Se
presuponía uno de los partidos de esta jornada internacional, pero resultó ser
un fiasco. Holanda y Alemania empataron a cero en un partido soso y contenido. No
jugaron los habituales en ninguno de los dos equipos, pero además los suplentes
no se esforzaron por aprovechar la oportunidad que se les dio. Preocupa
especialmente la selección holandesa, muy venida a menos desde que perdiera la
final del Mundial frente a España. Parece mentira que este bloque sea el actual
subcampeón del mundo; el equipo que, en teoría, sigue inmediatamente a España
como mejor selección del mundo.
Alemania
dominó el balón desde el pitido inicial. No cambio ni una pizca su filosofía
Joachim Löw, que se marcó una ‘españolada’ al jugar sin un nueve claro ante la lesión
de Mario Gómez. Esto contribuyó a que el partido echara enormemente de menos
las referencias en las áreas. Con los teutones adscritos a la moda del falso
nueve, el ataque fue un desorden. Götze, Müller, Holtby y, sobre todo, Reus
ocuparon la punta de ataque circunstancialmente. El esfuerzo de todos ellos fue
notable, pero se nota a la legua que no tienen el ADN del clásico jugador de
área que es capaz de fabricar goles casi de la nada. Aún peor anduvo Holanda, a
pesar de contar con Kuyt en punta. El equipo de Van Gaal fue un esperpento:
persiguió sombras durante los noventa minutos. Cuando jugadores de tanta
calidad como Van der Vaart o Afellay son simples escuderos al servicio de la
velocidad de Robben es que algo falla en este equipo. No pudieron masticar la
jugada, sólo lanzar balones en largo para que el extremo del Bayern corriera e
inquietara algo a Neuer. Fue el único que propuso algo, y cuando fue
sustituido, se acabó el peligro holandés.
No es posible que tanto Van Gaal como Van Marwijk se
equivoquen en lo mismo. Holanda sigue dando una imagen penosa después de la
Euro 2012, en la que fue eliminada como última de grupo con cero puntos. Y,
sobre todo, sigue sin jugar al fútbol. Es lenta, frágil y estéril. Hoy, sin
Sneijder y Van Persie –palabras mayores, por otra parte–, se perdió ante el
juego alemán. El problema de este equipo radica en la calidad. Atesoraban más
los homenajeados en el día de hoy Van Nistelrooy, Kluivert, Davids y Reiziger
que toda la convocatoria oranje. Si De Jong es la referencia en el centro del
campo, es que la situación es crítica. Lo sufre el Milan y lo sufre esta
selección – ¿quién lo iba a pensar en los tiempos de Rijkaard y Gullit?–. A
Alemania no le hizo falta demasiado para imponerse en la zona ancha, a pesar de
que ni Schweinsteiger, ni Özil, ni Khedira estaban en el campo: presión alta y
el criterio de Gündogan como corriente dominante. Fue la clave para ganar el
partido desde el punto de vista moral y táctico. Pero ni la moral ni la táctica
son capaces de ganar un partido realmente. El gol sí. Y para marcar hacen falta
delanteros.
PabloG.
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