea cual sea el rival que esté enfrente. Sabe siempre lo que tiene que hacer y cuando lo tiene que hacer. Destaca por encima del resto con jugadas individuales de fábula y sabe hacer mejores a sus compañeros con pases cortos o de fantasía. Es una pesadilla constante. O si no que se lo pregunten a Anyukov. La elástica que le hizo dentro del área quedará para siempre en la historia del fútbol. Pero es que precisamente ayer, Isco estuvo más dulce que nunca. Hasta sus mayores carencias se convirtieron en sus mejores virtudes. Esos dos goles dieron al fantástico mediapunta el plus que necesitaba. Dieron la victoria al equipo y le consagraron en Europa. Realizó una actuación mítica, sólo a la altura de los mejores del mundo. Esto es Europa y este es Isco, señoras y señores.

Pero el Málaga no fue sólo Isco. Fue un bloque serio, sólido y competitivo. Fue ese equipo que viene siendo desde el inicio de la temporada, el que todavía se mantiene invicto. No necesitó aclimatación a la Champions, a pesar de la entidad del rival. No echó en falta a Toulalan, pieza básica en el equipo. Pero con Camacho todo es más sencillo. El aragonés va camino de convertirse en uno de los mejores recuperadores de Europa. Mantuvo la posición durante los noventa minutos de juego, desactivó el centro del campo ruso e hizo jugar a sus compañeros. Su compromiso está fuera de toda duda y su potencial se va haciendo realidad poco a poco. También hubo pólvora arriba, y la goleada pudo ser escandalosa. Saviola volvió a demostrar la clase de jugador que es y lo bien que le sienta tener a Joaquín cerca. Ambos pudieron dejar en ridículo a la defensa del Zenit, pero el acierto de Malafeev y el desacierto propio en los metros finales lo impidieron.

El Zenit demostró que es un equipo acostumbrado a grandes duelos, a grandes ocasiones. Un equipo Champions por definición. Pero ayer se vio apabullado por el equipo de Pellegrini. Eso da más mérito a la sensacional victoria. Perdió el centro del campo y se empeñó en disparar desde la frontal, con el larguero de Hulk como mejor resultado. Tuvo una fase de dominio entre los últimos minutos de la primera parte y los primeros de la segunda, pero entonces fue cuando salieron a relucir las manos de Caballero, que volvió a salvar al equipo con dos paradas antológicas a Kerzhakov. Pero el Zenit se fue del partido definitivamente cuando Iturra cogió temperatura. Una vez que se adaptó a la maquinaria blanquiazul, mantuvo a raya al equipo rival. Hizo de complemento perfecto a Camacho, y aportó al equipo el empaque que necesitaba. Eso provocó que volviera a aparecer de nuevo ese descarado jovencito. Jamás será olvidada la noche en la que Hulk fue derrotado por un niño.


PabloG.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Saviola eclipsó a Velasco


Como un tiro. Así ha comenzado este año el Málaga la temporada. Esos diez puntos en cuatro partidos así lo confirman, como también indican que es el mejor arranque de su historia. Esta vez la víctima fue un Levante que nunca dio sensación de poder ganar el encuentro. Y todo el mérito lo tuvo el Málaga, muy superior a su rival. El único pero del encuentro tuvo nombre y apellidos: Carlos Velasco Carballo. El colegiado madrileño, internacional en la pasada Eurocopa, fue el triste protagonista del partido, con varios errores que, aunque no fueron decisivos finalmente, sí empañaron un encuentro que pudo ser mucho más bonito de lo que lo fue. Falló a favor del Levante, a favor del Málaga –las menos veces–, y en contra del fútbol. Pero en realidad, su actuación no fue mala; más bien fue representativa. Representó a la parte visible del arbitraje español, a esa inmensa minoría que no permite apreciar a los buenos de verdad. Porque en todos los sitios hay buenos árbitros y España, aunque no lo parezca, no es una excepción. Que para entrar en la élite se tenga más o menos en cuenta la calidad ya es harina de otro costal.


