No hay un
futbolista más apto para el Barça que él. Ni Xavi, ni Iniesta, ni Messi. Ni siquiera
Guardiola representaba tanto a un estilo como él lo hace. Es el principio y,
muchas veces, el fin de la jugada. Es talento puro. Es el que da sentido al
juego. Es, simplemente, Gerard Piqué.
La última
temporada que estuvo a las órdenes de Guardiola no lo pasó bien: se le criticó
por ser defensivamente blando, lento y por no estar implicado con el equipo. No
se rindió. Ya el año pasado, con Tito a los mandos del bólido culé, la cosa fue
distinta. Intermitentemente volvió a ser a ese Piqué que asombró al mundo
durante la campaña del triplete. Ese central elegante y majestuoso con el balón
en los pies con un altísimo coeficiente intelectual futbolístico para corregir
los fallos de sus compañeros y desmontar los ataques rivales. Pero ese era el
problema: aparecía a ratos.
Este año,
sin embargo, parece más maduro. Sin lugar a dudas se siente mucho más cómodo
dentro del sistema de presiones altas y defensas fuertes que propone el Tata.
Se siente de nuevo el jefe. Ordena, corrige y, sobre todo, inicia.
Su técnica
depuradísima le permite ser impecable en la salida de balón y encender la
maquinaria azulgrana. No duda, no le tiembla el pulso. Prioriza el pase corto:
en vertical buscando a Busquets; en horizontal buscando a Mascherano, su pareja
de baile más habitual en los últimos tiempos. Y cuando lanza en largo es
peligro seguro. Es más, reclamaba esta semana tener más libertad para hacerlo
al decir que el Barça se estaba convirtiendo en esclavo del tiki taka. Porque Piqué, que es
inteligente, sabe que jugar en largo no es perder la esencia. De hecho, en
aquella explosión de fútbol que fue el Barça de Cruyff, un recurso recurrente
era el guante en la pierna derecha de Koeman.
Y es que
aunque Piqué es cruyffista, tuvo que hacerse hombre en Inglaterra. Cuando llegó
a Manchester como una de las mayores promesas de la cantera barcelonista se dio
cuenta que poco o nada de lo aprendido le iba a servir allí. Él mismo reconoció
posteriormente ser “una madre” defendiendo. Y no exageraba. A Ferguson le costó
cielo y tierra hacerlo a la Premier y a Europa y ni siquiera en su plenitud fue
de sus predilectos. En cierto modo, era normal. Demasiado fino para las islas,
demasiado elegante para un fútbol tan brutal.
Regresó a
Barcelona y Guardiola lo puso en órbita. Se hizo dueño del primer pase y llevó
a ese glorioso equipo a la eternidad a pulso con el resto de sus compañeros.
Todo ello antes de que la crítica se le echara encima. Una crítica que quizá no
tuvo en cuenta una cosa: el ojo humano se acostumbra demasiado pronto a lo
bueno. Si Piqué no hubiera aterrizado en Barcelona con tantísimo brillo no se
le hubiera despedazado como se hizo. Pero es fuerte, y contextualizado
correctamente de nuevo lo está demostrando. Aún es pronto para hacer grandes
valoraciones, pero Piqué está en la senda de ser lo que fue. Con un pase corto
soberbio y un pase largo perfecto. Rápido otra vez y bien colocado siempre. Hoy
volvió a marcar porque tiene alma de delantero. Que no se olvide: es principio
y fin. Es la esencia de la filosofía culé.
PabloG.
A mi Piqué personalemente no me convence, generalmente necesita en exceso un central tipo Puyol al lado para que corrija sus errores, suele ser fallón en defensa y en los corners y perlotas paradas en general le suelen ganar con mucha facilidad de cabeza, aún cuando mide cerca de 2 metros.
ResponderEliminarLo encuentro un tipo llorón y sobrevalorado.
PD: Si no te gusta el tono de mi comentario dime, así moderaré el tono en un proximo comentario.
¿Por qué no iba a gustarme? Estás opinando, y todas las opiniones son válidas.
EliminarEn parte estoy de acuerdo en lo que dices, pero también te digo que la elegancia que tiene Piqué sacando la pelota no la tiene ningún futbolista del mundo. En un central, aunque parezca una locura, no todo es defender. Tampoco es jugar con dos centrales impecables en la salida y nulos en defensa, como hacía el Arsenal con Vermaelen-Koscielny, que así le fue.
Creo que la validez o no de un central se la da su pareja. Si se complementan, los dos rendirán a gran nivel; si no, será una chapuza. Soy joven, y por eso te digo que como la que formaban Puyol y Piqué no he visto una pareja igual en lo que se refiere a defensa y salida de balón. Quizá antes las hubo iguales o mejores, o quizá en el fútbol que me ha dado tiempo a ver también las haya habido, pero han pasado desapercibidas para mí. El caso es que cada uno aporta lo suyo, y Puyol con su entrega hace grande a Piqué. Pero lo hace grande porque tiene la capacidad para serlo: es un futbolista tremendo. Y puede que sufra algo defensivamente, pero no es ni mucho menos malo. Me parece ágil corriendo hacia atrás si tenemos en cuenta que mide casi dos metros, como tú mencionas. No sé, Piqué me parece fabuloso. Cuando se centra en el juego, claro.