“Obrigado
Lucas”. Con este mensaje se presentaba la torcida
de São Paulo en el Morumbí para decir adiós a su ídolo. La ocasión no podía ser
mejor: una final de la Copa Sudamericana es algo muy grande, más aún si puede
servir para reconocer a un futbolista que ha devuelto al tricolor al primer
plano del fútbol continental. Porque Lucas Moura siempre fue un futbolista diferente,
incatalogable e imparable. Ayer le tocó sufrirlo al Tigre de Gorosito, la gran
revelación del torneo. Es un equipo pequeño, pero lleno de orgullo y
extremadamente inteligente. Trató de llevarse el partido a su terreno; quiso
parar el preciosismo brasileño con marrullería y desquicio. Quizá era la única
forma de llevarse el partido, pero tampoco funcionó.
Ambos
equipos libraron una guerra en el campo. Se vieron balonazos, patadas y codazos
por todas partes. Pero algo seguía brillando por encima de todo: el talento de
Lucas. Su partido fue como esa flor que brota en medio de la destrucción. Un
gol y una asistencia en menos de media hora para proclamarte campeón de
Sudamérica, no hay mejor ni más romántica forma de despedirte del equipo de tu alma. Nada ni
nadie pudo pararlo. Ni siquiera con el tabique roto después del brutal codazo
que le propinó Orban sacó de su cabeza al balón, la portería y sus compañeros.
Demasiado ágil, demasiado bueno para seguir en Brasil. París le espera y
Ancelotti le necesita. Quizá sea ese factor diferencial que le permita pasar
por encima del resto de equipos franceses, aunque parezca una broma de mal
gusto teniendo en cuenta el presupuesto del equipo parisino. Lucas no fue una
excepción: más de cuarenta millones hicieron que el equipo de Ibrahimovic y
compañía tuviera preferencia sobre otros colosos como Manchester United, Real Madrid, Juventus
o Chelsea.
São
Paulo y Lucas Moura separaron sus caminos con un título de por medio, el
primero para el futbolista brasileño en su corta carrera profesional. Fue una
fantástica recompensa para un jugador genial y una gran fuente de optimismo
para afrontar esta etapa de transición que se ha abierto con su salida. Será
difícil que el equipo vuelva a ser el mismo sin él, pero de talento
precisamente es de lo que menos carencia hay en esta plantilla. Ganso, Luis
Fabiano, Denílson (hasta junio) y Jádson son sustento de sobra para mantener el
nivel que ha ofrecido este São Paulo campeón de Sudamérica. Pero una cosa está
más que clara: Lucas Moura es un futbolista impresionante.
PabloG.
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