La
de ayer, fue una noche de decepciones y desilusiones en el Olympic Stadium de
Stratford. Grandes atletas como Marta Domínguez o la genial Yelena Isinbayeva
se vieron resignadas a la derrota, cosa a la que están poco acostumbradas. Pero
detrás de un gran fracaso, siempre hay una gran victoria, un gran triunfo que
recompense todo el esfuerzo realizado, en este caso representado en los nombres
de Yuliya Zaripova, Jennifer Suhr, Kirani James y Félix Sánchez.
La
afición española estaba entusiasmada con la posibilidad de que la palentina
Marta Domínguez pudiera llevar algún metal al maltrecho medallero español. Marta también quería resarcirse, quería que los 3000 obstáculos le devolvieran
lo que le quitaron en Pekín 2008, donde se cayó al saltar una valla en la
última vuelta, cuando se disponía a disputarle la victoria a la rusa Galkina.
Pero esta vez tampoco pudo ser. Marta trató de seguir el ritmo de cabeza a
cierta distancia para atacar al final, pero a falta de tres vueltas se vio
cortada y se esfumaron todas sus opciones de medalla. El ritmo que impuso la
rusa Zaripova fue demasiado para el resto. Incluso para su compatriota Galkina,
plusmarquista mundial y campeona olímpica en Pekín 2008, que tuvo que retirarse
a falta de tres vueltas por una lesión. Pero Zaripova se encargó de mantener en
alto el nombre de Rusia y su hegemonía en la prueba. Desde que se instaurara
como prueba olímpica en Pekín 2008, sólo Galkina y Zaripova han podido obtener
el oro. Esta vez, el podio lo completaron la etíope Assefa con el bronce, y la
tunecina Ghribi, que le disputó la prueba hasta los últimos cien metros a
Zaripova, con la plata. Rusia sigue dominando.
La
que no pudo sostener su imperio fue la fantástica pertiguista rusa Yelena
Isinbayeva. Llegó a Londres con un objetivo claro: lograr el triplete de oros;
la tercera victoria de cuatro posibles desde que en Sydney 2000 se convirtiera
el salto de pértiga en deporte olímpico. E Isinbayeva peleó su victoria hasta
el final, pero finalmente se escapó. De nada sirvieron sus veintiocho récords
mundiales, sus dos medallas de oro en los Juegos de Atenas y Pekín. Isinbayeva
se vio destronada en una difícil, lluviosa y ventosa noche que coronó a la americana
Jennifer Suhr como nueva reina de la pértiga mundial. Sus 4.75 metros le dieron
el oro olímpico, y a la cubana Yarisley Silva, la plata. Por extraño que
parezca, Isinbayeva, la única mujer capaz de saltar 5.06 metros, sólo logró
superar los 4.70 y tuvo que conformarse con el bronce. La zarina perdió su
corona.
En
la prueba estrella de la noche no hubo sorpresa: Kirani James volvió a
demostrar que es un superhombre y logró completar un palmarés envidiable,
labrado en sólo cuatro años –de 2009 a 2012–. A sus diecinueve años puede
presumir de ser campeón mundial juvenil, campeón mundial junior, campeón
mundial sénior y campeón olímpico. No cabe duda de que el granadino es el
auténtico rey de la prueba más dura del mundo. Es capaz de aguantar el veneno
del ácido láctico como nadie. Jamás desfallece, por eso es el mejor. Pudo
imponerse en una final en la que no participaba ningún representante de USA,
que venían ganando desde Los Ángeles ’84. Además, bajó de los cuarenta y cuatro
segundos, con una marca final de 43.93, lo que a su edad supone una seria
amenaza para el récord mundial de Michael Johnson. Mientras los hermanos Borlee
tuvieron que conformarse con el quinto y sexto puesto, y el bahameño Chris
Brown sólo pudo ser cuarto, el bronce fue para el trinitense Lalonde Gordon,
que logró su mejor marca, y la plata para dominicano Luguelin Santos.
Pero
no fue Luguelin Santos el mejor atleta dominicano ayer en las pistas del
Olympic Stadium. Hubo un hombre que volvió a tocar el cielo después de pasar
ocho años en los infiernos. Como ya hiciera en Atenas 2004, Félix Sánchez
volvió a subirse a lo más alto del podio en los 400 metros vallas. Su rostro y sus lágrimas al
oír el himno de su país hablan por si solos. Tras el calvario pasado, por fin
obtuvo la mejor de las recompensas. Y lo hizo en una genial carrera, en la que
pasó por encima de sus rivales. Tan sólo el americano Michael Tinsley pudo
plantarle cara, pero Félix corrió con un extra: todo el sufrimiento vivido jugó
ayer a su favor; si no ganaba él, no podría hacerlo nadie. Al final, la leyenda
dominicana volvió al lugar que le corresponde. Triunfó ese atleta que en ocho
años le ha tocado vivir las dos caras de la misma moneda.
PabloG.
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