domingo, 1 de diciembre de 2013

Sergio Ramos, primero futbolista

En medio de la tormenta desatada en torno a él, fútbol. Sergio Ramos sigue siendo futbolista. De los mejores del mundo en su puesto, para ser exactos. Hay pocos en el panorama internacional con su entrega y su garra. Quizá no siempre esté al mejor nivel y quizá a veces se exceda, pero nunca baja el ritmo ni la intensidad. Expulsiones como las del pasado miércoles lo condenan, pero pocos se fijan en lo que hay detrás: Sergio Ramos no esquiva responsabilidades nunca en el terreno de juego. Si se tiene que jugar la roja, se la juega, porque se siente líder y responsable de su equipo. Y eso es muy admirable.


En poco más de una semana, Ramos llegó a ocupar tres posiciones diferentes: mediocentro en el Camp Nou, central contra Sevilla y Rayo Vallecano, y lateral derecho en casa de la Juventus. Su desempeño fue desigual, pero la confianza de su entrenador para entregarle el puesto de mayor responsabilidad en los trascendentales duelos de Barcelona y Turín fue total. Resume muy bien lo que es este jugador que ejecuta con los pies lo que le nace en el corazón.
Sergio Ramos es, probablemente, el defensa más versátil del fútbol actual. Adaptable a varias posiciones, como ya hemos comentado antes, y defensivamente excelso. Su juego aéreo es una de sus armas más explotadas y más poderosas y le permiten cortar multitud de balones. El resto los recupera por pura colocación y un corazón que no le cabe en el pecho. Además es muy rápido. Eso le permite corregir los defectos de su compañero de baile en la zaga.

Pero ofensivamente también es un arma muy peligrosa. Saca el balón desde atrás con soltura y de manera exquisita, ya sea en corto y avanzando con el equipo o con un preciso envío en largo, donde también destaca, porque su pierna derecha es un una delicia. Por precisa y por potente. Líder atrás, sus avances causan pánico en el rival. Y es que no se puede olvidar que hubo un tiempo en el que Ramos vivió más en el ataque que en la defensa, prácticamente.

Corría el año 2008 y la selección española se alzaba campeona de Europa. Allí estaba Ramos, bebiendo de aquel fútbol de ensueño pegado a la banda derecha. Era un auténtico ciclón. Destrozaba a la defensa contraria apareciendo por sorpresa, cuando los sistemas diseñados por los seleccionadores contrarios eran incapaces de detectarlo. Y por eso fue un pilar muy importante, con 22 años, de un equipo mágico. Repitió actuación y éxito en 2010. Y se consolidó en la élite para después brillar como el central más completo del mundo.


Sergio Ramos es una pieza casi insustituible. No existe ningún futbolista en el planeta capaz de ocupar su posición con las mismas garantías que él y a la vez cubrir la misma cantidad de registros. Ha aprendido a lo largo de su carrera como moverse por el mundo del fútbol y ha logrado cambiar la imagen que tenía cuando salió de Sevilla a cambio de 27 millones de euros. Ahora se ve envuelto en un meollo que probablemente no le haga justicia, porque ante todo, es futbolista.

PabloG.

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