En
un partido muy disputado aunque sin demasiada brillantez, el Málaga se volvió a
dejar los tres puntos fuera de casa. No se puede decir que fuera injusto: los
hombres de Pellegrini dominaron durante la primera mitad y tuvieron las mejores
ocasiones, pero fueron totalmente inofensivos de cara a portería. En cambio, el
Getafe sacó el máximo rendimiento de sus ocasiones, todas ellas propiciadas por
errores defensivos casi infantiles del Málaga. Vuelve la racha negativa tras la
goleada al Valencia; vuelve la peor imagen del equipo.
Parecía
que los fantasmas ya se habían espantado. Un cuatro a cero al Valencia en La
Rosaleda no es cuestión baladí. El equipo brilló y arrasó al rival con el balón
en los pies. No se pudo comprobar en Copa si los jugadores sabrían mantener el
nivel, primero porque jugaron los menos habituales y segundo porque los que lo
hicieron se dejaron llevar. Hoy parecía que sí, que el Málaga brillaría de
nuevo. Un disparo lejano de Camacho hizo que Moyà se empleara a fondo; otro de
Isco puso al Getafe alerta. Corría el balón, se intuía el peligro. Y de repente,
nada. Se apagó la luz y el Málaga empezó a dar bandazos. Quizá ya no se le
pueda llamar cansancio, sino más bien estrés, que no es lo mismo. Demasiadas
exigencias y frentes abiertos para una plantilla tan corta. La vuelta de
Monreal y Baptista debe dar un soplo de aire fresco al equipo, pero mientras
tanto, deben volver a sus orígenes.
La
defensa hoy no estuvo acertada. Tan sólo Gámez se puede salvar de la quema en
un partido en el que ni Demichelis, ni Weligton, ni Eliseu mostraron su mejor
versión atrás. Si a esto le sumamos que ni Toulalan ni Camacho fueron capaces
de sostener el medio campo, nos sale un esperpento de partido defensivo. El ejemplo más claro fue el gol azulón. En los
primeros minutos de la segunda mitad, un córner aparentemente sencillo se
convirtió en una pesadilla para los visitantes. En el primer palo apareció la
cabeza de Lopo para rematar el centro al fondo de las mallas ante la pasividad
de una nube de jugadores verde pistacho –indumentaria hoy del Málaga–. Pudieron
ser más. En los últimos minutos, los despropósitos aumentaron hasta límites
insospechados. Los aprovechó un Getafe que casi sobre la bocina estuvo a punto
de hacer el segundo por medio de Diego Castro tras una contra de Lafita.
Pero
el auténtico problema del Málaga se encuentra en su delantera. Los
blanquiazules fueron absolutamente incapaces de concretar las claras ocasiones
que tuvieron. Saviola no sabía donde estaba, y la entrada de Santa Cruz tan
sólo empeoró la situación. El argentino pudo hacer el primero, pero entre un
paradón de Moyà y el poste lo evitaron; el paraguayo ni siquiera acertó entre
los tres palos. Se plantó frente al meta balear después de una buena jugada con
Saviola, pero su triste vaselina con la izquierda se fue varios metros por
encima del larguero. Urge un cambio arriba si se quiere alcanzar la próxima
Champions. De momento, el sorprende Getafe, silenciosamente, ya ha dado caza
con esta victoria a los de Pellegrini con veintidós puntos. La lucha por
puestos europeos se aprieta más que nunca.
PabloG.
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