En un lugar de la Mancha, cuyo nombre es
conocido por todos, Fuentealbilla, no ha mucho tiempo que vivía el futbolista
más importante de la historia de España. Concretamente diecisiete años hace que
un chiquillo de doce partió a Barcelona para cumplir sus sueños.
Ahora es el fútbol quien va a su casa a
buscarlo. “Toc toc. ¿Está Andrés? Necesito que me eche una manilla… No, no es nada; simplemente se trata de hacer un grafiti
con su nombre en los muros de la historia”. Chico
–como lo llaman en casa–, que es un muchacho humilde, sencillo y generoso,
llegará puntual a la cita. En Albacete, junto a los suyos; en el Carlos
Belmonte, el estadio que lo vio debutar con la Roja y aquel en el que tantas
veces soñó con triunfar cuando aún vivía en el pueblo, estará presente para
sellar el pasaporte de España rumbo a Brasil para la defensa de su corona
mundial. Sí, aquella que en la agradable noche del 11 de julio de 2010 regaló a
su país con un derechazo nacido en lo más profundo de su alma.
A las 21.00 horas, Andrés no saltará solo
al césped en lo que se presume una fiesta del fútbol español, aunque en teoría
vayan a ser él y diez más. Con él estará ese inigualable grupo de futbolistas
que tantas alegrías ha dado a los amantes del fútbol y del deporte en general,
pero sobre todo a los españoles. Él, que se sabe el anfitrión será el encargado
de liderarlos y organizarlos para la victoria. Dará un paso al frente y se
erigirá de nuevo en el héroe.
Existen muchas incógnitas alrededor de
los once elegidos para el partido final. No es de extrañar; en un grupo tan
talentoso y competitivo debe ser difícil elegir sólo a unos pocos. Ante las
cuestiones más complejas, el seleccionador fue salomónico en el partido
anterior: en el asunto Monreal-Moreno dio prioridad a los galones para
sacrificar el rodaje y el estado de forma; en el que atañía a Valdés y a
Casillas –y a Reina, ese gran olvidado…–, hizo justamente lo contrario, dar
prioridad al nivel mostrado en las últimas semanas. Lo que está por ver ahora
es si Del Bosque considera que este encuentro pertenece a los que no estuvieron
frente a los rusos blancos o si decide seguir con su apuesta.
También está el tema de los nueves, que
tanto dan que hablar últimamente. Por los que no están, por los que están y por
los que estarán. De momento, el que parte con ligera ventaja es Negredo. El
delantero del Manchester City ha enamorado al gol en este inicio de temporada y
le está sacando un buen provecho: sale a un tanto cada 84 minutos disputados,
ya sea con su equipo o con la selección. El último partido fue un ejemplo: veni, vidi, vici. Hizo en media hora lo
que Michu no logró hacer en tres cuartos. Ahora mismo es el delantero español
más en forma.
Todos ellos saben que el objetivo está
cerca, qué después de la tormenta, ha llegado por fin la calma. Atrás quedaron
los sufrimientos frente a Francia, la impotencia frente a Bielorrusia y los
amargos lamentos tras el empate rascado por Finlandia. También quedaron atrás
las dudas, los murmullos y los dedos acusadores. Sólo falta un punto. Un punto
que legitimará a España para batirse en duelo con cualquiera que intente
birlarle su tesoro más preciado sobre suelo carioco.
Un punto que sin embargo habrá que
arrancar de sus garras a la orgullosa Georgia, que ya espera con el autobús
plantado sobre el verde. Que estos molinos de viento nos serán gigantes, pero
opondrán la misma resistencia. Para combatir este mal sobradamente conocido,
Del Bosque deberá emplear el mismo remedio de siempre: paciencia, confianza en
el talento y alguna que otra ruptura al espacio, que tampoco viene mal de vez
en cuando. Y unas gotas de heroicidad, las que aportará don Andrés cuando se
dirija a la batalla a lomos de su fútbol guiando al ejército del tiki taka.
PabloG.
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