¡Atención!
Antes de leer este artículo sería conveniente que se contextualizara con este otro
para mejorar su compresión, ya que se pueden hacer referencias a él.
Se
cumplieron los peores presagios: el Málaga, sexto clasificado de la Liga BBVA,
no podrá disputar la Europa League la próxima temporada. No podrá hacerlo
porque el TAS (el Tribunal de Arbitraje Deportivo) dio la razón a la UEFA en el
pleito que mantuvo el club costasoleño con el máximo organismo del fútbol
europeo. La sanción inicialmente constaba de 300.000 € de multa y un año de
suspensión, prorrogable a otros cuatro, en competiciones europeas. Finalmente
la prórroga se pudo evitar, no así la multa y el primer año de sanción. Y todo
por una norma que no deja satisfecho a nadie, más que nada porque es injusta y
mentirosa: el famoso Financial Fair Play.
¿Cómo
puede una medida que pretende establecer la igualdad entre los clubes crear las
mayores desigualdades jamás vistas en el mundo del fútbol? Sólo la UEFA lo
sabe. En teoría, la norma quiere evitar que los clubes vivan por encima de sus
posibilidades, hinchados por capital externo. Cada club, ajustándose a este nuevo reglamento, deberá vivir única y exclusivamente de los ingresos que
genere por sí mismo. La idea, como tal, no es mala. El problema es que en la
práctica no es así.

El
caso más extravagante y contradictorio de los que se han producido hasta el
momento tiene como protagonista, cómo no, al gran equipo más artificial de
cuantos existen en el panorama futbolístico. Hablamos, naturalmente, del
Manchester City. El equipo presidido por el jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan –que
lleva cosechando año tras año unas pérdidas multimillonarias desde la llegada
del árabe, como ya citamos en el anterior artículo– es el máximo exponente de
lo que la UEFA no quiere en sus competiciones. Es un equipo dependiente de las
inyecciones económicas del jeque y de su patrocinador principal, la aerolínea
Etihad. Sin embargo, ha sido de los primeros en entrar dentro de los límites
del FFP. ¿Esto cómo se concibe? Muy
fácil: avala a su equipo a base de infraestructuras, es decir, su estadio y su
nueva ciudad deportiva.
Pero
el lío comienza precisamente ahí: el Manchester City no genera ingresos
suficientes para acometer las obras de la ciudad deportiva. De iniciarlas se
iría directamente a la bancarrota. La solución también fue sencilla: vendió su
estadio, el City of Manchester, a Etihad –la empresa de su medio hermano Hamed
bin Zayed Al Nahyanthe– a cambio de 400 millones de libras, el contrato de
patrocinio más grande de la historia. Además, hizo extensible ese patrocinio a
la futura ciudad deportiva.
Con
este movimiento, el City incumplió dos normas bien claras del FFP: la prohibición de que los
patrocinadores del club estén estrechamente relacionados con la propiedad del
club y el hecho de que ese dinero inyectado de manera externa para garantizar
la supervivencia del club. Además, que ese acuerdo se firmara por esa
desorbitada cantidad era algo que no se había visto jamás. Sí por el patrocinio
de un estadio de nueva construcción, como por ejemplo el Emirates Stadium del
Arsenal, pero no por simplemente renombrar una propiedad ya existente. Más aún
si esa propiedad ni siquiera te pertenece, porque el estadio pertenece al
ayuntamiento de Mánchester.
La
mayoría de clubes de la Premier mostraron su desacuerdo con este patrocinio, especialmente
Liverpool y Arsenal.
Pero la cosa no quedó ahí: instituciones como el Consejo de
Europa aconsejaron a la UEFA que bloqueara dicho acuerdo.
Esto nunca se produjo. Hicieron la vista gorda con el tema de los
patrocinadores e introdujeron los 400 millones de patrocinio como parte de las “infraestructuras”.
De este modo, el Manchester City no sólo entró dentro de los límites del FFP, sino que se permitió poder seguir
gastando cantidades astronómicas de dinero en fortalecer su plantilla y
debilitar la de sus rivales.

En
este punto analizaremos lo que ha ocurrido como el jeque Abdullah Bin Nasser Al
Thani en Málaga. ¿Por qué ha fracasado su proyecto? ¿Realmente no se ajusta al FFP? Cada día queda más claro que la
responsabilidad no es suya, sino de unas instituciones
locales, autonómicas y nacionales que no han sabido o no han querido solucionar
un problema demasiado simple. Al Thani llegó a la Costa del Sol como mecenas y
estuvo a punto de serlo, pero topó con el mayor enemigo que podía encontrar: la
burocracia española. Planificó varios proyectos que hubieran situado a la zona,
no sólo en la élite de España, sino de Europa y del mundo. También
deportivamente. Pero todos ellos fueron rechazados, poniendo mil y una excusas
que ya nadie cree. A Al Thani se le privó de realizar sus negocios
empresariales en Málaga y se declaró en rebeldía, dejando al club a su suerte.
Es el único pero que se le pone, y el más grave.
Uno
de esos proyectos diseñados por el jeque fue la construcción de una ciudad
deportiva, de la que el Málaga carece. La
Academia, pretendía ser un referente mundial en la formación de jugadores,
un atractivo más para un club que empezaba a tomar una pinta exquisita. Pero
además, ofrecía al club un fundamento sólido que avalara la seriedad de su
proyecto, también económicamente. Jamás se produjo una respuesta ni por parte
del Ayuntamiento, ni de la Diputación, ni de la Junta de Andalucía para que se
iniciaran las obras. Primero se alegó que no existían terrenos disponibles; una
vez solucionado este asunto, que esos terrenos no eran válidos; y cuando por
fin parecía todo solucionado, llegó la excusa estrella: “el Málaga no ha
presentado ningún proyecto formal para iniciar las obras” en palabras de
Francisco de la Torre, alcalde de Málaga.

Un
simple movimiento hubiera permitido que el sueño malaguista siguiera en pie durante
algún tiempo más. Un simple movimiento que jamás se produjo y que desencadenó
una sanción ampliamente injusta basada en unas normas totalmente inverosímiles.
El Málaga no podrá jugar en Europa la próxima temporada y está por ver cuál será
su futuro. Ahora, sin ciudad deportiva, con el estadio de siempre, sin jeque, y
está por ver con qué plantilla, el Málaga sólo puede confiar en una cosa: su
afición, que no lo dejará caer jamás. Soplarán los vientos desde Nyon, desde
Lausana, desde Madrid o desde la propia Costa del Sol, pero no podrán tumbar al
Málaga. No mientras sus seguidores estén junto a él.
PabloG.