Mucho
se ha escrito y hablado sobre la importancia que tendrá Özil en el nuevo
proyecto del Arsenal. Mucho, muchísimo. Se presume que será el líder gunner a
partir de ahora. Pero lo cierto es que el jugador que está tirando del carro es
uno del que no se esperaba: Aaron Ramsey.
Pero
¿quién es Aaron Ramsey? Ramsey es un joven futbolista galés que deslumbró a
toda Gran Bretaña en su temporada de debut con el Cardiff City en 2007. Wenger
se enamoró de él, pagó cinco millones de libras y se lo llevo a Londres a la
temporada siguiente, con 17 años recién cumplidos. Su progreso era adecuado y
el “offence-minded Roy Keane” que fichó el alsaciano olía a estrella mundial.
Pero un hecho lo marcó definitivamente: el 27 de febrero de 2010, en el
Britannia Stadium, el defensa del Stoke City Ryan Shawcross se pasó de bruto.
Le destrozó la pierna derecha y a punto estuvo de hacer lo mismo con su
carrera. Doble fractura de tibia y peroné. El mundo se le venía encima.
Nueve
meses más tarde volvió a sentirse futbolista. Volvió a los terrenos de juego
con los reservas del Arsenal. Para completar su recuperación tuvo que salir de
la city cedido en dos ocasiones: la primera con destino Notthingham para formar
parte de la plantilla del mítico Forest; la segunda, de vuelta a casa, Cardiff.
Una
vez recuperó el tono físico y las sensaciones, Wenger volvió a confiar en él.
Pero algo había cambiado en Aaron: su fútbol no era el mismo. Pasó de ser un
proyecto de estrella a un futbolista absolutamente intrascendente en un Arsenal
decadente. Quizá buena culpa de ello la tuvo que el galés no fuera capaz de
tomar el testigo de las estrellas que se marchaban del Emirates. Era un juguete
roto del fútbol, más famoso por esa supuesta maldición que dice que un famoso
muere cuando él marca que por su juego.
Pero
el Ramsey de esta temporada poco tiene que ver con el que se había visto hasta
ahora. Ni con el intrascendente futbolista que se paseaba por los terrenos de
juego con la camiseta del Arsenal, ni con el delicioso mediapunta que se perdió
para siempre sobre el césped del Britannia. Aunque los dos han influido en él
de manera decisiva. Ahora, Ramsey es un futbolista agresivo, con una mentalidad
de hierro y un trabajo físico intachable. Su talento se mantiene casi intacto,
pero ya no es el sustento principal de su juego: ahora su fútbol no se juega
con los pies, sino con la cabeza. Es algo menos brillante y sedoso pero mucho
más efectivo. Ha retrasado su posición para situarse en la base de la jugada,
desde donde explota para devastar las líneas rivales. Futbolista completísimo:
el primero en ejercer la presión en el centro del campo, roba una buena
cantidad de pelotas, inicia la jugada y la conduce, y se asoma al área con
frecuencia y acierto. Sus números esta temporada son impresionantes: seis goles
y una asistencia en siete partidos entre Premier y Champions.
Ramsey
ha sabido sacar partido de las desgracias. Ahora tiene una mentalidad a prueba
de bombas que se manifiesta en forma de liderazgo en el verde y que contagia a
todos sus compañeros. Si alguien quiere buscar una explicación al cambio en la
forma de entender el fútbol del Arsenal esta temporada, contundente y agresivo
durante los noventa minutos, debe observar atentamente cada movimiento del
galés. Es la base del proyecto porque Ramsey siempre fue Arsenal y el Arsenal
siempre fue Ramsey. Desde el día que salió de Cardiff con pinta de gran
pelotero hasta hoy que verdaderamente muestra ser una especie de Roy Keane con
mentalidad ofensiva. Y los gunners merecen comer los frutos que hoy recogen: en
el momento más duro de su carrera, cuando el chico estaba tan destrozado como
su pierna y la fecha de su reaparición era un misterio, apostaron por renovarlo
en un gesto de fe. Deben felicitarse en las oficinas del club (sobre todo
Wenger, su gran valedor): tienen un futbolista increíble.
PabloG.
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