miércoles, 24 de abril de 2013

El infierno es amarillo


Nota del autor: describir lo que sucede dentro del Westfalenstadion de Dortmund en un día de partido es una tarea imposible. Simplemente no se puede. Hay que vivirlo, porque ni siquiera las palabras son capaces de abarcar tantas emociones como allí se encuentran. De cualquier modo, intentaré ser lo más preciso posible para intentar conocer un poco más de cerca el mejor estadio de Europa y, probablemente, del mundo.

Resulta absolutamente imposible comprender lo que ocurre dentro del Westfalenstadion sin conocer lo que se vive en la ciudad de Dortmund entorno al equipo. Dortmund es una ciudad industrial y simplona cuyo sustento principal es la cerveza –la Dortmunder Kronen–. Hasta aquí podría parecer la típica metrópoli de la antigua República Federal Alemana. La diferencia surge cuando está el Borussia Dortmund de por medio. En ese momento, la ciudad se transforma. No existe ni un habitante que no sienta los colores amarillo y negro, no se puede mirar hacia ningún lugar sin que te recuerden que allí juega el equipo de sus vidas. Abundan las banderas en los balcones, las bufandas en las ventanas y las pegatinas de apoyo al equipo repartidas por el mobiliario urbano. El Borussia no sólo es de Dortmund, es Dortmund en sí. Echte Liebe, como reza su lema. Amor verdadero.


El estadio, como estructura en sí, impone. Con esas ocho patas que los sostienen y salen al exterior parece una araña gigante. Representa a la perfección el nuevo fútbol germano, grandioso y sofisticado, pero también transmite el espíritu de la vieja Alemania, la del poder arrollador. Al entrar, el silencio sepulcral que guardan sus gradas fundamenta la opinión de aquellos que lo consideramos un auténtico templo del fútbol. Otra cosa es cuando está a rebosar. La sensación que produce es extraña: en los minutos que preceden al partido, la afición del Borussia provoca simpatía; al comienzo del duelo, admiración; al cuarto de hora pagarías porque todos y cada uno de los 80.000 fieles seguidores que se reúnen allí cada dos semanas se quedaran completamente afónicos. Cuando la Südtribüne ruge, el resto del estadio acompaña, creando un ambiente fabuloso. Hasta la tribuna se levanta a cantar y aplaudir, algo impensable no sólo en España, sino en buena parte de Europa. Cuestión de cultura supongo.

La Südtribüne, ese maldito invento del demonio. Una inmensa grada casi vertical rompe por completo la armonía del estadio, rematada con un letrero que reza Gelbe Wand Südtribüne Dortmund. Es decir, el muro amarillo. Y razón no le falta. Cuando los 30.000 hinchas llenan la grada sólo consigues ver eso, un descomunal y ruidoso muro amarillo que te deja en estado de shock. Pero más aún impresionan cuando realizan sus ya archiconocidas coreografías. Mezclan sutilmente la clásica técnica de las cartulinas de colores con la tecnología. ¿Qué tipo de tecnología? La más simple y la más efectiva: un juego de poleas situado en el techo de la grada que les permite subir con rapidez los tifos más espectaculares y elaborados, probablemente, del mundo. Sólo la colaboración entre el club y los aficionados les permite ser los mejores.


Esa sensación de desasosiego, profundamente kafkiana, te hace entender la forma monstruosa de su estructura. Pero también te hace que comprendas la magia del fútbol, por qué este deporte levanta pasiones alrededor del planeta. Si el Westfalenstadion no existiera, habría que inventarlo. El fútbol lo necesita porque rebosa fútbol, y dentro no se escucha nada que no sea fútbol. Ni por megafonía ni en las gradas. Ni la canción del momento ni manifestación política de ningún tipo. Sólo fútbol. Sólo BVB. Orgulloso puedo decir que un día estuve en el infierno. Y sí, es de color amarillo.

PabloG.

3 comentarios:

  1. Y más aún desde el punto de vista blanco.

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  2. ejejej, acabo de releer el artículo y esta frase también la dijo Neymar, en la final de la libertadores 2011 ante Peñarol. La salida que hizo la barra carbonera es considerada por mayoría de futboleros sudamericanos como la mejor salida que jamás se le ha hecho a un equipo de Fútbol.
    La barra del Dortmund es impresionante, ojalá el RM recapacite amplié el Bernabéu y logre formar una grada joven igual de intimidante.

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