Se
bajó el telón de manera definitiva. Atrás quedan veintisiete años, treinta y
ocho títulos, trece Premier Leagues, dos Copas de Europa y un club instaurado en la
élite. Se cierra una época. ¿Cómo será el fútbol mañana? ¿Cómo será el
Manchester United cuando despierte y vea que su jefe, una de las más grandes
estrellas de su historia ya no ocupa su banquillo? Ferguson deja huérfanos no
sólo al United, no sólo a Manchester, sino al mundo entero. Se marcha un hombre
que cambió la historia del deporte. No fue un revolucionario en la pizarra ni
su equipo jugó jamás el mejor fútbol del planeta, pero se convirtió en un icono
por su carisma y su forma de ver y hacer las cosas.
Un
golazo de Mark Hughes frente al Barcelona en la final de la Recopa de 1991 le
permitió escribir su historia. Hasta ese instante, su puesto peligraba
seriamente: la afición y la prensa estaban impacientes por ganar títulos.
Después, la llegada de Cantona cambió el rumbo del club. El genio galo inició
un camino en el que le acompañaron y después continuaron unos imberbes Ryan
Giggs, Paul Scholes, Nicky Butt, Phil y Gary Neville y David Beckham. Sus
niños, su mayor apuesta en la historia del Manchester, le dieron la razón al
poco tiempo. Vendió a las estrellas del equipo para sustituirlos por una de las
hornadas de canteranos más fascinante de la historia del club, que logró un
fabuloso triplete coronado por la ya mítica final de Barcelona contra el
Bayern.
Ese
fue el mayor ejemplo de lo que significa la era Ferguson: la transición entre
proyectos sin perder la identidad. Una transición que no siempre fue pacífica,
pero sí exitosa. Si algo ha caracterizado la carrera del escocés ha sido su
relación con sus jugadores, que podía pasar del amor al odio en cuestión de
días. “Nunca antes había tenido miedo de nadie
hasta que vino él; fue un terrorífico bastardo desde el principio”, dijo
Bobby Culley sobre Ferguson cuando coincidieron en el East Stirlingshire.
Nunca una frase le definió mejor. Jugadores imprescindibles en épocas clave
acabaron de la peor manera posible. Roy Keane, su prolongación en el campo
durante los mejores años de los red
devils; Mark Hughes, su salvador; David Beckham, la estrella de sus Fergie Babes; y Wayne Rooney, para
escribir el último capítulo de su carrera.
Precisamente
Rooney fue uno de los hombres fundamentales en su última reconstrucción. El scouser llegaba del Everton con 18 años
para unirse a los veteranos Ferdinand, Scholes y Giggs y a la estrella
emergente del momento, Cristiano Ronaldo. Después, jugadores como Evra,
Carrick, Vidic y Van der Sar cohesionaron a un grupo trufado de canteranos que
terminaría proclamándose campeón de Europa en 2008, después de una emocionante
tanda de penaltis en la que Van der Sar fue el héroe con el Estadio Olímpico
Luzhniki de Moscú como testigo. Fue la última gran victoria de Ferguson, que
después volvería a alcanzar con su United otras dos finales en las que fue superado
ampliamente por el Barça de Guardiola.
Se
marcha Ferguson dejando un legado casi insuperable y un equipo referencia en
Gran Bretaña y en el mundo. Se marcha dejando al United campeón, con Van Persie
como máximo goleador de la Premier. Otro gran acierto de un hombre que demostró
hasta el último tener un instinto especial a la hora de convencer y firmar a
grandes jugadores.
Pero
Ferguson no se marcha solo: su Fergie
Babes bajan el telón con él. Scholes, Beckham y Phil Neville han puesto
también punto final a su carrera este fin de semana y se unen a Gary Neville y
Nicky Butt, semirretirado en la liga de Hong Kong. Sólo Giggs, precisamente el
más veterano de todos ellos, seguirá en activo al menos una temporada más. Será
el epílogo de un ciclo que se cierra en el fútbol inglés. Será el último
recuerdo que nos quede de un hombre que hizo que Old Trafford fuera aún más el
Teatro de los Sueños, como lo bautizó Busby. La característica camiseta roja
del Manchester United estará por siempre impregnada de la leyenda de Sir Alex
Ferguson.
PabloG.
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