Dortmund
tendrá la recompensa que merece. Por primera vez desde el año 1997, el Borussia
Dortmund disputará la final de la Champions League, la segunda desde su
fundación en 1909. Lo hará tras una eliminatoria épica en la que dejó en la
cuneta al todopoderoso Real Madrid de José Mourinho. Lo hará, porque el 4-1 que
cosechó en la ida, con un póker de goles de Robert Lewandowski, resultó
decisivo. Y lo hará porque la labor táctica de Jürgen Klopp, no sólo durante
esta eliminatoria sino durante todo el torneo, ha sido sobresaliente.
Neutralizar
a un equipo como el Madrid no es tarea
fácil: cuenta con una buena salida de balón proporcionada por Varane y Sergio Ramos,
con grandes canalizadores del juego como Modric u Özil, y con auténtica pólvora
arriba, personificada especialmente en Cristiano Ronaldo, uno de los mejores
jugadores del planeta. Pero si alguna pieza resulta verdaderamente vital en las
tareas de elaboración del Real Madrid, ese es Xabi Alonso. El tolosarra es un
jugador sin símiles dentro de la plantilla blanca. Es paciente con el balón en
los pies, consciente en todo momento de dónde se encuentra la mejor opción de
pase. No duda en jugar en horizontal si la presión del rival asfixia o si
necesita abrir algún hueco en el entramado defensivo, pero su mayor virtud
reside en romper líneas con pases verticales, ya sean en largo o en corto. En
eso es un especialista y el Madrid lo agradece. El problema se encuentra cuando
el equipo contrario consigue neutralizar a Alonso. En ese momento, el Real
Madrid pierde el norte.
Esta
circunstancia se ha dado en más de una ocasión esta temporada con idéntico
resultado, pero no deja de ser curioso que siempre haya ocurrido lo mismo
cuando un equipo concreto ha estado enfrente: el Borussia Dortmund de Jürgen
Klopp. Ocurrió en la ida y en la vuelta de los
partidos de la fase de grupos, y volvió a ocurrir en la ida y en la vuelta –en menor
medida debido a las circunstancias, que exigían al Madrid un empuje extra para
lograr la remontada– de las semifinales. Dos jugadores, Gündogan y Bender o Kehl,
encima del jugador y otro más, Götze, en la zona de vigilancia. El resultado:
Xabi Alonso tenía que retrasar su posición hasta colocarse junto a los
centrales, perdiendo de este modo cualquier superioridad posicional con
respecto a su rival y, por consiguiente, la mayor parte de su peligro en la
dirección del juego. Además, nadie fue capaz de relevarle en sus funciones, ni
siquiera Modric. El problema no fue que el Madrid no tuviera el balón, es que
no supo qué hacer con él. Maldición alemana lo llaman unos; otros, superioridad
táctica.
El
Borussia Dortmund es un equipo joven
que suple su inexperiencia con una cohesión inigualable. Es un bloque
heterogéneo en el que es difícil encontrar una estrella concreta, un futbolista
que sobresalga del resto. Por poner algunos ejemplos, Lewandowski destaca por
su capacidad goleadora, Reus por su terrorífica verticalidad y Götze por su
control innato del juego, pero ninguno es mejor que los otros dos. Simplemente
son diferentes y complementarios, y aportan al grupo unos valores únicos. Los
triunfos del BVB no dependen de una gran actuación de un futbolista en
particular, aunque si esta se produce, su impacto en el juego se multiplica
innegablemente. Si observamos el partido de ida de la fase de grupos frente al
Real Madrid y la ida de las semifinales, podremos apreciar que la única
diferencia notable entre los dos encuentros fue el acierto de cara a portería
de Lewandowski. Por lo demás, la superioridad alemana en lo colectivo fue
prácticamente idéntica: presión alta, circulación rápida y transiciones
vertiginosas. La esencia del Borussia, la más precisa definición de la palabra
equipo.
La
Champions de los chicos de Klopp está siendo insuperable: siete victorias,
cuatro empates y una única derrota. Ante todo un equipazo como el Real Madrid,
el conjunto aurinegro sólo pasó apuros durante los diez minutos finales de la
eliminatoria, un hecho que refleja la magnitud de la hazaña borusser. Durante
la competición, el Dortmund ha cimentado su gesta a base de grandes y
simbólicas victorias: venció al toque, a la superioridad física y al
contragolpe en la fase de grupos; al desparpajo y al descaro durante los
octavos y los cuartos de final; y venció a la
historia en las semifinales. Ahora sólo falta una última victoria para tocar el
cielo: en Wembley el mayor rival será su propio miedo. Y a nadie le cabe la
menor duda de que serán capaces de superarlo.
PabloG.
Vale, pero creo que las llagas que aún queman el lomo bávaro por obra de las espuelas de Drogba en la final anterior harán que Munich pase al galope por encima de Dortmund.
ResponderEliminarMorbo: en la próxima jornada ambos se enfrentan en la Bundesliga.
Por supuesto, el Bayern va a salir a morir. Después de las finales de 2010 y 2012, el Bayern se ha hartado de perder finales, por decirlo finamente. Ahora bien, también tengo que decir que si veo a algún equipo capaz de vencer a este Bayern, ese es el Borussia Dortmund. La final de copa del año pasado es una buena muestra: todos veían favorito al Bayern y el resultado final fue un humillante 5-2 para los de Klopp.
EliminarEn el partido de esta semana me parece que el Bayern va a aplastar al Dortmund, por mucho que juegue en casa. Sea cual sea el resultado, será engañoso de cara a la final.
yo creo viendo la fortaleza del bayern munich que en la final ganara porque lo daran todo por ganar, tiene un equipo demasiado duro le paso por arriba a todos los equipos que le tocaron en esta liga de campeones y desde ese partido con el arsenal que no le encajan goles.
ResponderEliminar¿cuando tendras la cronica de la vuelta del baca bayern?
me gustaria ver tu analisis.
Lo estoy preparando, pero no será una crónica exactamente, más bien un artículo parecido a éste. Siento no tenerlo ya subido, pero las semifinales me han pillado en un momento en el que los estudios me roban demasiado tiempo, pero en poco tiempo lo tendré terminado. ¡Un saludo!
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