Hoy
es el gran día. Veintiocho siglos después del primer asentamiento fenicio en el
territorio de Malaka, la ciudad de Málaga vivirá esta noche el momento más
importante de su historia. Hoy se juega su orgullo, su historia, su fortaleza;
en esta batalla se disputa el pasado, el presente y el futuro de una ciudad, de
un pueblo, de una civilización. Es Málaga contra el mundo, contra las leyes
prestablecidos en el orden mundial, en la jerarquía natural del deporte y de la
vida, personificadas en un Oporto que no hace prisioneros. Pero esto es Málaga,
y si en algún lugar del mundo pueden hacerse realidad los sueños es aquí, en el
corazón de Andalucía. Memoria, compromiso y fe.
Otra
vez un 13 de marzo marcado en rojo en el calendario malaguista. El caprichoso
destino quiso que diez años después de la apoteosis vivida en La Rosaleda en el
partido contra el Boavista, otro equipo portugués y portuense aterrice en
Málaga. Esta vez es el equipo por excelencia del país vecino, un dominador con
puño de hierro que ha basado sus éxitos en el poder de su bloque, un juego
exquisito, ventas multimillonarias y grandes fichajes a precio de saldo.
Tampoco el Málaga es el mismo: existen muchas similitudes en ciertas posiciones,
pero el grupo actual es mucho más maduro y experimentado. Eso sí, la ilusión de
la afición no ha variado. Y si lo ha hecho ha sido para crecer aún más. Málaga
está volcada con su equipo, con su ejército desarmado que busca la justicia y
la libertad. Ni Platinis, ni UEFA, ni TAS, ni falsos jeques –o no– serán
capaces de despertarla de este dulce y acaramelado sueño.
Y
es que este Málaga es el cúmulo de muchas cosas, de muchas emociones y
sueños: es heredero del legado de aquel
SuperDepor que enamoró al mundo, es hijo de los logros de aquel Valencia que
acarició por dos veces la tan preciada Orejona, es hermano de sentimientos del
fabuloso Villarreal de Pellegrini que vio truncado su sueño desde el fatídico
punto de penalti del Madrigal; por sus venas corre la sangre del Sevilla de las
dos Copas de la UEFA y del Betis que abrió la veda de la Champions en
Andalucía. Es andaluz de alma, español de sentimiento y universal de corazón.
Es todo eso y mucho más. Por eso, cuando esta noche a las 20:45 suene el pitido
inicial, un único grito retumbará en Málaga, Andalucía, España y en cada rincón
del Universo: ¡¡¡Sí se puede!!!
PabloG.
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