Parece que, salvo algún imprevisto de última hora, Stamford Bridge será el destino
del delantero senegalés del Newcastle, Demba Ba. Veintinueve goles en cincuenta
y cuatro partidos, y trece de ellos en los veinte choques que ha disputado en
la Premier League esta temporada, han sido un argumento de sobra convincente
para que el equipo de Abramovich, dirigido desde el banquillo por Rafa Benítez,
se haya decidido por su contratación. Los blues
necesitan enderezar cuanto antes el camino: eliminados en primera ronda de la
Champions, están a catorce puntos del actual líder de la liga inglesa, el
Manchester United, aunque con un partido menos. Demba Ba puede ser el revulsivo
que necesitan, pero de nada servirá todo lo que haya logrado hasta hoy. Si
algún equipo ha demostrado a lo largo de la última década que los delanteros no
pueden vivir únicamente de su nombre, ese ha sido el Chelsea.
Adrian Mutu, Hernán Crespo, Mateja Kezman, Eidur Gudjohnsen, Claudio
Pizarro, Nicolás Anelka, los fenomenales –y fenomenalmente caros– Andriy
Shevchenko y Fernando Torres, y el recién salido rumbo a Liverpool, Daniel
Sturridge tienen algo en común: no cumplieron las expectativas. A todos les
avalaba una brillante trayectoria en sus anteriores equipos, algunas incluso
coronadas con numerosos e importantes títulos colectivos e individuales, pero
ninguno cuajó en Stamford Bridge. Demba Ba sabe bien a lo que se enfrenta; sabe
que su andadura londinense no será un camino de rosas, pero existe un
precedente que le invita al optimismo: Didier Drogba, el futbolista más grande
de la historia del Chelsea y máximo responsable de la primera y única Champions
League que posee el equipo inglés en su palmarés. Será difícil que Demba Ba
consiga ponerse a la altura de semejante leyenda blue, pero nada es imposible.
La lista de la compra de Abramovich para este mercado invernal era no
demasiado extensa y muy concisa. Se manejaban tres opciones para el puesto de
delantero: la primera, el regreso del belga Lukaku, actualmente cedido en el
West Brom donde está firmando una buena temporada, pero al parecer, al potente
delantero de ascendencia congoleña no le seducía demasiado la idea de volver a
ser un futbolista secundario. La segunda y la más ilusionante para los
aficionados del Chelsea era el regreso del ya mencionado Drogba, que se
encuentra sin equipo después de rescindir su contrato con el Shanghai Shenhua,
aunque parece que prefiere no regresar a Londres para no estropear el buen
sabor de boca que dejó a la grada tras la final de Múnich. La tercera era Demba
Ba. ¿Qué se puede sacar en claro conociendo estos tres nombres? El Chelsea,
Abramovich y Rafa Benítez necesitaban un estilo de delantero que no tenían
hasta ahora y que se ha echado en falta en muchos momentos de la temporada: un
portento físico, un futbolista veloz y potente a partes iguales, capaz de
resolver un partido por pura fuerza. Si Demba Ba se asienta en la capital, será
vital en este equipo.
Pero ¿y Torres? ¿Podrá acompañar al senegalés en la punta de ataque? Sí
y no. Este fichaje sirve también para apretar las tuercas al fuenlabreño, que
aunque últimamente ha recuperado algo su olfato goleador bajo la tutela de su
gurú Benítez, sigue sin ser ese delantero determinante por el que Roman
Abramovich desembolsó sesenta y cinco millones de euros hace justamente dos
años. La llegada de Ba puede servir, o para darle el salto de calidad que
necesita, o para cavar definitivamente su tumba como blue. No olvidemos que el nombre de Radamel Falcao viene sonando
con fuerza desde hace algún tiempo. Pero esto no quiere decir que Torres y
Demba Ba sean incompatibles, que haya que elegir entre uno u otro. Compartirán
muchos minutos en el campo, especialmente cuando los marcadores sean adversos
y, en principio, el titular es el español. Ese es el objetivo del Demba Ba,
hacerse un hueco en el once y un nombre en Stamford Bridge; luchar contra las
adversidades y la presión que conlleva ser el delantero centro del Chelsea. En
definitiva, triunfar. Y condiciones no le faltan.
PabloG.
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