lunes, 9 de diciembre de 2013

El Tottenham mola

Muy cuestionado, Villas-Boas tiene en sus manos una de las plantillas más talentosas de la Premier League. Lo único que le falta para sacarle todo el jugo es paciencia y un poco de suerte. Es el más capacitado para ejecutar este ilusionante proyecto que rebosa fútbol.


Hay equipos que brillan por su buen juego. También hay equipos que destacan por competir mejor que el resto, independientemente de los recursos de los que dispongan. Otros simplemente molan. Pero el término molar es amplio, y no todas sus connotaciones tienen porqué ser positivas. En el caso del Tottenham de Villas Boas, responde a un perfil muy concreto: tiene jugadores interesantísimos y muy talentosos, pero no termina de despegar a nivel competitivo. Simplemente, no obtiene resultados. Y eso, en un deporte tan desagradecido como el fútbol, pasa factura. Por mucho que moles.

Los Spurs salen a menos de un gol por partido. Trece tantos en catorce encuentros son un registro demasiado pobre para un equipo que, en teoría, este año aspiraba a todo. Pero estos números sacan aún más los colores de sus aficionados si lo comparamos con los máximos goleadores de la Premier. Luis Suárez, que se perdió las cinco primeras jornadas, lleva trece goles, los mismos que todo el Tottenham. El Kun Agüero, once.

Buena parte de culpa la tiene Soldado. El valenciano llegó a Londres como una estrella y el equipo de Daniel Levy pagó por el como tal, 30 millones de euros. Pero Soldado no ha acabado de adaptarse a la Premier. Aparece muy poco para tocar el balón y resulta casi intrascendente. Sus goles se cuentan con una mano y sobra un dedo: cuatro, tres de ellos desde el punto de penalti. A estas alturas, decir que no ha cumplido las expectativas se queda corto. Pero sin embargo es el máximo goleador del equipo, seguido por los tres goles del mediapunta islandés Gylfi Sigurdsson. Los otros delanteros centro de la plantilla, Defoe y Adebayor, aún no han estrenado su casillero en liga.

Otro caso que se podría tildar de expediente X es el de Erik Lamela. El mediapunta rosarino fue señalado por el club y por los analistas como el sustituto de Gareth Bale en el Tottenham. Por fútbol y por caché. Otros 30 millones de euros hicieron que cambiara Roma por Londres, pero quizá hoy se arrepienta. Y no sólo por el gran campeonato que están realizando sus excompañeros. Lamela no sólo no es indiscutible, sino que su volumen de minutos es de los más bajos de la plantilla. Ha disputado hasta la fecha seis partidos y un total de 239 minutos. Nadie en su entorno ni en el seno del club es capaz de dar una explicación lógica a este fenómeno.

A Villas-Boas se le acumulan los problemas en la gestión de su plantilla y, además, los resultados no terminan de llegar. El Tottenham es sexto con veinticuatro puntos, fuera de las plazas europeas, y está a diez del líder y eterno rival, el Arsenal. Algo inadmisible para un equipo que, si bien ha perdido a su máxima figura, ha invertido en su plantilla más de cien millones para paliar estos problemas.

El puesto del portugués peligra, pero si su equipo mola es por algo. Su plantilla rebosa talento y, unido al del propio Villas-Boas, terminará por explotar. Tarde o temprano, el nuevo Tottenham despegará y se asentará en la élite del fútbol inglés. Mimbres no le faltan.

El talento de Chiriches por bandera

En defensa destaca un jugador que esta temporada se está destapando para el gran público. Y es normal: probablemente estemos ante el mejor central del mundo en la actualidad. El rumano Vlad Chiriches llegó al Tottenham sin hacer demasiado ruido y por un precio relativamente bajo –9,5 millones de euros–. Le avalaba una temporada escandalosa en el Steaua de Bucarest, una de las grandes revelaciones de la pasada edición de la UEFA Europa League, que llegó a derrotar al Chelsea en Rumanía. Chiriches no sólo era el mejor jugador del Steaua, sino de toda Rumanía. Su lectura de las jugadas está a la altura de los mejores, lo que le permite robar multitud de balones por pura colocación. Esas cualidades hoy enamoran en la Premier League, quizá el mejor escaparate del mundo.

Al rumano no le ha hecho falta adaptación alguna, pero aún no ha podido mostrar su mejor virtud. Es finísimo técnicamente, grandioso en la salida de balón y sus arrancadas desde el eje de la zaga son muy peligrosas. Pero en el Tottenham no puede alejarse mucho de la retaguardia porque su pareja le penaliza demasiado. Dawson es un central clásico, sin alardes técnicos y que sufre demasiado a la espalda. Los Spurs cuentan con otro central de talla mundial, el belga Vertonghen, pero este debe desempeñarse en el lateral zurdo a falta de un especialista de garantías en esa posición. Una ligera descompensación de la plantilla que impide al Tottenham ser más de lo que es.

Villas-Boas y Paulinho

Otro jugador de fábula es Paulinho. El brasileño era la estrella del Corinthians campeón de la Libertadores y del Mundial de Clubes, y fue una de las piezas claves del Brasil que arrolló a España en la final de la Confederaciones. Literalmente engulló a Xavi e Iniesta con su vertiginoso fútbol de ida y vuelta. Pero hoy Paulinho está alejado de ese nivel que había mostrado hasta ahora. No es tan brillante cuando pisa área y su equipo lo nota. A pesar de ello, es el mejor futbolista del Tottenham en el centro del campo y vital para Villas-Boas, su gran valedor y el hombre que lo devolverá a su mejor nivel. Piensan, hablan y transmiten el mismo fútbol.

El Tottenham mola. Por plantilla y por entrenador. Ahora sólo falta que los resultados acompañen al equipo para que tanto los aficionados como, sobre todo, los directivos del equipo del barrio judío de Londres sigan teniendo paciencia con un proyecto diseñado a largo plazo. Las sensaciones son, en general, buenas y el talento está ahí. Sólo falta esa dosis de competitividad que es imposible ganar de otro modo que con el tiempo.

PabloG.

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