Lo
ha vuelto a hacer. Usain Bolt ha vuelto a manejar al público a su antojo, a
crear una atmósfera de cierta incertidumbre para volver a demostrar que no es
de este planeta. No hubo rival en el hectómetro, tan sólo Usain contra el
crono, Usain contra Usain. Volvió a demostrar que la corona y el trono de la
velocidad tienen nombre y apellido.
Antes
de la prueba, se preveía la mejor final de la historia, la madre de todas las
finales. Y no fue para menos. En la pista de Londres hubo marcas, hombres y
nombres extraordinarios. Que la peor marca de las ocho que convivían en la
final fuese de 9.91, ya era un indicio más que claro de lo que allí se podía
vivir. Cuando Yohan Blake, Tyson Gay, Asafa Powell, Justin Gatlin, Ryan Bailey,
y, por supuesto, Usain Bolt, campeón olímpico y plusmarquista mundial de la
distancia, comparten pista, el espectáculo está asegurado. Hubo además dos
invitados de lujo: el trinitense y subcampeón olímpico Richard Thompson, y el
holandés Churandy Martina. Ambos partían, a priori, con menos posibilidades,
pero nada es descartable en una prueba en la que una centésima puede separar el
éxito del fracaso.
Tras
el pertinente espectáculo frente a la cámara en cada una de las presentaciones
de los participantes, se dio paso a un evento que tardará, al menos cuatro
años, en desaparecer de la memoria de los aficionados. Cuando se dio el
pistoletazo de salida, arrancó un evento irrepetible. Blake fue el más rápido
en reaccionar, pero Gatlin y Bolt tampoco se quedaron atrás. O lo que es lo
mismo: con una salida medianamente buena, Bolt tenía poco que temer de sus
rivales. Si por algo se caracteriza el ‘Relámpago’, es por una velocidad punta
impresionante. Y por la capacidad para mantenerla durante más tiempo que nadie,
lo que es aún más importante. Fue así como Bolt, con su amplia y potente
zancada, fue superando poco a poco a sus rivales hasta pasar por encima de ellos
con una facilidad aplastante. Aunque no pudo con su récord mundial, destrozó la
sobrehumana marca que conmocionó al mundo en Pekín 2008, rebajándola en seis
centésimas nada menos. La final no decepcionó; Bolt tampoco. Ni Blake ni Gatlin
–segundo y tercer clasificado respectivamente– pudieron con él, a pesar de que
ambos dieron lo mejor de sí mismos. El jamaicano igualó su mejor marca, los
9.75 segundos logrados en los trials, mientras que el americano rebajó su mejor
tiempo en una centésima –9.79 segundos–, pero los 9.63 segundos del gran Usain
fueron demasiado. La nota triste de la final la puso el también jamaicano Asafa
Powell, que a falta de veinte metros para el final de la prueba, sufrió una
lesión en su pierna izquierda que le hizo terminar en última posición con unos
estrepitosos 11.99 segundos. Asafa continúa con su maldición en las grandes
citas.
La
hazaña de Bolt fue increíble: con dos oros consecutivos en los cien metros,
igualó el récord del mismísimo Carl Lewis, récord que puede mejorar en los
doscientos metros si lograra alzarse nuevamente con el oro. Bolt domina con
puño de hierro la velocidad actual. Y de ese hecho, el gran beneficiado no es
otro que el atletismo. Sin duda, Usain Bolt es un espectáculo dentro y fuera de
la pista, un hombre que regala un sinfín de imágenes espectaculares antes,
durante y después de la carrera. Con su aspecto desenfadado y cautivador, Bolt
se ha ganado uno a uno a todos los aficionados al deporte. Es uno de los
deportistas más mediáticos del mundo, un icono irremplazable que a su vez
proyecta la imagen del atletismo por donde quiera que va. Puede que haya
alguien que no conozca a Blake, a Gay, o a Gatlin, pero Usain Bolt es conocido
en el mundo entero. Por eso, ayer ganó el que debía ganar, ganó un hombre que
es atletismo en estado puro. Ganó un hombre que, como él mismo dijo, dio un
paso más hacia la leyenda. O más bien, una zancada, como una de esas treinta y
cuatro que le llevaron a subirse de nuevo a lo más alto del podio.
PabloG.
Gran artículo, Bolt está muy por encima del resto, también lo demostrará en el 200
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarNunca tuve dudas sobre su victoria en los cien metros y tampoco las tengo para los doscientos. Lo que Bolt hace sobre la pista es magia. Será difícil encontrar un sucesor que esté a su altura, pero de momento, vamos a disfrutarlo.