domingo, 12 de agosto de 2012

Broche de oro


La de ayer fue una jornada colosal, la jornada perfecta para dejar por todo lo alto la fantástica actuación del atletismo en este Olympic Stadium. Una noche mágica para despedir a los grandes héroes que han dado forma a estas Olimpiadas. Hubo de todo: grandes victorias, récords mundiales, triunfos locales… Lo único que faltó fue el colofón con una medalla para España, pero finalmente se escapó en el último suspiro.


Ruth Beitia hizo ayer la final soñada. La cántabra dio lo mejor de ella misma: hizo todos los saltos a la primera, a excepción del 1.97, que lo logró al segundo intento; realizó su marca de la temporada –2.00 metros–; pero cuando parecía que un nuevo metal llegaría a la delegación española, la estadounidense Barrett logró superar el listón de los 2.00 metros también, por lo que Ruth debería superar también los 2.03 si quería seguir optando a medalla. La final tuvo un nivel excepcional, con la rusa Chicherova dando una lección de salto de altura y con Ruth, Barrett, y Shkolina jugándose los metales por encima de los dos metros. A Ruth se le atragantaron los 2.03. Se aproximaba demasiado al listón y se quedaba sin sitio para realizar el giro. Volvieron los fantasmas de siempre. Para colmo, la americana saltó los 2.03 a la segunda, dejando en una situación comprometida a la cántabra. No quedaba otra, o pasaba el listón, o se tendría que conformar con el diploma olímpico. Ruth arriesgó muchísimo en su último salto. La ocasión lo merecía. Pero la campeona de Europa se llevó el listón consigo a la colchoneta y saboreó el amargo sabor del cuarto puesto después de haber estado durante toda la prueba en posición de medallas. Chicherova triunfó en la prueba. Su salto sobre los 2.05 metros significaron el mejor salto de la temporada y se quedó a un centímetro del récord olímpico y a cuatro del mundial, mientras que Barrett y Shkolina se alzaron segunda y tercera respectivamente con 2.03 metros, sus marcas personales. Tuvieron que exprimirse al máximo para derrotar a Ruth Beitia, que puede sentirse muy orgullosa de su actuación en Londres.


El ‘main event’ de la noche, y, probablemente, de estos Juegos Olímpicos, volvió a correr de la mano del gran ‘showman’ del atletismo mundial: el único, el inimitable, el legendario Usain Bolt. Esta vez corrió acompañado por Yohan Blake, Nesta Carter y Michael Frater. Sólo había un último gran obstáculo antes de llegar a la cima del podio: los USA de Gay, Gatlin, Bailey y Kimmonds. El duelo del siglo en cuanto a velocidad se refiere se disputaría allí, en Londres. Y ya se había estipulado que para ganar no servirían medias tintas, habría que batir el récord del mundo. Esa era la única condición que debería respetar el ganador, de lo contrario se lo llevaría su rival. Todos lo entendieron y se lanzaron a por ello. Salieron Frater y Kimmonds como auténticas flechas. Kimmonds tomó la delantera a Jamaica y entregó primero el testigo a Bailey, que también voló sobre la pista, manteniendo la ventaja sobre Carter. Pero entonces llegó el turno de la bestia. A Blake no hay rival que le importe, tan sólo las leyes de la física. En una de las postas más rápidas que se recuerdan, le comió todo el terreno a Tyson Gay y entregó el testigo a Bolt. El relámpago hizo el resto. Voló. Pasó por encima de sus rivales. Una vez más. Oro para Jamaica; récord del mundo pulverizado. Lograron una marca extraterrestre de 36.84 segundos, una marca que tan sólo ellos podrán volver a bajar. No fueron los primeros hombres que bajaron de los treinta y siete segundos, fueron los primeros marcianos a los que se ha visto hacerlo. Destaca especialmente Bolt, con tres oros londinenses y seis en total. La leyenda cada día se agranda un poco más.


Pero no fue el gran Usain Bolt el atleta más ovacionado en la jornada de ayer en el Olympic Stadium. Un británico, un tal Mo Farah, puede presumir de haber arrebatado ese honor a la leyenda. Pero para leyenda, él mismo. Se impuso en una final de 5000 metros estupenda para lograr el doblete de 5000 y 10000 metros como ya hicieran grandes nombres como Kolehmainen, Zatopek, Kuts, Viren, Yifter y Bekele. De hecho, es al propio Bekele al que Farah ha destronado en estas olimpiadas. Primero lo batió en la pista en los 10000 metros, en los que el etíope sólo pudo ser cuarto; después en los registros, donde le sucedió como vencedor de los 5000 metros.

