Raymond
Kopa, el legendario exjugador del Real Madrid y del Stade de Reims, escribió el
4 de julio de 1963 un artículo en el semanario France Dimanche que hizo que los cimientos del fútbol profesional
de su país se tambalearan. Bajo un título tan devastador como “Los jugadores
son esclavos”, Kopa expresaba con firmeza la injusta situación que vivían los
futbolistas de la época: “hoy, en pleno siglo XX, el futbolista profesional es
el único ser humano que puede ser vendido y comprado sin contar con su opinión”.
Sin embargo, cincuenta años y una alucinante y desproporcionada revolución
mediática después, no parece que la situación haya cambiado demasiado. El club
que posee los derechos federativos del jugador ya no es el dueño absoluto de su
destino, más bien al revés, pero el futbolista profesional sigue siendo esclavo
de un poderoso amo: el dinero.
Sólo
de este modo se puede dar explicación a la rebeldía de algunos
jugadores, capaces de
arremeter contra el club que aman o que les ha dado la oportunidad de brillar
cuando nadie confiaba en ellos únicamente por prosperar en lo económico. Es el
caso de Robert Lewandowski, delantero centro del Borussia Dortmund. El polaco
llegó a la cuenca del Ruhr siendo un completo desconocido y ahora mismo es uno
de los puntas más cotizados del mercado. El problema: su contrato vence el
próximo mes de junio y sabe que su sueldo no podrá sobrepasar en ningún caso el
tope salarial de la plantilla, cifrado en cinco millones. Es aquí donde aparece
la figura del todopoderoso Bayern. El club presidido por Uli Hoeness ofrece al
jugador una ficha cercana a los siete millones de euros a partir del momento en
el que se haga oficial su traspaso. Ese es el motivo por el que Lewandowski
quiere abandonar el barco aurinegro de inmediato en lugar de cumplir ese
contrato que nadie le obligó a firmar en su momento. Ese, en definitiva, es el
motivo por el que el jugador está dispuesto a echarse a toda su afición encima
por querer irse al máximo rival. También es el motivo por el que,
hipócritamente, llama estafadores a los dirigentes del BVB. Pero la respuesta
de Klopp, su entrenador, no pudo ser más clara: "Para mí lo que hace [en el campo] es mil veces más
importante que lo que dice porque eso no necesita interpretación".
Si el fútbol ya lleva algún tiempo poco cuerdo,
este año es el de su locura definitiva. Los precios en el mercado se han
disparado de manera alarmante hasta el punto de que un futbolista del montón
puede tasarse en alrededor de 25 millones de euros sin ningún tipo de problema.
Traspasos desmesurados como el de Cavani (64,5 millones de euros), Falcao (60
millones), Neymar (57 millones) o James Rodríguez (45 millones) tienen la culpa
de esta inflación. Pero el golpe definitivo puede asestarse muy pronto: el Real
Madrid está dispuesto a pagar alrededor de 120 millones de euros por el
traspaso de Gareth Bale. De confirmarse este movimiento, el galés se
convertiría en el futbolista más caro de la historia por encima de los también
madridistas Cristiano Ronaldo (94 millones) y Zidane (73,5 millones). Y todo
ello sin haber conseguido más que una Copa de la Liga en su carrera.
No todos entran al juego. Como casi siempre suele
ocurrir, aparece un rayo de luz para avisar de que se ha perdido el rumbo y que
seguir en esa dirección puede ser muy peligroso. En esta ocasión no fue Kopa,
sino un compatriota suyo que entrena al Arsenal inglés. “[La oferta por Bale]
se ríe de las reglas del Fair Play Financiero. Me parece increíble que en el
año en que entran en vigor esas reglas, el mundo del fútbol se haya vuelto
completamente loco”. Arsène Wenger sabe de lo que habla. En primer lugar porque
está graduado en Ciencias Económicas. En segundo lugar porque es el capitán del
barco de un club con una política de compra-venta que le exige cuidar hasta el
último penique que paga.
El Arsenal se ha caracterizado en los últimos
quince años por comprar jugadores jóvenes a bajo precio para convertirlos en
estrellas mundiales y sacarle una gran rentabilidad, bien deportiva o bien
económica. La inflación del mercado le afecta de manera mucho más especial que
al resto de clubes: es un arma de doble filo. Por un lado sabe que puede sacar
un mayor beneficio económico en caso de vender a una de sus estrellas; por
otro, el precio de las promesas se dispara, un riesgo altísimo teniendo en
cuenta que su rendimiento al máximo nivel, al contrario que el de las grandes
estrellas, no está aún comprobado. Pero esta es una temporada especial. Parece
que el club está dispuesto a realizar una gran operación que eleve
definitivamente el nivel de la plantilla y de nuevo nos topamos con la
inflación. Por ese motivo se les escaparon Higuaín y Rooney –aunque el Chelsea
pretende que su precio se dispare lo mínimo posible–, y
por ese motivo está atascada la negociación por Luis Suárez. Es probable que
Suárez acabe en Londres, pero ya avisó Mikel Arteta, voz autorizada del
vestuario gunner, que deberán
negociar hasta el último minuto.
Es tiempo de clubes que nacen de la nada. De
jeques, de magnates que mueven el mercado a su antojo sin importarles lo más
mínimo que el dinero que pagan no se corresponde con el precio real de los
futbolistas firmados. Es tiempo de la supremacía –de momento económica– de
clubes como el Manchester City, el PSG o el Mónaco. Pero no es oro todo lo que
reluce. No siempre esta manera de coleccionar cromos es sostenible. El Anzhi,
el equipo más extremista a la hora de desembolsar dinero actualmente, ha puesto
en venta a toda su plantilla tras los últimos resultados adversos cosechados en
la recién comenzada liga rusa. Lo que en Majachkalá llaman “nueva estrategia de
desarrollo a largo plazo” aquí se conoce como espantada. ¿Qué ocurrirá con esos
futbolistas que antepusieron el dinero al proyecto deportivo que les ofrecían
sus clubes? ¿Qué será ahora de Willian, estrella del Shakhtar que dejó el
equipo durante una Champions League en la que se estaban saliendo cegado por la
codicia? Seguramente acabará en algún equipo puntero de la Premier con un
sueldo sustancialmente inferior al actual, pero, como ya dijo Kopa en 1963,
seguirá siendo un esclavo.
PabloG.
El Madrid no fichara a Bale, Flo ya dijo que 100 kilos es demasiado por Bale, al parecer Bale se queda en Londres, el fichaje que ahora el arsenal deberá pelear es Luis Suarez pues el Madrid parece que también le quiere y pude ofrecer dinero por el.
ResponderEliminarLamentablemente el arsenal quiso hacerlas todas y no le salio ninguna pues el equipo de Wenger perdió al Pipa y a Rooney y parece que se les va Suarez pues el Madrid lo quiere y dentro de la locura actual del mercado será un fichaje razonable, a lo mucho 60M de euros.
Pero preparémonos pues el barca va a ir a la desesperada por un central y puede que de tanto intentar al final fichen uno por algún precio histórico. Si con 50M no pudieron fichar a Thiago, ¿cuando les costara arrebatarle a David Luiz al Chelsea?
Pablo, no creo que hoy se les pueda considerar esclavos. Un término más justo es putas.
ResponderEliminarQuedaba un poco mal titularlo así.
EliminarTe parece el titulo ''Mercenarios'', les queda muy bien.
EliminarVease por ejemplo el caso Figo.