No
cabe duda que el factor que marcó la diferencia ayer entre el Real Madrid y el
Barça fue la presencia en la pista de Rudy Fernández. Todo lo que se pueda decir
del mallorquín se queda corto. Y no sólo por sus impresionantes veintidós
puntos, que hablan muy bien de la capacidad ofensiva de un jugador capaz de
encontrar un tiro donde no lo hay y encima encestar con facilidad, sino también
por su capacidad para hacer de todo con unos resultados más que excelentes. En
defensa, Rudy se dedica a su labor de una manera asombrosa para un jugador como
él, campeón de casi todo con la selección española y que procede de la NBA. Su
esfuerzo y dedicación aportan mucho al equipo por sí solos, pero multiplican su
valor por el hecho de que contagian al resto, que ven en Rudy el camino a
seguir. Pero es que en el apartado ofensivo este jugador es para quitarse el
sombrero: juega y hace jugar, rebotea, asiste y es capaz de dirigir como un
base, se hace fuerte en los palmeos en carrera, es casi imparable en las
penetraciones y tiene una mano sensacional desde la línea de triples. Es un
jugador total, una pieza básica a la que se echaba de menos en Europa.
Pero
Rudy no estuvo solo en la tarde de ayer. Estuvo rodeado de un equipo lleno de
ambición y de hambre de victoria. Sergio Rodríguez volvió a dar una lección de
como dirigir el juego desde la posición de base. No queda ni rastro del jugador
que pasó con más pena que gloria por la NBA y que se hallaba sin rumbo. Ahora
el “Chacho” demuestra una madurez que le hace elevar su nivel de juego sobre el
resto. Y cuando no estaba Sergio en pista, Llull hacía de las suyas. O bien
coincidían los dos. La capacidad para penetrar a canasta del balear esta fuera de toda
duda, y además sabe sacarle la máxima rentabilidad. Pero aparte de eso, es un
jugador con una intensidad asombrosa que le hace destacar en todas las facetas
del juego. Sus catorce puntos, cinco rebotes y dos asistencias nos hablan de un
pilar fundamental en el esquema de Pablo Laso. Un jugador imprescindible, capaz
de ser una amenaza para el rival tanto por dentro como por fuera y de dejarse
la piel en defensa. También Mirotic tuvo unos buenos números (once puntos y
cuatro rebotes), pero su incidencia en el partido fue menor que en encuentros
anteriores. A nadie se le escapó que su duelo con Lorbek acabó en tablas y
perjudicando a ambos jugadores. El que nunca se ve perjudicado por nada ni por
nadie es Jaycee Carroll. Al americano con pasaporte de Azerbaiyán poco le
importa cual sea el rival o cuantos minutos esté en pista, él sólo tiene una
cosa en la cabeza: el aro. Anota, anota y vuelve a anotar. Ese es su rol, y lo
cumple a la perfección. No existe en la ACB ni, probablemente, en Europa, un
jugador con una capacidad mayor para hacer puntos. Cuando un jugador es capaz
de anotar diecisiete puntos en tan sólo quince minutos, poco más se puede
decir.
Enfrente
hubo un Barça deslumbrante, espectacular y lleno de talento, pero al que le
falta rodaje. El equipo de Xavi Pascual fue un digno rival para el Real Madrid,
pero sólo en la primera parte dio la sensación de poder llevarse el encuentro.
La remontada del final del segundo cuarto, con Mickeal e Ingles a la cabeza,
que dejaba el partido a un punto después de una diferencia de once, fue el
punto más alto del Barcelona ayer. Después de eso, logró empatar el encuentro a
cuarenta y seis puntos y comenzó a hundirse. Se atascó en ataque y el Madrid se
fue a diecinueve para dejar el partido sentenciado a falta de cuatro minutos
del final. Y todo ello a pesar de la lección que dio Nathan Jawai. El australiano
es un monstruo, una bestia que domina como nadie la zona pintada. Es enorme,
posee una fuerza descomunal y además es ágil y capaz de correr la pista a buen
ritmo. No cabe duda de que dará muchísimo que hablar este año en la ACB con su
capacidad para taponar y para machacar con una potencia bárbara. Porque además
se entiende bien con Marcelinho. Con Felipe Reyes y Slaughter maniatados a la
hora de defenderle, Begic le sirvió de merienda. El esloveno se vio incapaz de
controlar a esta fuerza de la naturaleza que se fue hasta los veinte puntos y
tres rebotes, todos ellos en ataque.
Aunque con Jawai sólo no basta para ganar a un grande de Europa como el Real Madrid. Hace
falta algo más. Mickeal tenía ganas al partido. Quizá en exceso, por eso se cargó
de faltas demasiado pronto, lo que limitó muchísimo su presencia en un partido
en el que debería haber dado un paso al frente para liderar al equipo. Fue
entonces cuando Ingles se erigió como líder ofensivo del Barça, con todo lo que
ello conlleva. El australiano es un jugador estupendo, pero no es capaz de decidir
un partido por sí solo, a pesar de que le puso todo su empeño. El Barça acusó
la falta de un líder en pista que acompañara a Jawai. Eso no ocurrirá durante
la temporada, cuando Navarro esté en perfectas condiciones y Jasikevicius le
acompañe en la labor de mando. Mientras tanto, Rabaseda trató de suplir a Mickeal.
El canterano culé firmó once puntos, tres rebotes y dos asistencias
fundamentales, pero que finalmente no sirvieron para lograr la victoria. Pero
sin duda, al que más se echó de menos fue a Tomic. El ex madridista aportó el
morbo al encuentro y poco más. Fue superado constantemente en defensa y se quedó
en unos mediocres siete puntos para un jugador que está llamado a poner todo su
talento ofensivo al servicio del conjunto blaugrana. Vio como se le escapaba un
nuevo título, esta vez desde el otro lado. El Madrid se llevó la supercopa con
todas las de la ley. Es un equipo increíble.
PabloG.
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