La carrera se planteó perfecta para Farah desde el principio. No se impuso un ritmo rápido, que podría beneficiar a los corredores africanos, sino un trote pausado en el que Farah se camufló entre el grupo al acecho de la oportunidad perfecta para dar el golpe ganador. Planificaron mal la carrera tanto etíopes como keniatas y le sirvieron la victoria en bandeja a este corredor magistral. A partir del segundo kilómetro, quisieron aumentar el ritmo y convirtieron el grupo en una fila de a uno, con los etíopes en cabeza, pero ya era demasiado tarde. A falta de un kilómetro, Farah se situó en cabeza, alargó la zancada, y realizó una última vuelta sensacional, en la que no tuvo rival. Se vivió un bonito duelo en la recta con el etíope Gebremeskel, pero Farah se lo llevó por orgullo, por raza y por su público. El keniata Longosiwa fue el tercer clasificado, y el americano Rupp, segundo en la final de los 10000 metros, sólo pudo ser séptimo. Delante de su público, Farah entró en el Olimpo.


En el relevo femenino, USA volvió a volar. Ya lo hicieron en el 4 x 100, donde batieron el récord del mundo con 40.82, y ayer, aunque no pudieron batir la plusmarca mundial, superaron con una autoridad impresionante al resto de competidoras. La marca de 3:16.88 que lograron las DeeDee Trotter, Allyson Felix, Francena McCorory y Sanya Richards-Ross fue estratosférica. Sacaron casi cuatro segundos a las segundas y terceras clasificadas, Rusia y Jamaica. Sin duda, a pesar de que todas las atletas corrieron de manera excepcional, Allyson Felix marcó la diferencia en la pista, y ya suma su tercer oro en estos Juegos, el cuarto de su carrera. Será la reina de la pista, y, con el permiso de ‘Missy’ Franklin, la reina de Londres.

También fue una carrera preciosa la de la final de los 800 metros femeninos. En ella había dos protagonistas: la rusa Mariya Savinova, y la sudafricana y tan discutida, Caster Semenya. No decepcionaron ninguna de las dos. La estadounidense Montano marcó un ritmo frenético desde el principio, que finalmente le pasó factura –terminó quinta–, pero era la única forma de tener alguna oportunidad. Cuando Montano se fue desfondando, ya en la última vuelta, la keniata Pamela Jelibo creyó que era el momento del ataque y se lanzó a la desesperada. Quizá en otra carrera hubiera triunfado, pero aquí no hay lugar para el error, y Savinova aprovechó la imprudencia de Jelibo para recortarle la distancia y pasarla en los últimos doscientos metros. Sabía que ganaría, que nadie podía darle caza. En cambio Jelibo, todavía tenía más que perder. Supo que se quedaba fuera del podio cuando Poyistogova y, especialmente, Semenya la pasaron como un misil en los cien metros finales. Pero Savinova fue la reina de los 800 metros. Su carrera fue impecable y su triunfo indiscutible en una jornada de ensueño.

PabloG.

2 comentarios:

  1. No pude seguir estos juegos como a otros anteriores porque esta vez en EE.UU. fue la pésima y mercantilísima NBC quien compró los derechos.

    Usain Bolt, el superlativo absoluto. Los fracasados: los equipos masculinos brasileños de voleibol y fútbol. La gran sorpresa, más que las campeonas infantiles de natación, fue Gabby Douglas, una gimnasta negra ganando el all-around. También el trinitario de la jabalina, el ugandés del maratón, el venezolano de la esgrima o la colombiana del BMX. Y un chino que quedó segundo en el pentatlón. Y el deporte que sobró: el boxeo con su muy deteriorada calidad.

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    1. ¡Vaya, pues menos mal que no pudiste seguirlos demasiado! Aquí, por suerte, todavía sigue teniendo los derechos RTVE y, esperemos, que no se los arrebate nunca ni Tele5 ni nadie por el estilo. Hicieron una retransmisión estupenda.

      Sorpresas hubo muchísimas, tanto buenas, como malas. Pero lo que está claro es que los reyes son los reyes. Ya lo fueron en PEkín y siguen demostrando por qué están ahí arriba. Muy grandes y muy inspiradores Usain Bolt y Michael Phelps. Dotaron de calidad y espectáculo -también de merchandising- a un evento que vive de los héroes. Pero sí, tienes razón. La maratón, el esgrima y, por desgracia, la BMX, no pude seguirlos. Pero en lo demás coincido. El boxeo me pareció infumable, y eso que soy bastante aficionado. Una pena.

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