Un
partidazo para la historia. Eso fue la final de baloncesto de estos
maravillosos Juegos Olímpicos de Londres. Los dos mejores equipos del mundo
volvieron a coincidir en un choque épico, decidido únicamente por los pequeños
detalles, los mismos que diferencian a un equipo de otro, aunque parezca
mentira. España murió frente a los todopoderosos Estados Unidos, pero lo hizo
de pie, con la cabeza bien alta y el corazón en la mano. No pudieron vengar a
todos los baloncestistas que alguna vez se vieron resignados ante la intratable
selección americana, pero honraron su memoria y les regalaron, como a todos los
aficionados a este fantástico deporte, cuarenta minutos de ensueño.
La
selección española volvió a ser la que acostumbra los últimos años, la campeona
del Mundobasket de Japón, la bicampeona de Europa en Polonia y Lituania, la de
la segunda mitad ante Rusia. Volvió a dar lo que se espera de ella con un
elenco tan magnífico de jugadores como el que posee este equipo en la pista. El
inicio no pudo ser mejor: España demostró una eficacia anotadora pocas veces
vista. Con Navarro a la cabeza, los de Scariolo se lanzaron a pecho descubierto
a por el partido. Pero si España jugó como nunca, USA lo hizo como siempre.
Aprovecharon hasta la saciedad la defensa zonal española en el primer cuarto y
jugaron durante largo rato sin pívot. Eso se tradujo en triples y más triples
de la mano de Anthony y Durant –7/10 en el primer cuarto–. A Navarro se le sumó
Rudy, que se destapó para evitar que USA se fuera y dejó en 35-27 el primer
cuarto.
El
inicio del segundo cuarto por parte de España fue fulgurante: un parcial de 12-2
dejó a los americanos bastante aturdidos. Ya no entraban los triples y eso
conllevó a la desesperación. De eso tuvo culpa un hombre llamado Sergio
Rodríguez que entró con aire revolucionario en el equipo. Dirigió la hazaña
española a base de asistencias y un triple decisivo que dejó a España dos
arriba. Pero en el mejor momento del equipo español, Marc se tuvo que ir al
banquillo cargado de personales, la mayoría en busca del rebote ofensivo. Lo
propio hizo su sustituto, Felipe Reyes, pocos minutos después. Ese hándicap
mermó a España y provocó la remontada estadounidense con un parcial de réplica
de 7-0 que dejó a España algo trastocadas. Volvió a ser letal Durant y a España
le escoció la picadura de la tarántula. Tan sólo el estado de gracia de Navarro
y la aportación inestimable de Rudy consiguieron dejar el partido en 59-58 al
descanso. España se fue uno abajo, pero con un gran sabor de boca. Sabía a oro,
un oro que USA se quiso colgar en el cuello antes de tiempo, pero que
finalmente tendría que pelear hasta el último minuto.
Hubo
de nuevo revolución tras el descanso. Apareció el mesías del baloncesto español
y el equipo le siguió con los ojos cerrados. Cuando Pau Gasol entró en escena,
el partido se rindió a sus pies y se decantó del lado de España. Sus trece
puntos consecutivos hacen que el tercer cuarto pueda ser considerado su cuarto.
LeBron James no le permitió aparecer antes, pero cuando lo hizo, fue decisivo. No sólo jugó y encestó, sino
que hizo jugar y anotar. Es un lujo tener un jugador de tales características
en la selección y una lástima que tenga ya treinta y dos años. Sólo Kobe se
atrevió y pudo darle respuesta con siete puntos en este duelo fratricida. Pero,
después de la aparición fulgurante de Pau, Durant –treinta puntos– siguió a lo
suyo y continuó con su cuenta personal de anotación, que también se veía
reflejada en el marcador americano. Tiene fuego en la muñeca este chico.
Estados Unidos dio lo mejor que tiene, pero España no se quedó atrás, y cerró
un tercer cuarto soberbio uno abajo en el marcador, con 83-82. Todo se
decidiría en la última carta.