El planteamiento malaguista de la primera mitad fue revolucionario y preciosista. Ante la sensible baja de Toulalan, Pellegrini decidió situar a Camacho como eje del equipo. Pero lo novedoso del esquema estuvo en su acompañante: no hubo. A su alrededor revolotearon Portillo, Isco y Eliseu. Los tres futbolistas ocuparon a la vez los extremos, la mediapunta y el centro del campo. Abarcaron toda la zona ancha, y siempre con el balón en los pies. Esa fue la clave del amplio dominio malacitano en el primer período. Pero si a todo esto le sumamos que, en punta de ataque, el incontenible talento de Joaquín y la movilidad de Saviola fueron una fuente de peligro constante, tenemos la fórmula perfecta. Se acabaron las especulaciones de cara al gol. Lo dejó claro el Conejo a los veinticinco minutos, cuando culminó un jugadón que define el estilo blanquiazul: Saviola inició la contra bajándola de tacón en el centro del campo para que Isco le pusiera un balón preciso que le dejara solo frente a Munúa. El argentino hizo lo que lleva mucho tiempo pidiendo a gritos el equipo de Pellegrini, que no es otra cosa que concretar las ocasiones claras.


Pero tras el descanso, el guión cambió radicalmente. En sólo un minuto, el Levante logró el empate gracias a una pérdida de balón de Sergio Sánchez en campo rival. Míchel no quiso desaprovechar la ocasión, y tras salir como un auténtico rayo, sacó un derechazo imparable que se coló por la escuadra de Caballero. Hasta ese momento, el Levante estaba dando todo lo que tenía. El equipo de Juan Ignacio Martínez sigue fiel a los principios que le llevaron a la gloria el año pasado. Es un equipo serio, intenso y contundente, pero echa en falta demasiado la calidad de jugadores como Xavi Torres, Valdo o Koné. No es capaz de mover el balón con soltura y recurre aún más que antes a la contra. Fue por eso que el Málaga logró someterlo en la primera mitad, pero en el primer despiste defensivo, ahí apareció el Levante. Sin embargo, el empate no fue más que un espejismo. Cuando los costasoleños volvieron a tener el balón, el Levante sólo pudo perseguir sombras. Al Málaga le costó volver a coger el ritmo del primer tiempo –buena culpa de ello la tuvo el insoportable calor –, pero todo fue más fácil después de que volviera a aparecer Saviola. Dio claridad en la mediapunta en el momento exacto para ponerle en bandeja el gol a Joaquín. El del Puerto de Santamaría vio recompensada toda su entrega con un suave toque ante el que nada pudo hacer Munúa. Joaquín es el líder del Málaga. Tiene carácter, compromiso y una calidad tremenda. Y además aparece en los momentos más importantes, en los que no le tiembla el pulso. Es una especie de Reggie Miller con botas de tacos.


El partido fue agonizando poco a poco después de que el Málaga recuperara su ventaja. A ambos equipos les fueron escaseando las fuerzas y las ideas a medidas que pasaban los minutos en el horno de La Rosaleda. Además, los cambios no aportaron a ninguno de los dos equipos el plus de energía que necesitaban. Es más, solamente sirvieron para ver que Santa Cruz tiene buenas maneras, pero le falta acoplarse más con sus compañeros. El Levante nunca se dio por vencido, pero las condiciones no eran las óptimas para que se produjera la épica. Sólo la expulsión de Sergio Sánchez dio un soplo de aire fresco al equipo granota, que se volcó definitivamente en busca del segundo gol. Pero entonces Isco transformó su último aliento en una buena jugada a la contra con Duda que Portillo culminó con una volea sensacional. El balón se coló por el único hueco posible: la escuadra. El canterano malaguista puso el broche de oro a un partido impecable. En ese instante el Málaga dio una razón de peso sobre porqué se le debe considerar un equipo grande o, al menos, lo más parecido a ello. Ahora sólo queda pensar en la Champions. El Zenit espera.

