domingo, 16 de diciembre de 2012

Excesos y carencias que condenan a un subcampeonato


No se puede explicar tanta desilusión. O quizá sí. La derrota del Chelsea frente al Corinthians en la final del Mundialito de Clubes es tan sólo la punta del iceberg de lo que está ocurriendo en el seno del equipo blue. Todo resulta demasiado provisional, demasiados parches para un equipo tan poderoso económica, futbolística y socialmente. Ya a nadie sorprende hablar del mediocentro del Chelsea. Parece mentira que un futbolista que no existe sea capaz de concentrar mayor atención que los veinticinco que componen la plantilla londinense. ¿Desde cuándo se viene tratando este tema? Es tan antiguo que ya perdí la cuenta. No es culpa de Benítez que esta figura no exista; es un problema heredado. Tampoco sería justo culpar a Di Matteo, el pobre hombre hacía lo que le ordenaban. Pero cuidado, los egos son los mayores enemigos de los colectivos.

Cualquier futbolista desea fichar por el Chelsea, de esto no hay duda y es fácilmente contrastable: Hazard, que tenía tras sus pasos a media Europa, prefirió desembarcar en Stamford Bridge que en Old Trafford, por ejemplo. Esto responde a temas de prestigio y, sobre todo, económicos. Pero lo que no queda claro es si los mejores entrenadores están dispuestos a afrontar un proyecto en el que saben que no serán los dueños de su plantilla, que estarán subordinados a los gustos y exigencias de su superior. No parece que a Benítez le quede mucho tiempo en el banquillo blue. Como mucho, hasta final de temporada. Pero, ¿quién aceptará ser su sustituto conociendo los requisitos a cumplir?


Volvamos al fútbol. Es imposible que este Chelsea sea capaz de dominar un partido con el balón en los pies. Imposible. No tiene argumentos para realizar la transición coherentemente desde la defensa hacia la mediapunta. Estas dos líneas son absolutamente brillantes, pero necesitan un elemento aglutinador que a día de hoy no existe. Ni Mikel, ni Ramires, ni Oriol Romeu –lesionado hasta final de temporada– están capacitados para realizar esta labor. Tampoco Lampard, un jugador que encajaría más en la mediapunta en el esquema de Benítez; ni Oscar, que necesita estar cuanto más pegado al delantero, mejor. La solución que más rendimiento ha dado hasta el momento es David Luiz. A vueltas con lo mismo: provisionalidad. El brasileño es uno de los mejores centrales del mundo y el único de la plantilla del Chelsea que es capaz de sacar el balón jugado desde atrás. Trasladarlo al centro del campo sería trasladar el problema a la defensa. Hay partidos en los que no implica ningún riesgo hacerlo, pero no en el de hoy, en el que David Luiz era el más capacitado para frenar a Guerrero.

Decir que el Corinthians realizó un planteamiento inteligente es una verdad a medias: es cierto que encontró la mejor forma de parar al Chelsea –entregarle el balón–, como también lo es que esa es su manera habitual de jugar. Y en un duelo en el que nadie quiere la pelota, por obligación, el Chelsea sale perdiendo. Sale perdiendo porque es el que tiene que asumir la responsabilidad de crear; sale perdiendo porque con el otro equipo encerrado y su deliciosa línea de tres mediapuntas bien cubierta, se convierte en un equipo mediocre, indigno de disputar la final de un campeonato del mundo.


Con este panorama, lo más destacable del partido fue la exhibición de Paolo Guerrero. Pocas veces un apellido define mejor a un futbolista. El peruano dinamitó el partido echándose a su equipo a la espalda. No es un portento técnico, pero su entrega no tiene límites. Es un futbolista intenso –a veces demasiado– y un ganador nato al que cualquier rival, por grande que sea, debe temer. Supo sacar ventaja del caos blue y transformar en oro cualquier ocasión de su equipo. Su asociación con Paulinho fue la clave; su gol, la recompensa a su trabajo. Hizo justicia en un partido en el que el Chelsea mereció perder. Confío en que su situación varíe a partir de enero porque recursos, precisamente, no faltan. Lo que sobran son otras cosas: egos, provisionalidad y malas planificaciones.

PabloG.

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