Muy
cuestionado, Villas-Boas tiene en sus manos una de las plantillas más
talentosas de la Premier League. Lo único que le falta para sacarle todo el
jugo es paciencia y un poco de suerte. Es el más capacitado para ejecutar este ilusionante
proyecto que rebosa fútbol.
Hay equipos
que brillan por su buen juego. También hay equipos que destacan por competir
mejor que el resto, independientemente de los recursos de los que dispongan.
Otros simplemente molan. Pero el término molar es amplio, y no todas sus
connotaciones tienen porqué ser positivas. En el caso del Tottenham de Villas
Boas, responde a un perfil muy concreto: tiene jugadores interesantísimos y muy
talentosos, pero no termina de despegar a nivel competitivo. Simplemente, no
obtiene resultados. Y eso, en un deporte tan desagradecido como el fútbol, pasa
factura. Por mucho que moles.
Los Spurs
salen a menos de un gol por partido. Trece tantos en catorce encuentros son un
registro demasiado pobre para un equipo que, en teoría, este año aspiraba a
todo. Pero estos números sacan aún más los colores de sus aficionados si lo
comparamos con los máximos goleadores de la Premier. Luis Suárez, que se perdió
las cinco primeras jornadas, lleva trece goles, los mismos que todo el Tottenham.
El Kun Agüero, once.
Buena parte
de culpa la tiene Soldado. El valenciano llegó a Londres como una estrella y el
equipo de Daniel Levy pagó por el como tal, 30 millones de euros. Pero Soldado
no ha acabado de adaptarse a la Premier. Aparece muy poco para tocar el balón y
resulta casi intrascendente. Sus goles se cuentan con una mano y sobra un dedo:
cuatro, tres de ellos desde el punto de penalti. A estas alturas, decir que no
ha cumplido las expectativas se queda corto. Pero sin embargo es el máximo goleador
del equipo, seguido por los tres goles del mediapunta islandés Gylfi
Sigurdsson. Los otros delanteros centro de la plantilla, Defoe y Adebayor, aún
no han estrenado su casillero en liga.
Otro caso
que se podría tildar de expediente X
es el de Erik Lamela. El mediapunta rosarino fue señalado por el club y por los
analistas como el sustituto de Gareth Bale en el Tottenham. Por fútbol y por
caché. Otros 30 millones de euros hicieron que cambiara Roma por Londres, pero
quizá hoy se arrepienta. Y no sólo por el gran campeonato que están realizando
sus excompañeros. Lamela no sólo no es indiscutible, sino que su volumen de
minutos es de los más bajos de la plantilla. Ha disputado hasta la fecha seis
partidos y un total de 239 minutos. Nadie en su entorno ni en el seno del club
es capaz de dar una explicación lógica a este fenómeno.
A
Villas-Boas se le acumulan los problemas en la gestión de su plantilla y,
además, los resultados no terminan de llegar. El Tottenham es sexto con
veinticuatro puntos, fuera de las plazas europeas, y está a diez del líder y
eterno rival, el Arsenal. Algo inadmisible para un equipo que, si bien ha
perdido a su máxima figura, ha invertido en su plantilla más de cien millones
para paliar estos problemas.
El puesto
del portugués peligra, pero si su equipo mola es por algo. Su plantilla rebosa
talento y, unido al del propio Villas-Boas, terminará por explotar. Tarde o
temprano, el nuevo Tottenham despegará y se asentará en la élite del fútbol
inglés. Mimbres no le faltan.
El talento de Chiriches por bandera
En defensa
destaca un jugador que esta temporada se está destapando para el gran público.
Y es normal: probablemente estemos ante el mejor central del mundo en la
actualidad. El rumano Vlad Chiriches llegó al Tottenham sin hacer demasiado
ruido y por un precio relativamente bajo –9,5 millones de euros–. Le avalaba una
temporada escandalosa en el Steaua de Bucarest, una de las grandes revelaciones
de la pasada edición de la UEFA Europa League, que llegó a derrotar al Chelsea
en Rumanía. Chiriches no sólo era el mejor jugador del Steaua, sino de toda
Rumanía. Su lectura de las jugadas está a la altura de los mejores, lo que le
permite robar multitud de balones por pura colocación. Esas cualidades hoy
enamoran en la Premier League, quizá el mejor escaparate del mundo.
Al rumano
no le ha hecho falta adaptación alguna, pero aún no ha podido mostrar su mejor
virtud. Es finísimo técnicamente, grandioso en la salida de balón y sus
arrancadas desde el eje de la zaga son muy peligrosas. Pero en el Tottenham no
puede alejarse mucho de la retaguardia porque su pareja le penaliza demasiado.
Dawson es un central clásico, sin alardes técnicos y que sufre demasiado a la
espalda. Los Spurs cuentan con otro central de talla mundial, el belga Vertonghen,
pero este debe desempeñarse en el lateral zurdo a falta de un especialista de
garantías en esa posición. Una ligera descompensación de la plantilla que
impide al Tottenham ser más de lo que es.
Villas-Boas y Paulinho
Otro
jugador de fábula es Paulinho. El brasileño era la estrella del Corinthians
campeón de la Libertadores y del Mundial de Clubes, y fue una de las piezas
claves del Brasil que arrolló a España en la final de la Confederaciones.
Literalmente engulló a Xavi e Iniesta con su vertiginoso fútbol de ida y
vuelta. Pero hoy Paulinho está alejado de ese nivel que había mostrado hasta
ahora. No es tan brillante cuando pisa área y su equipo lo nota. A pesar de
ello, es el mejor futbolista del Tottenham en el centro del campo y vital para
Villas-Boas, su gran valedor y el hombre que lo devolverá a su mejor nivel.
Piensan, hablan y transmiten el mismo fútbol.
El
Tottenham mola. Por plantilla y por entrenador. Ahora sólo falta que los
resultados acompañen al equipo para que tanto los aficionados como, sobre todo,
los directivos del equipo del barrio judío de Londres sigan teniendo paciencia
con un proyecto diseñado a largo plazo. Las sensaciones son, en general, buenas
y el talento está ahí. Sólo falta esa dosis de competitividad que es imposible
ganar de otro modo que con el tiempo.
PabloG.
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