Arsène
inició en julio un viaje que llevaba preparando desde el pasado invierno más o
menos. Siempre supo que no iba a ser un viaje agradable. Los objetivos eran
claros: otorgarle a la plantilla un cerebro en forma de líder, corazón
competitivo y coraje para ser determinante dentro del área rival. Sufrió más de
la cuenta durante la travesía; pasó más penurias de las esperadas para cerrar
el plantel. Cada revés era más doloroso que el anterior porque el tiempo se
agotaba. Y de repente, con el tiempo encima, llegó a su destino. Frente a él
estaba el Mago. Entonces Arsène miró atrás y valoró el camino. Comprobó que la
vuelta de Ramsey era más que satisfactoria. No obstante, hasta ese momento
estaba siendo el alma del equipo rindiendo a un nivel excelente. También se dio
cuenta de que el regreso de Flamini al Emirates había inyectado mala leche al
medio campo gunner y que Giroud se
había convertido en un cañón de alta fiabilidad. Fue en ese momento cuando
Arsène se saltó el guión, se lió la manta a la cabeza, le pegó una patada a la
obra de L. Frank Baum y se llevó al Mago de Öz bajo el brazo.
La
llegada de Mesut Özil es algo más que el fichaje de un futbolista por un equipo
de fútbol: es un estímulo para una masa social desesperada y un rayo de luz
para una plantilla necesitada de talento. Supone la primera incorporación en
años de un futbolista de primer orden mundial en su momento de madurez. Todavía
más: ficha a un jugador que era héroe del Real Madrid hasta el último día de mercado,
un mediapunta capaz de repartir 85 asistencias de gol en sus tres temporadas de
blanco. Quizá no fuera la posición que más urgía reforzar al Arsenal. O quizá
sí, porque en el fútbol que propone Wenger valen más cinco centrocampistas
creativos que un delantero eficaz mal conectado. Lo que está fuera de toda duda
es que a Londres ha llegado una estrella mundial cuando menos optimistas eran
las predicciones. Y eso siempre se agradece. Siempre.
Mucho
se ha hablado y escrito sobre cuál sería su disposición ideal dentro del
esquema de Wenger. Bueno, más que la suya, la de sus compañeros, porque si hay
algo claro en este mundo es que Özil es un ‘10’ al uso. Su posición, por sus
condiciones y por su talento es innegociable. La solución para radicar en un
4-3-3 en el que Cazorla aparezca como falso extremo izquierdo para aportar en
la creación y dar amplitud al campo cuando sea necesario. En el otro lado
Walcott, el futbolista más determinante de la plantilla, seguirá siendo un
puñal. Y por detrás, para poner orden en la jugada y aportar el equilibrio
necesario a un equipo tan peculiar tácticamente como el Arsenal, cuatro
jugadores muy diferentes entre sí.
Wilshere
es talento, lo más parecido al centrocampista inglés perfecto: cerebral con el
balón, temperamental sin él y agresivo siempre. En definitiva, la mejor
representación de la idiosincrasia del fútbol de las islas. Después está
Arteta, más pausado y más disciplinado como buen mediocentro español. Su
claridad en el pase, así como su buen posicionamiento, son únicos en esta
plantilla. Luego está Flamini, que vuelve a casa después de una fatal
experiencia en Milan que a punto estuvo de costarle la carrera. Y digo a punto
porque volverá a resurgir en Londres de la mano de Wenger. Como ya se ha
apuntado anteriormente es el corazón competitivo del equipo, el hombre
diferente de ese centro del campo que aporta más lucha que otra cosa. Pero de
la buena. Entre ellos tendrán que repartirse los minutos, porque lo único
cierto es que Ramsey será indiscutible si continúa a este nivel.
El príncipe
galés ha virado en bandido,
y ahora se ha convertido en un interior de muchísimos quilates. Se implica en
defensa como el que más, asume sus labores tácticas con disciplina y construye
con talento las ofensivas de su equipo. En definitiva, ha recuperado el nivel
que Shawcross destrozó en el Britannia
Stadium pero ahora es un futbolista mucho más completo. Tanto
que en lo (poco) que llevamos de temporada está siendo con diferencia el mejor
del Arsenal. Este nuevo Arsenal, de Özil o de quien sea, debe construirse sobre los cimientos de Ramsey. Y la sociedad que formen el galés y el
alemán será la que trace el camino de los gunners.
Y
mientras tanto, Giroud se frota las manos. Sabe que es el gran beneficiado de
este mercado de fichajes. No le han traído ningún delantero capaz de pelearle
el puesto y sin embargo ha llegado a Londres el mejor escudero que podía
desear. Todo se lo ha ganado en el campo, que conste. Pero él como el resto de
la afición del Arsenal sabe que lo de Özil no es una operación más. No por nada
es la más cara de la historia del club, triplicando a su antecesora. La nación gunner es consciente de que Özil
supondrá un cambio radical en la plantilla y en el club, como también es
consciente de que con Özil sólo no basta. Pero es un buen comienzo. Un
grandísimo comienzo, más bien. Y el alemán, como el Mago de Oz primero en papel
y después en la pantalla, les hará ver que todo estaba en sus mentes. Que no
son tan malos como creen y que pueden ser capaces de hacer algo grande. Sólo
necesitan un empujoncito. Él se lo dará.
PabloG.
No logro entender ni explicarme la dirección deportiva del Real Madrid, venden a Ozil, Ozil!!!!!.
ResponderEliminarAunque quedamos con Isco pero opino yo que Ozil era igual de importante, necesario para un equipo que de una vez por todas quiere dejar de vivir de su historia, me da mucha pena la venta de este crack.
Buen viaje Ozil, ojalá te vaya muy bien.
Halaaaaaaaa Madrid!!!!!!