Atención,
empató el Barça. Y no sólo eso: fue superado por el rival en su propio campo.
Lo hizo el Málaga en un partido que poco tuvo que ver con el que se vio cuatro
días antes en Liga. Buena culpa de ello la tuvieron las alineaciones que
presentaron sobre el césped uno y otro equipo, acusadas por las rotaciones. El
Barça, sin Valdés, Piqué, Cesc, Busquets ni Xavi, logró conservar su esencia
con la impagable presencia de Iniesta y Messi. Más riesgos corrió el Málaga,
con Joaquín y Toulalan fuera de la convocatoria y el talento de Isco, Monreal o
Demichelis reposando en el banquillo. Pero tiró de casta. Los mismos
futbolistas que tocaron el cielo en San Petersburgo y rozaron el ridículo frente
a Eibar y Cacereño, terminaron por dejar al Barcelona contra las cuerdas en la
Copa.
El
futbolista que mejor ejemplifica el partido de ayer es Iturra. El chileno se
desfondó. Aunque intrascendente en apariencia cuando más corrosivo era el Barça
con el balón, no paró de pelear su sitio en el divino círculo central del Camp
Nou. Dejó un destello en la primera parte como muestra de lo que se avecinaba
en la segunda. Pero qué destello. Robó a Thiago en la salida de balón y batió a
por bajo a Pinto en una exhibición de valentía, coraje y ganas de triunfar. Un
resumen de lo que está siendo su año desde que saltó de la Segunda División a
la Champions, ni más, ni menos. Después dominó; hizo de la zona ancha una
jungla en la que solamente los más fuertes lograrían obtener el premio del
balón, y entre él y Camacho se encargaron
de engullir al desdibujado Song y a un Thiago demasiado atormentado por el
fallo como para entrar en las trincheras.
De
todas formas, la actuación del hispano-brasileño no fue del todo desastrosa. Es
más, durante los primeros veinte minutos lució como una estrella, como la clase
de futbolista que se le supone que es. Era capaz de saltarse en un pispás la
presión malaguista y dejar el mediocampo para engancharse a la mediapunta.
Desde allí y con la compañía de Iniesta y Messi, sus movimientos parecían
decisivos, irreversibles. Entre los tres movieron al Málaga a su antojo, con
Tello ganando cualquier tipo de pulso por el flanco izquierdo. Pudieron dejar
el partido finiquitado muy pronto, pero entonces apareció un factor que
últimamente se repite demasiado en el juego del Barça: la incapacidad goleadora
de Alexis Sánchez. Ni siquiera a puerta vacía, ni siquiera en dos ocasiones fue
capaz de abrir el marcador. Todo el trabajo le quedó a Messi, que lideró la
reacción culé tras el tanto de Iturra con la ayuda inestimable de Weligton.
Jamás olvidará el central brasileño ese minuto fatídico en el que se lió con el
balón en los pies cuando le tenía ganada la posición a Messi y dejó a Puyol
rematar a placer en el área para que hiciera el 2-1.
Fue
curioso ver a este Barça de los centrocampistas modernos cortocircuitado por
dos mediocentros de los de siempre y una inferioridad numérica que pasó
desapercibida por momentos. El fútbol no es matemático, eso está clarísimo. Si
lo fuera, el Málaga nunca hubiera logrado el empate, mucho menos de la forma
que lo hizo. Hizo falta esperar al último minuto y de la forma más agónica.
Como en los viejos tiempos, Duda revistió de oro su bota izquierda para dejar
el balón suspendido sobre el área. Nadie acertó a adivinar su caída, todos
fallaron. Todos excepto Camacho, atento y vivo como pocos. Ni siquiera la dejó
que botara para romperla ante la atenta mirada de Pinto. Comprobó, a la inversa
de Thiago, lo fácil que es pasar de villano a héroe. Este Málaga desprende fútbol
y kryptonita a partes iguales. Espera una vuelta épica.
PabloG.
Gran artículo!! Nuestro blog desaparece y nos pasamos a página web. Sigue como hasta ahora que hace falta gente así para dar puntos de vista objetivos, no como los de los supuestos "periodistas" que vemos en televisión.
ResponderEliminarrazona.jimdo.com
¡Muchas gracias y enhorabuena! Te deseo muchísima suerte en tu nueva andadura. Aquí seguiremos y con la misma línea de siempre, no te preocupes. Últimamente los exámenes me están absorbiendo el tiempo y casi la vida, pero es algo pasajero, supongo que tú sabrás bien de lo que hablo. Un abrazo muy grande y lo dicho, ¡suerte!
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