El
fútbol español puede respirar tranquilo: tiene un futuro casi igual de
esplendoroso que su presente. Venció con autoridad la sub-21 en Italia, un
triunfo que da aún más crédito a un equipo que parece haber superado ya
definitivamente el trauma que provocó su lamentable actuación en los Juegos
Olímpicos de Londres. No debe ser fácil reponerse ante una situación tan
complicada, pero para este grupo de futbolistas parecen no existir límites.
Rodrigo, Deulofeu y Álvaro Vázquez no hicieron más que justicia a lo que
propuso España en el campo: una delicia.
Bajo
la dirección de Isco y Sarabia, España bailó en el césped. Son dos futbolistas finísimos,
delicados, estratosféricos. No tardarán en dar el salto a la Absoluta. Y cuando
lo hagan, será para tener un papel muy relevante. Su calidad no les permite
otra cosa. El madrileño dirigió al centro del campo con maestría; el malagueño
fue el enlace ideal para Rodrigo. Y bajo sus batutas, Deulofeu se convirtió en
un arma excesivamente peligrosa por la izquierda, a pierna cambiada. Pero hubo
un futbolista que se saltó el guión por completo: Koke. El colchonero prescindió
se saltó a la torera las imposiciones de Isco y Sarabia con el balón y quiso
ser el protagonista. Mandó un balón medido a la espalda de la defensa desde el
medio campo que dejó a Rodrigo solo frente a Bardi. El brasileño marcó tras
sentar al meta italiano. No podía ser de otra manera. Puso su firma al partido
con su duodécimo gol en diez partidos, igualando el récord anotador de Óscar
García Junyent.
Italia
quería tomar el mando, pero jugaba a algo que no estaba bien definido. Movía el
balón de un lado a otro, pero sin ritmo ni intención. No lograba inquietar bajo
ningún concepto la portería de Mariño. Quizá acusó demasiado las tempraneras
lesiones de Saponara y, sobre todo, Sala, uno de los futbolistas más peligrosos
de este combinado sub-21. Sea como fuere, España no perdonó. Volvió a aparecer
Sarabia, esta vez con Deulofeu como invitado de excepción. El canterano culé
puso un pase medido al ex madridista para que encarara portería. Vio que Isco
se aproximaba por la izquierda libre de marca para hacer el segundo. No se la
pasó. Prefirió ser agradecido y devolvérsela en boca de gol a Deulofeu cuando
se encontraba frente a Bardi. La primera mitad retratada en una jugada trazada
con escuadra y cartabón.
Cambió
de cara Italia tras la reanudación. La entrada del espanyolista Longo resultó
decisiva para ello. El joven delantero cedido al conjunto perico por el Inter
de Milán incomodó más que todos sus compañeros juntos moviéndose por todo el
frente del ataque. De hecho fue el autor del gol transalpino al aprovechar un
gran pase profundo de Sansone desde la izquierda. Longo se lanzó a por él, ganó
la partida a Carvajal y batió a Mariño con un disparo cruzado. España estaba
fuera del partido. Y los numerosos cambios que se estaban realizando no
contribuyeron a mejorar la situación. No en ese mismo instante, aunque después
resultaron decisivos para hacer el tercer y definitivo tanto en una jugada
calcada a la del primer gol, con protagonistas diferentes. Esta vez, Muniain –que
acababa de entrar– hizo de Koke y Álvaro Vázquez, de Rodrigo. Venció España y
convenció. Es un lujo y una alegría constante ver jugar a cualquier equipo que
vista la camiseta roja de la selección española.
PabloG.
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