Hubo un
tiempo en el que la liga italiana estuvo dominada por el equipo menos italiano
de todos. La Juventus que diseñó Conte era un equipo excelso: dominaba a través
del balón con claridad y aportaba ese puntito de superioridad física cuando era
necesario. Pero sobre todo, tenía una capacidad extraordinaria para competir. Y
ganar.
Conte
estructuró su equipo a partir de ese 3-5-2 que permaneció inmutable desde su
implantación: funcionó de maravilla. Confió en una idea y en unos hombres que
repetían una y otra vez en la alineación titular, unos futbolistas que
asimilaron la idea y la elevaron a su máxima potencia. Ahora, con la llegada de
otro animal competitivo como Tévez, el mejor once posible de la Juve es el
siguiente: Buffon; Barzagli, Bonucci, Chiellini; Lichtsteiner, Vidal, Pirlo,
Marchisio, Asamoah; Tévez y Vucinic. Tres centrales que además de defender bien
saben iniciar la jugada desde atrás, dos carrileros profundos y peligrosos, dos
interiores de ida y vuelta y unos puntas asociativos, solidarios y con gol. Y
Pirlo, claro.
¿Por qué
hablar en pasado de un equipo tan brillante? Porque esta temporada no termina
de carburar. Domina, aunque sin la misma suficiencia que antes, y de repente se
atasca y se va del partido. Donde mejor se vio fue en el partido del pasado fin
de semana contra la Fiorentina. Hasta el minuto sesenta, los bianconeri dominaban el balón y el
partido. Pero era un dominio estéril, más allá de sus dos goles de ventaja.
Poco ritmo, pocas dudas en el equipo rival y un dominio más táctico que
técnico. Ese es el principal problema de la Juve este año: su circulación de
balón es demasiado lenta. Tanto, que no consigue sorprender al rival. Y en un
cuarto de hora, ¡plof!, cuatro goles en contra y tres puntos que parecían
asegurados se esfuman.
La del
Artemio Franchi fue la derrota más dura de la era Conte y el equipo llega al Bernabéu con el ánimo por los
suelos. Pero cuidado: nunca se puede dar por muerto a un equipo que ha sido
capaz de revolucionar el calcio y
dominarlo con un estilo diametralmente diferente al que se venía viendo en los
últimos años. Estas son las claves del juego de la Juve:
La importancia de los centrales
En la idea
de Conte la línea defensiva cobra una importancia capital. No en vano, hasta
que no introdujo a tres hombres en la línea defensiva, su equipo no adquirió la
libertad de movimientos que lo convirtió en una máquina de sorpresas continuas
para el rival.
Barzagli,
Bonucci y Chiellini juegan muy adelantados. Tanto, que en muchas jugadas
envuelven a Pirlo y se colocan a su altura. Esto permite una salida de balón
eficaz y limpia, fuente inagotable de ocasiones y dominio del partido. En
corto, el que lidera la salida es Chiellini, pero si el plan falla, recurren al
guante en la bota de Bonucci. El número ‘19’ juega en el centro y más retrasado
que sus dos compañeros, por lo que tiene más tiempo para armar la pierna en
busca de un pase largo que casi siempre llega al lugar deseado. En el partido
frente a la Lazio, repartió dos asistencias de gol desde más de 40 metros de
este modo. Arma peligrosísima y muy a tener en cuenta.
Además, en
defensa es un factor importante que jueguen tan arriba: suelen abandonar su
posición para ayudar a los mediocentros en la recuperación del balón. Pero que
esta posición tan adelantada de la línea defensiva tiene también un gran
inconveniente. Cualquier error en un pase deja al equipo al descubierto. Esto
convierte a los bianconeri en un
equipo frágil al contragolpe, algo que el Real Madrid puede aprovechar de
maravilla.
Pirlo, la virtud y el defecto
Un factor
marcó las diferencias entre la Juve y el resto: el fichaje de Pirlo permitió a
Conte articular el equipo a su alrededor y darle libertad sobre el césped. La Vecchia Signora jugó bien y ganó dos
Scudettos y Pirlo se consagró como el enorme futbolista que es. Pero también se
creó una dependencia de su fútbol para el buen funcionamiento del equipo. Una
dependencia que, ahora que Pirlo afronta el final de su carrera, comienza a
preocupar, porque no se le encuentra solución.
No es
casualidad que el mejor partido de la temporada de la Juventus haya coincidido
con el mejor partido de Pirlo. La Lazio le dejó campar a sus anchas por el
centro del campo y el resultado final fue de 4-1. Su visión de juego y su
talento siguen intactos, a pesar de los años. Pero los problemas comienzan
cuando los equipos enciman a Pirlo. Entonces, la Juve debe buscar otra vía para
iniciar la jugada con la que no se siente cómoda.
Tener a
Pirlo como hombre más retrasado implica poner a su lado a dos mediocentros
fuertes que le tapen las carencias defensivas. Ese, además de aparecer
constantemente en el área, es el papel de Vidal y Marchisio, jugadores de mucho
corazón y poderío que, sin embargo, no reúnen las cualidades necesarias para
iniciar las jugadas de ataque cuando Pirlo no puede.
Sin Lichtsteiner, la Juve respira
con un pulmón menos
En los años
70, Brasil revolucionó el fútbol alterando una de sus posiciones tradicionales.
Transformó al clásico defensor lateral en una peligrosa arma ofensiva que
llegaba hasta la línea de fondo cuando nadie lo esperaba y la llamó carrilero.
Ahora, en el siglo XXI, muchos equipos beben de esta idea, pero pocos tienen
hombres capaces de desarrollarla a la perfección. Lichtsteiner es el que mejor
lo hace del mundo. El suizo defiende como un lateral, se asocia como un
interior y ataca como un extremo. Además, su capacidad de sacrificio es
imprescindible para hacer lo que Conte exige a sus hombres de banda asfixiar al
rival con la ayuda de los mediocentros y obligarlo a entrar por el centro.
Lichtsteiner,
junto a Vidal es el hombre más importante de la Juventus, Pirlo aparte. El
problema es que el ex de la Lazio no estará en el Bernabéu salvo sorpresa de
ultimísima hora y la Vecchia Signora
no tiene a ningún futbolista capaz de relevarlo en sus funciones con las mismas
garantías. Una baja sensibilísima.
Variedad en la delantera
Los
fichajes de Carlos Tévez y Fernando Llorente han dado a la Juventus multitud de
posibilidades y matices en la punta del ataque. Ahora, a los goles de
Quagliarella y al tremendo talento de Vucinic se une la pelea de Tévez y el
juego de espaldas de Llorente. Es interesante, sobre todo, la variante del
riojano, que rompe con la armonía de jugadores de movilidad del equipo: cuando
está en el campo, su cometido es bajar los balones que le llegan de los pies de
Bonucci o Pirlo y dejarlo en condiciones óptimas para que Vidal o Marchisio
puedan sorprender con sus llegadas.
Pero,
independientemente de quién juegue, la labor que desempeñan los delanteros en
defensa es vital para el buen funcionamiento del bloque. Son los que inician la
presión altísima y escalonada que propone la Juve y que le permite envolver a
su rival.
En el
Bernabéu, la Juventus se enfrenta al reto más grande desde su renacer como gran
potencia futbolística de Italia. Debe ganar para no descolgarse en un grupo
aparentemente sencillo, pero sobre todo debe recuperar las sensaciones perdidas
en este inicio de curso. El potencial es igual o mayor que el año pasado.
Simplemente están dormidos.
PabloG.
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