PabloG.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Héroes anónimos


Aunque muchos no lo crean, los Juegos de Londres terminaron el pasado domingo. Aunque muchos no lo sepan, durante estos días se han disputado unos preciosos Juegos Paralímpicos. Aunque no se les de bombo, aquí se encuentran los mejores atletas del mundo. Son superiores a cualquiera, pero no les pregunten a ellos directamente, porque lo negarán. En eso también son los más grandes. Es muy difícil ser el mejor en un deporte olímpico. Requiere años y años de preparación, dedicación, trabajo y sacrificio. Y ni que decir tiene que si se poseen, además, discapacidades físicas o sensoriales, la hazaña se magnifica. Pero el problema, al parecer, es que eso no vende. Al menos, no como lo hacen otros grandes atletas. Ellos no son deportistas mediáticos; no están respaldados por grandes multinacionales y rara vez pondrán cara a un anuncio, a excepción de los cuatro o cinco días inmediatamente anteriores a su participación en los Juegos. Son simples atletas, discretos, que viven su deporte con pasión pero en silencio. Y, además, cuando salen en prensa, reciben un trato casi circense, repugnante en muchos casos. Se busca el morbo, la extravagancia. Se deja a un lado al deportista, a la persona, para contar su trágica historia como si de un espectáculo se tratase. No se dan cuenta de que lo que realmente vale son ellos, grandes héroes que pasan desapercibidos para el gran público. Grandes héroes que a lo máximo que aspiran es a ocupar la esquinita de la portada de un diario deportivo, o al menos, un par de líneas en el interior, espacio insignificante comparado a las banalidades que suelen copar dichos periódicos el noventa por ciento de los días. Pero aunque no estén todo lo reconocidos que deberían, ellos son felices. Practican su deporte favorito y no existe ninguna barrera que se los pueda impedir. Esa es la verdadera finalidad del deporte, algo que mucha gente olvida cuando el color verde comienza a predominar en sus vidas.

La participación en Londres de la delegación española ha sido sensacional. Las cuarenta y dos medallas logradas, ocho de ellas de oro, y el decimoséptimo puesto en el medallero hablan por sí solos. Ese cuarenta y dos es un número inalcanzable e inimaginable, al menos en estos momentos, en unos Juegos Olímpicos, pero para los atletas paralímpicos españoles es el pan nuestro de cada día. Algo debe significar que se hayan logrado casi el doble de medallas en estos Paralímpicos que en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, donde la delegación española alcanzó su cima con veintidós medallas. Pero esas cuarenta y dos medallas también esconden un dato que lo hacen aún más demoledor: son el registro más bajo logrado por España en unos Juegos Paralímpicos en los últimos años.


Buena culpa de esos registros la tiene Teresa Perales. Esta nadadora zaragozana demostró en el Aquatics Centre que no conoce límites. Con seis medallas –un oro, tres platas y dos bronces– fue la deportista que más aportó al medallero español. Pero no sólo eso, esa hazaña le sirvió para conseguir un récord fabuloso: convertirse en la persona que más medallas posee en la historia de los Juegos. Parece mentira, pero esa persona es española, y con veintidós medallas, comparte ese fenomenal honor, nada más y nada menos, que con Michael Phelps, el mejor nadador de todos los tiempos. Estos eran sus cuartos Juegos, y quien sabe si los últimos. En condiciones normales, a los treinta y seis años un nadador debe, como poco, llevar un par de años retirado. Teresa está hecha de una pasta especial. Fue acumulando medallas día a día, pero necesitaba un colofón en forma de medalla de oro. No había mejor ocasión que la última jornada para lograrlo. Finalmente, en la final de los cien metros libres y con un tiempo de 1:18.55, alcanzó su sexta medalla, la primera de oro. Teresa alcanzó el Olimpo. No es descabellado pensar en ella como la mejor atleta española de la historia, pese a quien pese.

Otro que dejó grabado su nombre a fuego en la piscina de Londres fue Enhamed Enhamed. El Michael Phelps español, hizo gala de su apodo y tuvo un inicio algo titubeante, como también hiciera el tiburón de Baltimore. Poco a poco fue entrando en competición y el resultado fue fantástico: tres medallas, dos bronces y una plata. Se quedó con un sabor agridulce por no haber podido escuchar el himno español en su honor, pero este grancanario puede estar más que orgulloso de su participación. A todas luces, su actuación no fue tan deslumbrante como la que realizó en Pekín hace cuatro años, cuando se colgó cuatro preseas doradas, pero Enhamed, de ascendencia saharaui, ha dado una lección de superación y sacrificio cada vez que ha entrado a la piscina. Su perrita Gayla puede sentirse orgullosa del héroe que tiene por dueño.