El
último período fue una guerra. No hubo amigos, no hubo aprecios. Tan sólo
ansias de victoria, locura por el oro. Y la locura siempre beneficia a los
americanos. USA y España se dedicaron a intercambiar canastas durante buena
parte de los diez minutos finales, en los que la durísima defensa
estadounidense, cerrada e intensa –a veces más de la cuenta– como nunca se la
ha visto, y el lógico cansancio español provocaron que los americanos tomaran
ventaja en el marcador de la mano de un Chris Paul que apareció en el momento
clave. Le secundaron James, que volvió a demostrar que su físico es la
perfección para un baloncestista, Bryant y Durant. España resistió como pudo, pero
el impacto fue demasiado. Para colmo unas últimas decisiones arbitrales más que
dudosas terminaron por dejar a España contra las cuerdas. Todo desembocó en una
jugada: Navarro agarró el balón a poco más de un minuto del final. Con la
visible desesperación del equipo español, decidió jugársela con un triple –probablemente,
precipitado–, que terminó con el sueño español tras la posterior canasta de
Paul. La novela de la final fue original, pero claramente inspirada en otra
editada cuatro años antes, de mismo título e igual desenlace. Aquella vez el
protagonista fue Carlos Jiménez. Ahora le tocó a Navarro.
Ambos
equipos decidieron regalarles los últimos segundos a los menos habituales.
España tiró de casta y redujo el marcador todo lo que pudo. Finalmente el
107-100 nos otorgó la plata. Sí, la plata hay que perderla, pero de este modo y
ante este rival, sabe a oro. Gracias equipo, sois los mejores. Pau y Marc Gasol,
Felipe Reyes, Serge Ibaka, Rudy Fernández, Fernando San Emeterio, Víctor
Claver, Juan Carlos Navarro, Sergio Llull, José Manuel Calderon, Víctor Sada y
Sergio Rodríguez grabaron su nombre en la historia del baloncesto mundial con
un partido épico. Lo hicieron por los ‘Epi’, Corbalán, Iturriaga, Romay, Martín y
compañía. Por los Jimenéz, Garbajosa, Cabezas y todos aquellos que alguna vez
se emocionaron con España. Lo hicieron por el baloncesto. Por el deporte. Y eso
no hay metal que lo recompense.
PabloG.
Quiza soy demasiado exigente pero la plata dorada ya se logró hace 4 años y creo que perdimos una gran oportunidad de derrotar a este Dream Team. Bravo por esta generación que lo ha ganado todo, tan solo ha faltado el preciado oro olímpico. Este grupo se ha sabido sobreponer a todas las adversidades entre ellas al baile de entrenadores que ha habido debido al impresentable de José Luis Sáez, que parece que cavará la tumba en el cargo como Odriozola. Pese al gran trabajo de Scariolo siempre pensaré que el verdadero entrenador de este grupo de estrellas será Pepu Hernández, el que puso las bases e hizo a este equipo campeón. De todas maneras queda una última bala en la recámara, el Mundial de 2014. Ahí es donde Gasol y Navarro seguramente lo dejarán y ojalá que tengamos una última oportunidad de vencer a este equipazo americano. Es el broche de oro que falta.
ResponderEliminarTienes mucha razón, pero quedó comprobado que ganar a este equipo es imposible. Cuando no es James, es Bryant; cuando no es Bryant, es Anthony; cuando no es Anthony, es Paul... Y mientras tanto, Durant siempre. En el mundial habrá otra batalla. Puede ser la definitiva, la que gane por fin la guerra. Si a este grupo le sumamos al Ricky Rubio de esta temporada, la plantilla sería de traca. Lo malo es que a ellos les faltaba Rose, Griffin, Wade, Bosh, Howard... Casi nada. De todas formas, como tú dices, Scariolo es un entrenador estupendo, aquí en Málaga lo sabemos perfectamente, pero el que supo entender a la perfección al grupo fue Pepu. El baloncesto español siempre deberá estarle agradecido, pese a quien pese.
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