Pero la apoteosis en la piscina llegó de la mano de otra canaria, la jovencísima Michelle Alonso. Con tan sólo dieciocho años, Michelle fue capaz de aplastar a sus rivales en los cien metros braza hasta el punto de lograr el récord del mundo de la modalidad con una marca de 1:16.85. Junto al del maratonista Alberto Suárez Laso, fueron los únicos récords del mundo logrados por la delegación española en Londres. La tinerfeña no lograba salir de su asombro: había alcanzado el oro y la plusmarca mundial con dieciocho años y en sus primeros Juegos. No cabe duda de que, con su talento, Michelle será la estrella que guíe el camino hacia Río.


Fuera de la piscina, hubo una judoca que, junto al equipo de Fútbol 5 dejó el nombre de Málaga por todo lo alto. Se trata de Carmen Herrera, el orgullo de la Costa del Sol. La alhaurina, que estudia en la Universidad de Málaga, ya cuenta con tres medallas de oro en su palmarés. Pero lo más sorprendente es que todos ellos han sido logrados de manera consecutiva. No ha cesado de ganar desde que lo hiciera en Atenas 2004. Esta vez, venció en la final a la rusa Savostyanova, amiga de la española. Fue una final reñida y apasionante, pero el talento de Carmen terminó por imponerse.


En cuanto al equipo de fútbol, que cuenta con los malagueños José López, Marcelo Rosado, Alfredo Cuadrado, Álvaro González y el guía José Urbano en sus filas, no pudo alcanzar la final del campeonato debido a que cayeron frente a Francia en las semifinales. Pero los españoles supieron reponerse del golpe y lucharon hasta la extenuación en la final de consolación frente a Argentina. Tras el cero a cero en el marcador, el partido tuvo que decidirse en la fatídica tanda de penaltis. Fue ahí donde apareció la figura del también malagueño Antonio Jesús Gaitán. “El Niño” el autor del único tanto del partido, el que dio el oro al equipo español. Es sin duda la gran estrella de esta fantástica selección. No en vano, fue reconocido por la UEFA en 2005 como mejor jugador del mundo. Pero aparte de su calidad, Antonio es todo un ejemplo de dedicación y amor hacia el deporte. Otro de tantos grandes deportistas casi desconocidos para el gran público. Otro de tantos héroes anónimos.


PabloG.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Talento sobre ruedas


No hay una mejor forma de espantar a los fantasmas que con una lección en la pista. Y más si eso sirve para demostrar que sigues siendo el mejor, que ni las mayores adversidades pueden tumbarte, porque tu coraje siempre te lleva en volandas. Lo de Alonso y Contador ya supera todos los umbrales imaginados. ¿Hasta dónde serán capaces de llegar? Hasta donde ellos quieran. De nada sirve intentar establecerles un límite, porque no dudarán en derribarlo con la facilidad con la que se derriba un castillo de naipes. Son los mejores y nadie se lo puede discutir. Quizá ayer sí, pero no hoy. Hoy ya forman parte de la élite del deporte, ésa que jamás han abandonado en realidad, a pesar del desprestigio que tantas veces han recibido.

Sólo han bastado cuatro semanas y una etapa estratosférica para limpiar el nombre del mejor ciclista del mundo. La etapa de Santander-Fuente Dé no fue sino el reflejo de esta Vuelta a España 2012, la mejor Vuelta de la historia. En ella Contador se impuso al resto como en los viejos tiempos, con una superioridad aplastante. Nadie se acordó del clembuterol ni del calvario que ha pasado en estos dos últimos años. En ese momento sólo había lugar para la admiración a un escalador excepcional, un ciclista total que fue como un tiro en el momento decisivo. Ganó la vuelta a falta de cuatro etapas. Y todo ello a pesar del duro combate que le propusieron dos corredores fenomenales.


La actuación Purito Rodríguez rozó la perfección en esta Vuelta: fue el mejor durante buena parte de ella y presentó una oposición fenomenal a un titán como Contador. Como ya hiciera en el Giro, volvió a dejar la sensación de ser un ciclista formidable, pero se le volvió a escapar el maillot al final. Sin duda alguna, su debilidad reside en las etapas decisivas, donde le tiemblan las piernas, y eso en las grandes vueltas se paga. Finalmente quedó por detrás de Valverde, otro corredor de los que enganchan. A pesar de que su objetivo al principio era el de ganar unas cuantas etapas como preparación para el mundial de ciclismo que comenzará en cinco días, con el paso de las etapas fue tomando más y más protagonismo hasta el punto de llegar a ser uno de los causantes de que esta Vuelta sea la mejor de la historia. Siempre al acecho, Valverde demostró ser el corredor más inteligente de cuantos participaron en la competición. La llegada a Arrate habla por sí sola. Sólo un atleta de la inteligencia del murciano puede decidir una carrera en la última centésima, sea cual sea la disciplina en la que participe. Esa última etapa le definió. Además, también logró imponerse en la etapa de Collada de la Gallina en una llegada fascinante con Purito, Contador y él mismo como protagonistas, la antesala de lo que se avecinaba. Ahí no sólo hizo gala de inteligencia y fortaleza mental, sino que exhibió la explosividad que sólo él sabe darle a una carrera en el momento exacto. Después de esta Vuelta, no cabe duda de que su papel en los mundiales será magnífico. Pero en esta Vuelta, ni él ni Purito pudieron hacer nada frente a Contador, un corredor irrepetible.


Pero si la demostración de superioridad y de superación de Contador fue admirable, la de Alonso en Monza no fue para menos. El circuito italiano es uno de los más fascinantes y exigentes que existen. Un gran escenario que no suele defraudar. Se ha ganado para siempre el corazón de los aficionados, que han hecho de este clásico uno de sus predilectos. En definitiva, un circuito que, o te intimida, o te motiva. Y si corres en Ferrari, la expectación crece. Tienes sobre tus hombros la responsabilidad de dar a “tu” público un espectáculo memorable. En estas se encontraba Fernando Alonso, el líder del Mundial. Llegaba a Italia sediento de victoria tras el varapalo recibido en Spa, donde tuvo que abandonar en la primera vuelta tras un escalofriante accidente. Pero eso ya había quedado atrás. En la mente del asturiano sólo había una cosa: el triunfo. Durante la Q1 y la Q2, Alonso voló sobre la pista, despertando el entusiasmo de la grada que veía la pole como un hecho, pero una inoportuna avería en la Q3 le hizo caer hasta la décima posición. No había otra salida que la épica.


Los aficionados ya lo conocen de sobra, saben que Alonso es un piloto sensacional e impredecible. Es capaz de dar lo mejor cuando más falta hace y suele cometer muy pocos errores. Había mucha confianza en sus posibilidades de remontada. Pero lo que seguro no esperaban los tifosi era una lección magistral como la que Alonso ofreció, porque desde ayer, Alonso y magia significan lo mismo. No logró la victoria. Es más, en ningún momento tuvo ocasión de disputarle la primera plaza a Hamilton, pero logró un tercer puesto que sabe a gloria y huele a campeonato. Ni Rosberg, ni Di Resta, ni Kobayashi, ni Schumacher pudieron contener el avance del F2012. Ni si quiera Vettel, aunque lo intentó de todas las formas posibles, incluso ilegalmente. El alemán, que ya se las tuvo tiesas con Fernando a la salida del pit lane, puso en peligro al español con una maniobra descabellada que obligó a Alonso a pisar la hierba. Esta maniobra dañó la aerodinámica del Ferrari y la carrera del Red Bull, sancionado con un drive through que le hizo descender hasta la novena plaza para poco después abandonar por problemas en el alternador. Esta sanción y posterior abandono, sumado al de Button y al natural adelantamiento a Massa, permitieron a Fernando alcanzar la segunda plaza de la carrera a falta de doce vueltas. Pero no todo iba a ser buenas noticias para el asturiano: un misil con acento mexicano acababa de dejar atrás a Massa y amenazaba con hacer lo propio con el otro Ferrari. Poco pudo hacer Alonso para impedirlo. Finalizó tercero, pero las consecuencias para el campeonato mundial fueron devastadoras: endosó veinticinco puntos a Webber, Button, y, lo que es más importante, a Vettel, así como otros cinco a Räikkönen. Los únicos que recortaron diferencia fueron Pérez y Hamilton, el máximo aspirante a arrebatarle la primera plaza a Fernando. De momento se encuentra a treinta y siete puntos de distancia. Cuestión de talento.


PabloG.